Un hurac¨¢n llamado Bolton
Tres eran tres las versiones de Beethoven para su ¨²nica ¨®pera. Ocho a?os y medio transcurren entre la primera, Leonore, que present¨® anteayer el Real en versi¨®n de concierto, y la final, Fidelio, programada para abril con la direcci¨®n de Claudio Abbado. En la programaci¨®n por ciclos tem¨¢ticos del Teatro, Beethoven ocupa un lugar destacado esta temporada, pues a su vertiente oper¨ªstica se a?aden actuaciones del pianista Maurizio Pollini, del cuarteto de Tokio y de la Mahler Chamber Orchestra, que abordan otros aspectos fundamentales de su actividad creadora. Tiene, pues, la programaci¨®n de Leonore un valor cultural firme en el acceso al conocimiento de Beethoven o, siendo m¨¢s modestos, en la comprensi¨®n del camino que desemboc¨® en Fidelio.
'Leonore', de Ludwig van Beethoven
?pera en concierto. Coro y Orquesta Nacionales de Espa?a. Director musical: Ivor Bolton. Con Emma Vetter, Stephen Gould, Alfred Reiter, Laurent Naouri, Isabel Monar, Norman Reinhardt y R. Pomakov. Teatro Real, 13 de octubre.
La interpretaci¨®n tuvo de todo, desde momentos extraordinarios a otros al borde de la decepci¨®n, pero en general fue a m¨¢s seg¨²n transcurr¨ªa. El brit¨¢nico Ivor Bolton es un maestro de primera categor¨ªa. Impulsivo, en¨¦rgico, vibrante, tuvo que lidiar con una orquesta, la Nacional de Espa?a, no demasiado experta en cuestiones l¨ªricas. Es algo que se nota, pero esta ¨®pera de Beethoven se presta a una lectura de corte sinf¨®nico o, al menos, de estilo cercano al de un oratorio laico, con los valores del idealismo rom¨¢ntico y la fidelidad conyugal en primer plano. La Nacional tard¨® en coger el pulso y todo el primer acto estuvo como adormilada. La Marcha del comienzo del segundo y la salida a escena de Laurent Naouri animaron a la "bella durmiente", que empez¨® a mostrar detalles de clase. Pero fue en el tercero cuando la velada dio un salto cualitativo considerable. Por la orquesta, pero m¨¢s, si cabe, por los cantantes. Stephen Gould arrastr¨® con su l¨ªnea de canto extravertida a Emma Vetter y Alfred Reiter, y todo empez¨® a tomar un nivel art¨ªstico de empaque. Hubo alg¨²n peque?o desajuste, pero las voces corr¨ªan bien, la orquesta se mostraba ya integrada, y los coros se mostraban compactos. Bolton aprovech¨® la circunstancia para echar el resto. Su gesto alegre, su entusiasmo, surt¨ªan efecto. Al final se hab¨ªa encontrado la atm¨®sfera adecuada. Beethoven llegaba en su sustancia musical y dram¨¢tica. El concierto no provoc¨®, en cualquier caso, un ¨¦xito delirante.
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