El har¨¦n de Ramon Casas
Ramon Casas y Santiago Rusi?ol hac¨ªan lo que les daba la gana porque eran ricos, bohemios y artistas. Fueron dos at¨ªpicos burgueses catalanes que no jugaron al doble juego de la hipocres¨ªa. De j¨®venes, coquetearon con el anarquismo y de mayores se dedicaron a dar rienda suelta a sus caprichos. Rusi?ol se adentr¨® en la droga y el alcohol, y Casas se tir¨® a la buena vida. En lo familiar tambi¨¦n fueron at¨ªpicos. Rusi?ol abandon¨® a su mujer la misma noche de bodas y Casas supo evadir responsabilidades manteni¨¦ndose soltero durante muchos a?os.
L'enc¨ªs de la dona, una exposici¨®n que se puede visitar en el Sal¨® dels Miralls del Liceo barcelon¨¦s hasta el 21 de octubre, trata de la curiosa relaci¨®n de Casas con las mujeres, bastante bien explicada en el cat¨¢logo, editado para la ocasi¨®n, por su comisario Josep de C. Laplana y por Mercedes Palau-Ribes. La iniciativa ha partido del propio Liceo y del Museo de Montserrat y est¨¢ teniendo un remarcable ¨¦xito, pese a lo complicado que resulta poderla visitar. Los horarios son complejos y variados, para aclararse m¨¢s vale llamar previamente al 93 485 99 14 o visitar la web: www.liceubarcelona.com y concertar hora.
L'ENC?S DE LA DONA
Ramon Casas al Liceu i a Montserrat
Sal¨® dels Miralls
Gran Teatro del Liceo
La Rambla, 51-59. Barcelona
Hasta el 21 de octubre
En el Sal¨® dels Miralls se han
reunido las mejores piezas femeninas de Casas del Museo de Montserrat junto a los lienzos murales del pintor barcelon¨¦s en el C¨ªrculo del Liceo, un exclusivo recinto que tambi¨¦n puede visitarse a horas convenidas, igual que el resto del teatro. El interesante montaje ha ido a cargo del joven arquitecto Josep Maria Garc¨ªa Fuentes que ha transformado radicalmente el sal¨®n por medio de cortinajes. Con las lunas tapadas, que ya no pueden reproducir hasta el infinito estucos y purpurina, se constata que el espacio es peque?o, quiz¨¢s demasiado, para tanta mujer pintada. En el fondo, la exposici¨®n se podr¨ªa resumir con dos nombres y dos cuadros: Madeleine, del Museo de Montserrat, y J¨²lia -La Sargantain-, del C¨ªrculo del Liceo, el resto son abalorios caros, lujoso material de relleno. El retrato de Madeleine de Boisguillaume, esa mujer de profunda melancol¨ªa que fuma y bebe absenta sola en un bar, esperando algo que ya sabe que jam¨¢s vendr¨¢, es una de las obras m¨¢s profundas y fascinantes de Casas. Marca un inicio brillante que desgraciadamente se ir¨¢ diluyendo en la banalidad y el ¨¦xito f¨¢cil.
La Sargantain es uno de los primeros retratos de J¨²lia Peraire, una vendedora callejera de loter¨ªa, que fascin¨® al artista y se convirti¨® en su amante oficial hasta que, casi al cabo de veinte a?os, se llegara a formalizar la relaci¨®n con cat¨®lica boda. A diferencia de la desolada Madeleine, la profundidad de La Sargantain viene dada por el potente erotismo que contiene, como el encuentro primigenio de dos amantes en celo. Luego vendr¨ªa la rutina... J¨²lia con mant¨®n, J¨²lia disfrazada de gitana, de se?ora bien, de monjita con carm¨ªn y polvos de arroz, J¨²lia... una y mil veces J¨²lia, hasta convertirse en un clich¨¦ digno de figurar en una cajetilla de cerillas o en una hoja de calendario a lo Romero de Torres. Una imagen muy bien recibida en los salones de las mejores familias, siempre que fuera s¨®lo en pintura. Su relaci¨®n con el adinerado Casas horrorizaba a la buena sociedad barcelonesa, todo el mundo evad¨ªa su encuentro porque no pod¨ªan soportar esa pecaminosa uni¨®n contra natura. En este sentido, es revelador el cuadro que cierra la exposici¨®n del Liceo, un tard¨ªo y convencional retrato de la indispensable y hermosa J¨²lia, de mirada altiva pero trasluciendo la tristeza y el resentimiento de la mujer que finalmente ha llegado, elegante y soberbia, lista para entrar al palco y ser aceptada, aunque sea con rabia y desprecio.
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