La ciudad europea y su mito
?Podr¨¢n sobrevivir nuestras ciudades? se preguntaba Josep Llu¨ªs Sert en el t¨ªtulo de un libro convertido en cl¨¢sico escrito en el exilio, en 1942. Y finalizaba con un texto conclusivo rotundo titulado Planificaciones urbanas a gran escala o cat¨¢strofe urbana.
Regreso de Toulouse, particip¨¦ en el debate de clausura del Congreso Anual de la Federaci¨®n de Agencias de Urbanismo de Francia. Hab¨ªa un total de 850 participantes, la mayor¨ªa profesionales de la cincuentena de agencias repartidas por todo el pa¨ªs y tambi¨¦n numerosos alcaldes y regidores de urbanismo de ciudades grandes y medias, miembros del gobierno y directivos del poderoso Ministerio de Ecolog¨ªa, Desarrollo y Ordenaci¨®n del territorio sostenibles as¨ª como dirigentes de las grandes sociedades p¨²blicas y privadas financieras y de servicios urbanos y algunos, pocos, expertos o investigadores universitarios. El tema de este a?o: la ciudad negociada, es decir, compartida en su gesti¨®n y desarrollo con los actores econ¨®micos, las organizaciones sociales, los habitantes. Hasta aqu¨ª nada especial.
?De qu¨¦ ciudad se hablaba? Aqu¨ª apareci¨® la novedad. La escala de la ciudad francesa, y por extensi¨®n europea, la de las propuestas y los proyectos de futuro, no era la del municipio, ni tan s¨®lo las exitosas aglomeraciones metropolitanas creadas a finales de la d¨¦cada de 1990. La ciudad que se est¨¢ haciendo hoy en Europa es a una escala superior, que traspasa los l¨ªmites de municipios y comarcas, de departamentos (provincias) y de regiones, incluso las fronteras nacionales en algunos casos. En la sesi¨®n a la que asist¨ª primero intervinieron los directores de las Agencias de Urbanismo de Lille, Estrasburgo, Nancy y Clermont-Ferrand, unas agencias muy vinculadas a sus respectivas ciudades, como sucede ac¨¢ con Barcelona regional.
Lille nos expuso el proceso en marcha de construcci¨®n de una metr¨®polis en red que integraba decenas de municipios por medio de 14 agrupaciones de municipios franceses y 4 belgas, proceso al cual se hab¨ªan asociado 5 entidades regionales y provinciales francesas y belgas. Se ha iniciado ya la institucionalizaci¨®n de esta regi¨®n metropolitana sobre la base de 15 autoridades locales lideradas por la ciudad de Lille, por ahora sin los belgas por la resistencia de los Estados a favorecer la institucionalizaci¨®n local transfrontaliza. Las propuestas de Nancy y de Estrasburgo eran de una ambici¨®n parecida. La capital de la Lorraine apuesta inicialmente por una metr¨®polis que articule el eje lineal de sus cuatro ciudades (Nancy, Metz, Epinal y Thionville) para abrirse luego hacia Suiza, Alemania, Luxemburgo y B¨¦lgica. Y Estrasburgo conjuntamente con Mulhouse la otra capital alsaciana, se define como la ciudad central del eje que va de Basilea (Suiza) a Karlsruhe (Alemania) y prepara proyectos con Stuttgart. Incluso una ciudad como Clermont-Ferrand, capital de la regi¨®n franco-francesa de la Auvergne, en pleno centro de Francia, no s¨®lo plantea sus proyectos a escala regional, tambi¨¦n se abre hacia la regi¨®n vecina por medio del eje con Sainte Etienne, la segunda ciudad de la regi¨®n que lidera Ly¨®n, y de aqu¨ª a Suiza y norte de Italia.
Estas ciudades y las estructuras regionales que promueven no s¨®lo se proponen desarrollar las infraestructuras comunicacionales conjuntas. Tambi¨¦n quieren definir programas y proyectos conjuntos, orientados a la innovaci¨®n de las actividades y los servicios, el desarrollo econ¨®mico y territorial sostenible y la dimensi¨®n europea. Se proponen promover elementos que refuercen la naciente identidad de estos territorios. ?Nos encontramos en la etapa final de la m¨ªtica ciudad de la vieja Europa, como nos consideran en Estados Unidos? No es ¨¦sta la pretensi¨®n de los protagonistas de estos procesos metropolitanos y macrorregionales. En la mesa redonda de clausura en la que particip¨¦ y en los discursos oficiales finales se enfatiz¨® la centralidad de las ciudades existentes, se apost¨® por la densidad y por la compacidad de los desarrollos y se propuso la articulaci¨®n a escalas regionales de escala europea como la mejor forma de salvar y de hacer progresar las ciudades tradicionales, elementos nodales y motores de los nuevos sistemas urbanos. La m¨ªtica ciudad europea permanece renov¨¢ndose.
Y en nuestro pa¨ªs ?qu¨¦ ha pasado con la "Eurorregi¨®n"? Hace ya 15 a?os el actual alcalde de Perpi?¨¢n me dec¨ªa que su ciudad formaba parte del ¨¢rea metropolitana de Barcelona, en las alcald¨ªas de Toulouse y Montpellier estaban encantados del proceso naciente de articulaci¨®n de une espacio regional cuyo punto m¨¢s fuerte era la capital catalana, Marsella, por medio de su alcalde, se declaraba interesada en integrarse en el planeamiento estrat¨¦gico iniciado en Barcelona y Raymond Barre, el alcalde de Ly¨®n, ex jefe de Gobierno de Francia y reputado economista, hablaba de fomentar el eje que le un¨ªa a Barcelona. El alcalde y luego presidente de la Generalitat, Maragall, nunca dej¨® de enarbolar esta bandera, pero no parece que haya sido suficiente. Ni la alcaldesa de Valencia (lamentablemente Carmen Alborch no conquist¨® la alcald¨ªa) ni los anteriores alcaldes de Palma de Mallorca han demostrado el mismo entusiasmo, aunque ahora en las Islas, como en Zaragoza y Arag¨®n, podr¨ªa seguramente reactivarse el t¨ªmido proceso iniciado en la d¨¦cada de 1980. La pol¨ªtica infraestructural del Gobierno central no s¨®lo no ha dado facilidades; todo lo contrario, ha optado por desarrollar el sistema radial centrado en Madrid y ha sacrificado la conexi¨®n mediterr¨¢nea, especialmente entre Valencia y Catalu?a. Tampoco en Francia triunfaron los buenos deseos de los alcaldes citados, y una prueba, entre otras, de ello es el escaso inter¨¦s que demuestran por la conexi¨®n de viajeros y de mercanc¨ªas del tren de alta velocidad congelando el tramo de Perpi?¨¢n a Montpellier, temerosos de la competencia barcelonesa y de su puerto. Pero el tren, aunque sea lentamente, avanza y una vez desde Espa?a llegue a Perpi?¨¢n la fuerza de las cosas se impondr¨¢ a la miop¨ªa de los hombres.
Ser¨ªa hora que la ciudad de Barcelona y su gobierno retomaran la bandera de la Eurorregi¨®n. Por ahora, tanto la Generalitat como el Ayuntamiento ofrecen una imagen muy autocentrada, casi ombliguista. De la ¨¦pica no se ha pasado a la l¨ªrica, sino a un di¨¢logo propio del Ionesco de la cantante calva. La campa?a publicitaria ?Vost¨¨ que faria? se dirige al ciudadano, es cierto pero en unas condiciones de aislamiento social que s¨®lo puede dar resultados previsibles de m¨¢s de lo mismo. Est¨¢ amalgama de concejo abierto de pueblo y de concurso radiof¨®nico financiado por un detergente no es la participaci¨®n ciudadana m¨¢s estimulante. Hay, sin embargo, indicios interesantes de debate sobre el modelo de Barcelona, que inici¨® el excelente libro de Horacio Capel en 2005 y que ahora ha retomado una revista del Ayuntamiento, Barcelona metr¨®polis mediterr¨¢nea, en su ¨²ltimo n¨²mero, que expone interpretaciones cr¨ªticas; un buen signo pues sin di¨¢logo y confrontaci¨®n no hay progreso ni creatividad.
Pero el debate a¨²n est¨¢ demasiado circunscrito a la ciudad, aunque bien est¨¢ que se asuma que el modelo dista de ser perfecto. Sin masoquismo, pues gran parte de los aspectos negativos o deficitarios que enfatizan los cr¨ªticos se deben m¨¢s procesos propios del entorno econ¨®mico y pol¨ªtico que a sus propias limitaciones, aunque el ¨¢mbito impuesto al urbanismo municipal no contribuye demasiado a reducir los efectos perversos del mercado y de la fragmentaci¨®n pol¨ªtica. En un reciente encuentro con urbanistas europeos los discursos locales enfatizaron mucho m¨¢s la continuidad que el cambio y se excluyeron que hubiera rupturas en nuestro urbanismo de la ¨²ltima d¨¦cada. Puede ser cierto, aunque discutible. El se?or K, el ¨¢lter ego de Bercht, reconoc¨ªa que si alguien te dice que en 10 o 20 a?os no hab¨ªas cambiado deber¨ªas preocuparte.
En su conferencia en Tribuna de Barcelona, el responsable del urbanismo barcelon¨¦s, Garc¨ªa Bragado, declar¨® que el Ayuntamiento deb¨ªa sentirse responsable de que la ciudad ofreciera a todos los servicios, fueran o no de su competencia legal, que les permitieran ejercer de ciudadanos. Ten¨ªa raz¨®n. Si me permiten a?adir¨ªa: pues no basta el urbanismo de barrio, hace falta el urbanismo de escala europea, m¨¢s all¨¢ de la ciudad y de la vieja ¨¢rea metropolitana, sin otros l¨ªmites que los de nuestras capacidades, no de las inercias administrativas.
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