El Ayuntamiento de Madrid declara la guerra a las casas ilegales de la Ca?ada Real
41 heridos en una batalla campal al intentar evitar 80 marroqu¨ªes un desalojo en la senda
Cascotes desgajados de un muro, una bombona de butano, palos, trozos de valla, esquirlas de lat¨®n. Todo lo que hay a mano vuela en direcci¨®n a la polic¨ªa: basura s¨®lida para evitar la demolici¨®n de otra vivienda en la Ca?ada Real Galiana, la sucesi¨®n de edificaciones ilegales (m¨¢s de 2.000 y cerca de 40.000 habitantes) que se extiende 15 kil¨®metros entre las carreteras de Barcelona y de Andaluc¨ªa. M¨¢s de 80 hombres marroqu¨ªes, muchos llegados de otros puntos lejanos de la senda, se enzarzan a golpes con 35 polic¨ªas (20 municipales y 15 antidisturbios) y la gr¨²a encargada del derribo. Una consigna circula de boca en boca: "?Vecino, defi¨¦ndete, la pr¨®xima puede ser la tuya!". Una primera y grave escaramuza de la guerra que el Consistorio ha decidido librar contra estas construcciones.
El consistorio dice que ir¨¢ tirando la Ca?ada y advierte de las casas "fortificadas" de la droga
Golpes en todas las direcciones, pu?etazos, las porras se desenfundan, vuelan las pelotas de goma y una especie de postas de pl¨¢stico del tama?o de un pu?o. La mand¨ªbula de un agente se descuelga de un botellazo. Los polic¨ªas est¨¢n acorralados y responden con mucha violencia. "?Son unos b¨¢rbaros, pegan a las mujeres, son unos cobardes!", casi solloza un participante en los incidentes desde el interior de un coche con las ventanas destrozadas. En la azotea de la vivienda se instalan varias mujeres y ni?os que tienen que salir por la fuerza antes del derribo. La gr¨²a convierte la casa en una ruina.
La guerra, una vez desparramada por el suelo la casa, concluy¨® tres horas despu¨¦s de comenzar -a las ocho y media- con la huida hacia una loma de los hombres y la llegada, en formaci¨®n de s¨¦ptimo de caballer¨ªa, de cerca de una veintena de veh¨ªculos policiales, en total 110 agentes, y 40 miembros de la Guardia Civil que no intervinieron.
En total, nueve personas fueron detenidas y hubo 41 heridos, de los que m¨¢s de 30 fueron polic¨ªas con diversas contusiones por la lluvia de pedradas. Entre los marroqu¨ªes, uno es un ni?o con una mu?eca fracturada, otro una mujer embarazada que recibi¨® un golpe en la espalda y tuvo que ir al hospital Gregorio Mara?¨®n y otro un hombre al que le alcanz¨® una pelota en un ojo.
El due?o de la vivienda, Abdel, dedicado a la construcci¨®n de "garajes, cubiertas y terrazas", seg¨²n reza el r¨®tulo en su furgoneta agujereada por las pedradas, estaba, seg¨²n varios testigos, entre los detenidos por la polic¨ªa. A ¨²ltima hora de ayer, su mujer, F¨¢tima -rostro juvenil, veintipocos a?os y hiyab en la cabeza- reorganizaba sus cosas en la entrada de la sede del Samur Social, en el n¨²mero nueve de la Carrera de San Francisco. Un par de maletas, varias bolsas de tela, otras tantas m¨¢s peque?as de pl¨¢stico y una bolsa grande de pa?ales era todo lo que hab¨ªa podido rescatar de su casa. Los ositos de peluche de sus dos hijos -uno de meses, en un carrito, y otro de dos o tres a?os, que correteaba por los pasillos del edificio- sobresal¨ªan de las bolsas junto con la ropa de beb¨¦ y los baberos.
Ni los trabajadores sociales se explicaban ayer la aparente falta de coordinaci¨®n entre la Gerencia de Urbanismo y la junta de distrito, donde los asistentes sociales conocen la situaci¨®n de estas familias empadronadas.
F¨¢tima lleva una ni?a a¨²n sin cubrir el pelo colgada de la mano. Se?ala a un grupo de mujeres que forman un corrillo en la casa contigua a la demolida. "?Las han pegado, las han maltratado!", se enerva mientras mueve las manos. Niega que utilizasen a los ni?os como parapeto: "No es cierto, s¨®lo quer¨ªamos evitar el derrumbe", explica.
Junto a ella, tres carretillas con los restos del naufragio. Una pantalla de ordenador rota, por ejemplo. O unos cojines de sof¨¢. Entre los escombros todav¨ªa se ven algunas fotos recortadas de beb¨¦s. Tambi¨¦n un cuadrito con un paisaje con mar. Algunos hombres siguen rondando alrededor de la monta?a de piedra. La gente cuenta su papel en la batalla. A unos veinte metros, sobre la loma que antes serv¨ªa de barricada a los "insurgentes", ahora hay cinco polic¨ªas vigilando el tramo de estas casas.
Al otro extremo de este recodo de la Ca?ada, una v¨ªa polvorienta de arena, se va a construir un nuevo barrio, los Berrocales. "Evidentemente, la presi¨®n urban¨ªstica tiene que ver con que los asentamientos chabolistas se desmantelen", conceden desde el Ayuntamiento, que ya sabe, desde ayer, que est¨¢ en guerra con la Ca?ada. Y eso que todav¨ªa no se han planteado ir contra los capos de la droga que hay en la zona: "Esos son como Pablo Escobar, no tienen piedras, tienen helic¨®pteros", dicen.
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