Del gineceo a la transmodernidad
En el pr¨®logo a la primera edici¨®n de su primer libro, Imitaci¨®n y experiencia (2003), Javier Gom¨¢ (Bilbao, 1965) se hac¨ªa ya la pregunta que delinea el motivo principal de este segundo: "?Por qu¨¦ Aquiles, el h¨¦roe griego que pas¨® su adolescencia en un gineceo... al abrigo de toda necesidad y de todo dolor, decidi¨® en cierto momento ir a la guerra de Troya, sabiendo con toda certeza que all¨ª encontrar¨ªa la muerte?". Su devoci¨®n por la figura de Aquiles llega incluso a tener en esos textos una manifestaci¨®n iconogr¨¢fica, si es que no iconod¨²lica: mientras la edici¨®n de bolsillo del primero de ellos reproduc¨ªa en portada el tapiz La educaci¨®n de Aquiles donde Rubens lo imagina de ni?o a lomos de su preceptor el centauro Quir¨®n, Aquiles en el gineceo, o aprender a ser mortal, ilustra su interior con la reproducci¨®n del curioso cuadro del mismo Rubens, en colaboraci¨®n con Van Dyck, que bajo el t¨ªtulo de Aquiles descubierto por Ulises recoge la visita de este ¨²ltimo, disfrazado de mercader, al gineceo de la corte del rey Licomedes de Esciros, entre cuyas paredes hab¨ªa sido ocultado Aquiles por madre, la diosa Tetis, para librarle del fatal augurio seg¨²n el cual morir¨ªa si tomaba parte en la contienda a punto de estallar. En la imagen, un Aquiles adolescente travestido de doncella y rodeado de mujeres, entre ellas la princesa Deidam¨ªa embarazada ya del hijo de ambos Neopt¨®lemo, desenvaina una espada inflamado de ardor b¨¦lico cuando oye las trompetas de los griegos que astutamente ha hecho sonar Ulises llamando a pelear contra los troyanos, lo que, adem¨¢s de revelarle a ¨¦ste su identidad, obliga a aqu¨¦l a encarar el llamado dilema de Aquiles que Gom¨¢ compendia, de la mano de Homero y de Arist¨®teles, as¨ª: "La complejidad de la vida... se muestra con especial pregnancia en el caso de Aquiles, enfrentado por el destino a un dilema que reclama de ¨¦l la virtud de la magnanimidad en grado sumo... (pues) el hado le hace elegir entre una vida corta con gloria o una larga sin ella".
AQUILES EN EL GINECEO, O APRENDER A SER MORTAL
Javier Gom¨¢ Lanz¨®n
Pre-Textos. Valencia, 2007
225 p¨¢ginas. 15 euros
En su interpretaci¨®n, la op
ci¨®n del h¨¦roe por la mortalidad -el "aprendizaje de la mortalidad"- implica a un tiempo la salida de la privacidad del gineceo y su ascenso a la condici¨®n de ciudadano, convirti¨¦ndole as¨ª en ejemplo de virtud incluso tras la sustituci¨®n del ideal heroico por el del sabio, como lo muestra la invocaci¨®n de Aquiles por parte de S¨®crates a la hora de preferir, en se?al de respeto a las leyes de Atenas, la aceptaci¨®n de la injusta sentencia del tribunal que le condena a muerte en lugar de la oferta de una huida que ten¨ªa al alcance de su mano, de suerte que -cambiando el escenario ¨¦pico de la Il¨ªada por el pol¨ªtico de los Di¨¢logos plat¨®nicos- cabr¨ªa decir que "con S¨®crates, el antiguo dilema de Aquiles entra en la historia".
De entre las ulteriores versiones posibles del dilema, Gom¨¢ concentra su atenci¨®n con especial detenimiento en la contraposici¨®n entre los estadios est¨¦tico y ¨¦tico que Kierkegaard distingu¨ªa en el "camino de la vida", a?adi¨¦ndoles un tercer estadio, el religioso, que no hace al caso para lo que ahora nos interesa. Comoquiera que sea, Kierkegaard ejemplificaba el primero y el ¨²ltimo de tales estadios mediante las figuras del don Juan mozartiano y el Abraham b¨ªblico, pero no propuso ninguna personificaci¨®n concreta para el estadio intermedio, que podr¨ªa recaer acaso en S¨®crates -a quien Gom¨¢ descarta sin embargo como candidato, habida cuenta de que su desali?o tanto a t¨ªtulo familiar cuanto profesional no le hacen lo que se dice id¨®neo para ejemplificar un estadio como el ¨¦tico caracterizado seg¨²n el fil¨®sofo dan¨¦s por la armon¨ªa matrimonial y el trabajo socialmente productivo- y que m¨¢s veros¨ªmilmente volver¨ªa a recaer de nuevo en Aquiles. Pero, como oportunamente se?ala Gom¨¢, es ¨¦ste un punto en el que Hegel y Kierkegaard, en tantos aspectos antag¨®nicos, vendr¨ªan a coincidir: el susodicho "estadio ¨¦tico" tiene que ver bastante menos con la "¨¦tica" (esto es, con la kantiana moralidad individual) que con la "eticidad", expresi¨®n que traducir¨ªa m¨¢s bien el ethos colectivo hegeliano. Y eso desencadena una dial¨¦ctica dudosamente apaciguable entre individualismo y colectivismo que se prolonga hasta llegar a los tiempos modernos -en los que el yo, consciente hasta la transparencia de su irrenunciable individualidad, observa con perplejidad c¨®mo de puertas afuera no es sino uno m¨¢s del mont¨®n sumido en la opacidad de la totalidad social-, dial¨¦ctica que generaliza la anterior contraposici¨®n entre el individuo que est¨¦ticamente se tiene por insustituible y su constataci¨®n de que por el contrario resulta perfectamente intercambiable, por no decir fungible, desde la perspectiva de la eticidad. Como dir¨ªa Rubachof, el personaje de una conocida novela de Koestler, ese individuo ser¨¢ infinito para s¨ª y cero para la sociedad o, a tenor de su definici¨®n, "una multitud de un mill¨®n dividida por un mill¨®n".
Con lo que, en resumidas cuentas, la generalizaci¨®n del dilema de Aquiles lo acaba transformando en el dilema de la experiencia humana de la vida. La dilucidaci¨®n de la idea de "experiencia de la vida", acu?ada por Dilthey y exaltada -aun cuando no expresamente tematizada- por Ortega, viene acuciando desde hace a?os a Gom¨¢, quien tiende a confiar su exploraci¨®n a una metaf¨ªsica de orientaci¨®n ¨¦tica destinada a desarrollar un "arte de vivir" que permita a los seres humanos "dar forma a su subjetividad" (algo que al menos guarda cierto parecido con lo que el ¨²ltimo Foucault llamara el souci de soi). Sobre eso versaron en su d¨ªa las piezas m¨¢s sobresalientes de aquel g¨¦nero literario que fue el Bildungsroman, y dicho origen nos recuerda que experiencia y arte de la vida tienen que ver no poco con la educaci¨®n del individuo desde el punto de vista de la ejemplaridad del yo.
Volviendo la vista atr¨¢s, Go
m¨¢ no puede sino lamentar el "truncado magisterio" de esos dos grandes educadores de la Modernidad que pretendieron ser -y en buena parte fueron- Rousseau o Goethe (tanto en sus respectivas "novelas de formaci¨®n", como el Emilio o el Wilhelm Meister, cuanto en sus respectivas "reflexiones autobiogr¨¢ficas", como las Confesiones o Poes¨ªa y verdad), los cuales alzaprimaron la "estetizaci¨®n" de sus personajes, incluidos ellos mismos, sobre su "eticizaci¨®n", mereciendo por tanto ser considerados como "los inventores del gineceo moderno"... que "no acabaron nunca de salir del estadio est¨¦tico".
Dicho de otra manera, que no acabaron nunca de ense?arnos a ser mortales, como tampoco nos ense?¨® contempor¨¢neamente a serlo el Heidegger del hombre como "ser para la muerte" cuando abomina de la "publicidad", viendo en ella el reino de la inautencidad y contrast¨¢ndola con la clausura en la singularidad irrepetible que le desvela a aquel hombre "su m¨¢s aut¨¦ntica posibilidad" despu¨¦s de que la angustia haya contribuido a disipar el espejismo del entorno societario. Para Gom¨¢, por el contrario, "es en la publicidad de la polis y no en el retiro de un yo autoexaltado... donde se le abre al sujeto la posibilidad real y originaria de elegir su propia mortalidad". Y nada de extra?o tiene, por otro lado, su admiraci¨®n ante el hallazgo en Simmel del nexo entre "individualidad" y "mortalidad" o finitud, puesto que s¨®lo los "entes individuales" son capaces de morir con propiedad en cuanto diferentes de los "entes promedio", que son en cambio aquellos que poseen a lo sumo "individuaci¨®n" mas no "individualizaci¨®n" y de ah¨ª que no mueran propiamente cuando cesa en ellos la vida, dado que su irrelevancia individual los convierte sin m¨¢s en inmortales, como ocurre con las plantas, hasta donde su misma especie sea inmortal.
Gom¨¢ concluye pregunt¨¢n
dose qu¨¦ hay del conflicto entre individualismo y colectivismo en estos tiempos que llamamos "posmodernos", aunque ser¨ªa sin duda preferible llamarlos "transmodernos" si se acepta entender por transmodernidad la superaci¨®n-y-conservaci¨®n a un tiempo de la modernidad en lugar de su pura y simple liquidaci¨®n posmodernista. En su opini¨®n, la situaci¨®n actual prolonga la antes descrita contraposici¨®n entre estetizaci¨®n individual y eticizaci¨®n colectiva, por m¨¢s que atemper¨¢ndola "con un suave nihilismo" que lima las aristas de ambos cuernos del dilema. Despu¨¦s de todo, el ocaso de los grandes relatos ha contribuido lo suyo a desdramatizar nuestra visi¨®n de la historia, mitigando de esta manera en ella las un tanto enojosas veleidades, ¨¢cratas o totalitarias, del "individuo" y de la "colectividad" por separado.
Pero quiz¨¢s no est¨¦ de m¨¢s preguntarse si, en esa versi¨®n precisa del dilema, no se trata ya en rigor de un falso dilema, pues la ¨²ltima palabra de nuestra disyuntiva no corresponde ah¨ª a la est¨¦tica ni a la eticidad sino sencillamente a la ¨¦tica: la ¨¦tica, toda ¨¦tica, es siempre "¨¦tica individual" o personal -puesto que no hay otros sujetos morales que los individuos-, lo que no obstante se halla lejos de reducirla a la privacidad, toda vez que asimismo cabe hablar de "¨¦tica p¨²blica" como aquella dimensi¨®n de la ¨¦tica relativa a las interacciones morales de los individuos en el seno de la colectividad, entendiendo por tal el espacio no menos p¨²blico (es decir, la sociedad civil y la sociedad pol¨ªtica o el Estado) en donde el individuo, sin tener por qu¨¦ renunciar a la soledad que le constituye como tal, tiene tambi¨¦n abiertamente la ocasi¨®n de ejercitar la solidaridad con sus semejantes, de acuerdo con el lema camusiano que Aranguren gustaba de recordar entre nosotros bajo la f¨®rmula que nos invita a ser de consuno "solidariamente solitarios" y "solitariamente solidarios".
No s¨¦ si Javier Gom¨¢ suscribir¨ªa o no cuanto se acaba de decir, pero he de confesar que el p¨¢rrafo anterior me ha venido a las mientes a prop¨®sito del t¨ªtulo -Ejemplaridad p¨²blica- con que anuncia en ¨¦ste su pr¨®ximo libro, un libro que conjeturo tan sugerente, penetrante y seriamente pensado, sin merma por lo dem¨¢s de la estimulante juvenilidad de dicho pensamiento.
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