80 centavos por apoyar a los militares birmanos
La dictadura escenifica el aplastamiento de las protestas con manifestantes pagados
Las calles de Yang¨®n (antes llamada Rang¨²n) se llenaron otra vez de manifestantes birmanos, s¨®lo que esta vez sus bolsillos estaban llenos de kiats (moneda birmana, que en el mercado negro se paga a m¨¢s de mil kiats por d¨®lar estadounidense). El contenido de sus proclamas era muy distinto del de las manifestaciones prodemocr¨¢ticas encabezadas por los monjes budistas hace un mes.
Antes de la manifestaci¨®n, los soldados del r¨¦gimen militar que gobierna en Myanmar (antigua Birmania) pagaron en efectivo a muchos ciudadanos el equivalente a 80 centavos de d¨®lar con la condici¨®n de que apoyasen al Gobierno del general Than Shwe. Los funcionarios birmanos consiguieron reclutar as¨ª a unas 120.000 personas, seg¨²n fuentes de la Junta Militar (10.000 seg¨²n la oposici¨®n).
Los participantes proclamaron lemas contra los medios occidentales
Los camiones del Ej¨¦rcito cortaron los accesos a varios barrios del noreste de la ciudad para que llegasen en autobuses miles de personas movilizadas por todo el pa¨ªs. La manifestaci¨®n, la primera tras las protestas de la oposici¨®n, acab¨® en un polideportivo de Yang¨®n donde los participantes arremetieron contra los medios de comunicaci¨®n occidentales. "Abajo la BBC, Abajo La Voz de Am¨¦rica, Abajo la Radio Libre de Am¨¦rica", gritaron. El r¨¦gimen escenific¨® as¨ª simb¨®licamente el aplastamiento de la llamada revoluci¨®n azafr¨¢n.
Hace una semana, y a pesar de que ya no hab¨ªa demasiadas razones para ser optimista, un ex preso pol¨ªtico llamado Aung Kyat Do aseguraba a este peri¨®dico que las revueltas terminar¨ªa por triunfar en Myanmar. Su argumento se basaba en los 17 a?os que este disidente pol¨ªtico hab¨ªa pasado en las duras c¨¢rceles del r¨¦gimen militar y en su incapacidad para creer que el mundo fuese a dejar que aquellas torturas volvieran a cometerse. "S¨¦ que esta vez triunfaremos. Hemos contado con el apoyo de los monjes. Han salido de los monasterios como no hicieron en la anterior revoluci¨®n y eso ha hecho que todo el mundo tome conciencia de la necesidad de que la Junta Militar caiga y llegue la democracia", dec¨ªa Aung, de 41 a?os, en Mae Sot, ciudad tailandesa en la frontera de este pa¨ªs con Birmania.
Pues bien, una semana despu¨¦s las historias que van traspasando los bordes de la f¨¦rrea ciudad de Yang¨®n han desmontado pr¨¢cticamente todas las esperanzas de los disidentes y de los miles de refugiados pol¨ªticos que viven en los pa¨ªses vecinos.
La revoluci¨®n ha sido aplastada a balazos y el terror es ahora mayor, seg¨²n cuentan por tel¨¦fono algunos de los que todav¨ªa no han sido detenidos. "Ahora es mucho peor. La gente estaba segura de que se conseguir¨ªa y no tem¨ªa hablar. Pero ahora todo el mundo tiene miedo porque la gente cree que muy pronto se olvidar¨¢n de lo que pase en Birmania y los generales har¨¢n lo que quieran", explica una mujer que prefiere no dar su nombre por temor a las represalias.
Esos relatos hablan de soldados apresados por negarse a disparar a los monjes que encabezaron las protestas el pasado mes de septiembre; de la muerte de un activista que no pudo soportar las torturas en los interrogatorios; de cad¨¢veres incinerados por los militares para ocultar la cifra real de muertos, que el Gobierno del general Than Shwe cifra en 16 y la disidencia en m¨¢s de 200. El diario brit¨¢nico The Independent contaba ayer la historia de una mujer a la que los soldados del r¨¦gimen visitaron en plena noche tras haberla identificado en unas grabaciones durante las protestas. La mujer aparec¨ªa en el v¨ªdeo aplaudiendo desde su balc¨®n a los manifestantes.
El porqu¨¦ del fracaso de una revuelta apoyada por casi todos los birmanos hay que buscarlo en dos hechos. El primero es la clara superioridad de un r¨¦gimen absolutamente militarizado enfrentado a unos ciudadanos, la mayor¨ªa de ellos budistas, cuyas ¨²nicas armas son las protestas pac¨ªficas. Mientras tanto, el Ej¨¦rcito birmano consume m¨¢s del 40% del presupuesto del pa¨ªs, medio mill¨®n de efectivos en sus fuerzas de seguridad.
El otro factor que ha facilitado el fracaso de la revuelta es la falta de apoyos internacionales. Los organismos internacionales han condenado los m¨¦todos del r¨¦gimen y han calificado sus represalias de "repugnantes". Pero no esto no es mucho para los militares, que se han defendido alegando una conspiraci¨®n occidental para echarles del gobierno. El ¨²nico pa¨ªs que realmente est¨¢ en disposici¨®n de influir en la Junta Militar es China, su aliado comercial de m¨¢s peso. Pero las autoridades de Pek¨ªn, pese a que el conflicto pod¨ªa enturbiar la organizaci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de 2008, han pasado de puntillas sobre el tema y han vetado las sanciones econ¨®micas que promov¨ªan Estados Unidos, Reino Unido y Francia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Otro tipo de sanciones, no s¨®lo econ¨®micas, es lo que pide la disidencia. Bo Kyi, tambi¨¦n ex preso pol¨ªtico, encarcelado por participar en las revueltas de 1988 que acabaron con 3.000 personas muertas, asegura que ese tipo de castigos no tienen ning¨²n tipo de efecto en los militares birmanos. "Les da igual. Tienen el apoyo de China y saben que los bloqueos no les afectar¨¢n mientras les tengan a ellos al lado. Es necesario ser m¨¢s dr¨¢stico para llegar a la democracia", explica.
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