Independizarse con 14 a?os
27 futbolistas de las categor¨ªas inferiores del Madrid viven y estudian en una residencia sometidos a normas estrictas
"Paco, ?qu¨¦ tal ves a mi hijo? Le not¨¦ un poco cabreado el otro d¨ªa porque dice que se entren¨® mal. ?Crees que es normal que se pegue media hora todas las noche hablando conmigo?". Son las cinco de la tarde y Paco Carre?o coge el m¨®vil para contestar a miles de preguntas. Es la cuadrag¨¦sima vez que su tel¨¦fono vibra. "Y lo que queda", bromea. Carre?o es la sombra de los 27 futbolistas de las categor¨ªas inferiores del Real Madrid que viven en el SEK, una residencia a unos 30 kil¨®metros de la capital espa?ola en la que comparten clases, comedor y horas de estudios con otros 1.700 alumnos, algunos de ellos deportistas de alta competici¨®n. Por el SEK -1.600 euros al mes: colegio y residencia- han pasado, entre otros, Eto'o, Jurado, Soldado, Luis Garc¨ªa y Capdevila.
"Siete no fueron en Navidades a un torneo en Orlando por sus malas notas", advierte M¨ªchel
"Al principio, fue una locura. No quer¨ªan ir a clase", recuerda Jaime Hude, el director del centro
En el pasillo que une las nueve habitaciones en las que est¨¢n alojados en grupos de tres irrumpen algunos chavales. "Paco, ?d¨®nde est¨¢n las botellas de agua?", grita uno. "Paco, los m¨¦dicos me han dicho que hoy puedo empezar a correr", le abraza otro. Acaban de salir de clase y tienen quince minutos para quitarse el uniforme colegial, recoger sus cosas y subirse al autocar que les llevar¨¢ a Valdebebas para el entrenamiento de la tarde. As¨ª, todos los d¨ªas.
En el trayecto, de una media hora, algunos piden al conductor que suba el volumen de la m¨²sica, otros no se separan del m¨®vil y unos pocos intentan descansar. Cuando llegan a la ciudad deportiva, suben en grupo hasta los vestuarios. M¨ªchel, responsable de las categor¨ªas inferiores del Madrid, bromea con alguno de ellos -"?c¨®mo es eso de que tu ¨ªdolo es Ronaldinho?", le suelta a uno- y los observa desde la ventana de su despacho. "Son cr¨ªos. Yo los veo como hijos. No todos ser¨¢n futbolistas profesionales. As¨ª que intento explicarles a ellos y a sus padres que son chavales en formaci¨®n. Ser futbolistas ser¨¢ un premio y el que no lo consiga habr¨¢ tenido una educaci¨®n con valores importantes", apunta el ex jugador madridista.
Quiz¨¢s para que no se les olvide, en las paredes de la residencia hay dos hojas colgadas: Frases para vivir y Lo que he aprendido en la vida. En la primera figura una del fil¨®sofo Rousseau: "Siempre es m¨¢s valioso tener el respeto que la admiraci¨®n de las personas".
En las habitaciones, batidos de chocolate sobre las camas, alguna que otra fotograf¨ªa de Sneijder, botas por todos lados y port¨¢tiles. "Pero ¨²nicamente los veteranos tienen internet", se queja Gabriel Company, mallorqu¨ªn de 15 a?os y central del equipo cadete A.
Los muchachos, de entre 14 y 17 a?os -"intentamos que no abandonen sus familias antes de los 14; nos parecer¨ªa exagerado", puntualiza M¨ªchel- saben que lo primero son las notas y el curr¨ªculo escolar. "Les vigilamos a diario. En las Navidades del a?o pasado viajamos a Orlando para disputar un torneo y tuvimos que dejar a siete en Madrid. Las notas eran demasiado malas", cuenta M¨ªchel. Y es que a algunos no les van demasiado los libros. Y, como no tienen descanso entre las clases de la ma?ana y el entrenamiento de la tarde, cuando llegan a la residencia por la noche, tienen un par de horas de estudio tras la cena.
El educador que se queda a dormir con ellos lo tiene todo controlado. En su escritorio hay hojas y hojas en las que va apuntando al lado del nombre qu¨¦ es lo que estaba haciendo cada chico a las 22.00 y las 23.15 -las luces se apagan a la medianoche-. RS indica que est¨¢n en la residencia; E, que est¨¢n en la sala de estudio.
Capote, malague?o de 16 a?os y lateral izquierdo del juvenil B, es uno de los que m¨¢s RS lleva. "Por la noche cuesta mucho. Llegas cansado y lo que menos te apetece es ponerte a estudiar", se sincera. Lleg¨® a la residencia hace tres a?os, es uno de los veteranos y coincide con Company y Samaniego, granadino de 14 a?os y mediapunta del cadete b, en que lo m¨¢s duro es separarse de la familia: "Vamos a casa un par de veces al a?o, aprovechando alg¨²n puente en el que no haya torneos. El resto del tiempo, hablamos con los amigos a trav¨¦s del messenger".
Carre?o les interrumpe: "?A por vuestras cosas, que se os va el autocar!". Es el coordinador o, como prefiere definirse, "el enlace entre los chavales, el club, las familias y el colegio". Siempre va con una carpeta negra debajo del brazo en la que tiene apuntados todos los desplazamientos de los chavales y sus horarios de entrada y salida. "Cuando vienen aqu¨ª, con los padres, lo primero que hago es ense?arle la residencia", cuenta; "les digo que esto es lo que hay; que yo cuidar¨¦ de sus hijos y les orientar¨¦, pero que no les puedo obligar a nada, ni a elegir sus amistades". Los chicos le adoran: "Siempre vienen con el m¨®vil ense?¨¢ndome los mensajes que reciben de las chicas".
Paco lleva doce a?os trabajando con los canteranos del Madrid. Incluso antes de que se desarrollara la idea de la residencia. Hasta 2000, los 40 j¨®venes que llegaban cada verano viv¨ªan en el Centro Norte, un aparthotel al lado de la antigua ciudad deportiva. "Fue Vicente del Bosque quien decidi¨® que lo mejor era la vida en una residencia", recuerda Jaime Hude, director del SEK. "Los tres primeros a?os fue una locura. Estaban tan acostumbrados a otro tipo de vida que no quer¨ªan ir a clase, se dirig¨ªan a los profesores con 'qu¨¦ co?o dice ¨¦ste', no entend¨ªan por qu¨¦ no ten¨ªan nevera en la habitaci¨®n y por qu¨¦ no pod¨ªan pedir una pizza a las once de la noche", comenta. "Nos cost¨® convencer a las familias. Pero fue una decisi¨®n acertada. Est¨¢bamos preocupados con que los chavales tuvieran un buen ambiente fuera del f¨²tbol y que empezaran a independizarse poco a poco", abunda Del Bosque.
La independencia significa, entre otras cosas, hacerse la cama todos los d¨ªas. "Nos levantamos a las 8.20, desayunamos en el comedor con el resto de la gente [unas 200 personas] que viven en la residencia y tenemos clase de 9.00 a 17.30", explica Company. "Hay algunos que salen antes porque se entrenan m¨¢s pronto. El plan de estudio es tan flexible que pueden recuperar las horas perdidas durante la semana. Se saltan la educaci¨®n f¨ªsica y se meten en clase de matem¨¢ticas, historia o letras", a?ade Mercedes Pereda, la directora del colegio. Los muchachos van con uniforme como el resto de sus compa?eros y se examinan los mismos d¨ªas que ellos. "La ¨²nica ventaja que tienen es que pueden ir con zapatillas en vez de con zapatos negros por si tienen ampollas", tercia Jaime Hude. "Se le ha olvidado decir que para ello tenemos que presentar un justificante m¨¦dico", matiza Capote antes de subirse al autocar.
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