El Valle de los desconocidos
El r¨¦gimen exhum¨® fosas y traslad¨® al Valle de los Ca¨ªdos, sin identificarlos y sin permiso de las famillias, a m¨¢s de 20.000 muertos de ambos bandos
En el mayor mausoleo de Espa?a, la memoria escrita de los ca¨ªdos en la Guerra Civil no merece m¨¢s consideraci¨®n que una breve anotaci¨®n contable. Tres gruesos vol¨²menes que descansan en el rinc¨®n de un armario de la biblioteca del Valle de los Ca¨ªdos guardan la informaci¨®n disponible sobre la identidad inequ¨ªvoca o incierta de un n¨²mero de restos mortales que, seg¨²n varios autores, podr¨ªan corresponder a m¨¢s de 50.000 espa?oles. A su lado, unos peque?os cajones contienen fichas mecanografiadas con informaci¨®n suplementaria para los casos identificados. Posiblemente, ning¨²n registro de v¨ªctimas de una guerra haya merecido tanto descuido en alg¨²n otro lugar de Europa.
Las anotaciones manuscritas se limitan a un inventario cronol¨®gico de la llegada de restos mortales al Valle de los Ca¨ªdos. Esa informaci¨®n, casi 50 a?os despu¨¦s del primer apunte, no ha sido depurada, enriquecida, ni siquiera duplicada para evitar cualquier riesgo de desaparici¨®n. Todo lo relacionado con el Valle de los Ca¨ªdos es impreciso. El propio monumento y su r¨¦gimen jur¨ªdico subsisten en un tremendo vac¨ªo legal desde la muerte de Franco.
La relaci¨®n de los ca¨ªdos no ha sido informatizada casi 50 a?os despu¨¦s
El Valle de los Ca¨ªdos se rige por disposiciones de 1957 no derogadas
S¨®lo el 12% de los consultados en C¨¢diz acept¨® el traslado de restos
Dos comisiones para regular su r¨¦gimen jur¨ªdico no se reunieron nunca
Un portavoz de Patrimonio Nacional asegura que este organismo carece de los planos del monumento, en poder de los herederos del arquitecto Diego M¨¦ndez. Los Gobiernos democr¨¢ticos han actuado por omisi¨®n en lo referente a este recinto, como si no se atrevieran a tocarlo, a modificar su destino, como si fuera un fantasma administrativo, pero al tiempo que se olvidaron del monumento se olvidaron tambi¨¦n de los muertos. De todos los muertos y de su memoria.
No existe una clasificaci¨®n de las v¨ªctimas por orden alfab¨¦tico. O por lugar de procedencia. No hay datos suplementarios salvo una sensaci¨®n que salta a la vista de la lectura de los libros: los muertos republicanos est¨¢n casi exclusivamente asignados al t¨¦rmino "desconocido".
Toda la informaci¨®n est¨¢ bajo la custodia de los 26 monjes benedictinos que gestionan la Bas¨ªlica, uno de los cuales reconoce que han procedido a informatizar por su cuenta la informaci¨®n, sin asesoramiento t¨¦cnico, sin subvenci¨®n oficial para efectuar dicha tarea.
La cifra de restos mortales tampoco es exacta. No lo es porque la recogida de cad¨¢veres, incluidos los del bando franquista, se hizo con escasos medios, cierta urgencia y poco cuidado en la mayor¨ªa de los casos. En el caso de los republicanos, el desprecio fue sistem¨¢tico. El ¨²ltimo apunte en el libro de registro da cuenta el 3 de junio de 1983 de la llegada de un ata¨²d procedente de Villafranca del Pened¨¦s (Barcelona). Tiene el n¨²mero de orden 33.847, pero los propios monjes benedictinos dudan de que esa cifra refleje el total, entre otras cosas porque en los ata¨²des colectivos se introdujeron restos sin precisar su n¨²mero. Los historiadores han terminado por concluir que la cantidad de v¨ªctimas alojadas en el mausoleo estar¨¢ entre 40.000 y 60.000. No puede descartarse que, junto a las tumbas de Franco y Jos¨¦ Antonio, haya m¨¢s republicanos que franquistas.
La recogida de v¨ªctimas de la guerra fue una actividad paralela a la propia construcci¨®n del Valle de los Ca¨ªdos, coordinada desde el Ministerio de la Gobernaci¨®n. Requiri¨® de una gran log¨ªstica para la ¨¦poca y dur¨®, en su etapa de mayor intensidad, cerca de cuatro a?os. Pero no fue ni tan sencilla ni tan exitosa como sus promotores seguramente esperaron.
Debido a que la construcci¨®n de la Bas¨ªlica y el Monasterio dur¨® cerca de 20 a?os, la organizaci¨®n de los traslados experiment¨® varios cambios de criterio. Si la previsi¨®n inicial fue la de recibir exclusivamente a "m¨¢rtires" del bando nacional, este criterio fue modificado en virtud del inter¨¦s del r¨¦gimen de Franco por obtener un mayor reconocimiento internacional. Para ello se hac¨ªa necesario que un monumento de apariencia grandiosa y est¨¦tica sospechosa se convirtiera en un mausoleo dedicado a la reconciliaci¨®n y aceptara v¨ªctimas "sin distinci¨®n del campo en el que combatieron, seg¨²n el esp¨ªritu cristiano que inspira la magna obra".
El mecanismo del Estado se puso en marcha con intensidad a partir de 1958, seg¨²n se acercaba la fecha de la inauguraci¨®n del monumento. Las ¨®rdenes partieron del Ministerio de la Gobernaci¨®n, que moviliz¨® a gobiernos civiles, ayuntamientos, cuarteles de la Guardia Civil y autoridades eclesi¨¢sticas.
La condici¨®n expresa de que los restos a trasladar deb¨ªan contar con el consentimiento de sus familiares nunca fue aplicada al caso de los ca¨ªdos en el bando republicano, pero tampoco respetada en lo concerniente al bando nacional debido al escaso entusiasmo que suscit¨® ese llamamiento. Se publicaron anuncios en los peri¨®dicos locales y se dio publicidad a cada transporte de m¨¢rtires, acompa?ados de honores militares y actos religiosos.
Las buenas intenciones iniciales quedaron aparcadas. Las primeras encuestas entre familiares databan de 1952 y no dieron resultados muy alentadores, a pesar de corresponder a ca¨ªdos en el bando franquista. Un bolet¨ªn de la Oficina Prensa Euzkadi (OPI), perteneciente al Gobierno vasco en el exilio, dio cuenta en uno de sus n¨²meros de un art¨ªculo de la revista Time en el que se detallaba la airada reacci¨®n de los familiares de las 12.800 v¨ªctimas de los fusilamientos de Paracuellos del Jarama, opuestos al traslado.
Del pobre resultado de las encuestas entre familiares da cuenta tambi¨¦n el historiador andaluz Fernando Romero Romero, que ofrece algunos datos en un art¨ªculo titulado Represi¨®n y muerte en la provincia de C¨¢diz, todav¨ªa no publicado. "En los cementerios municipales de la provincia", escribe Romero, "hab¨ªa 231 ca¨ªdos cuyos familiares fueron consultados y s¨®lo 27 (12%) estuvieron de acuerdo con el traslado". El escritor Daniel Sueiro, autor de Los secretos de la cripta franquista, da cuenta de algunas llamativas negativas al traslado, como fueron los casos de los familiares del arquitecto Arturo Soria y de Calvo Sotelo.
Ante las negativas, el Ministerio de la Gobernaci¨®n solucion¨® esa resistencia silenciosa por la v¨ªa m¨¢s expeditiva. Una comunicaci¨®n del 31 de marzo de 1960 orden¨® que si los familiares persist¨ªan en conservar las sepulturas a su cargo, "el Gobierno Civil dispondr¨¢ a medida que las circunstancias lo requieran su traslado al Valle de los Ca¨ªdos". Quedaba derogada as¨ª la condici¨®n de la autorizaci¨®n familiar.
Con el bando republicano no hubo consideraci¨®n de ning¨²n tipo. Entre los casos m¨¢s llamativos, Daniel Sueiro explica en su libro el caso de un padre y de su hijo, ambos militares. El padre, Antonio Escobar, general de la Guardia Civil, permaneci¨® fiel a la Rep¨²blica y fue fusilado en Montju?c en 1940. Su hijo, el teniente de infanter¨ªa Antonio Escobar, luch¨® al lado de Franco y cay¨® en Belchite. La petici¨®n familiar de que ambos cuerpos yacieran juntos en el Valle de los Ca¨ªdos no fue respetada y "obtuvo como respuesta el inmediato traslado del hijo y el desde?oso silencio en el caso del padre".
Las dificultades para reunir restos en n¨²mero equiparable a la grandiosidad del mausoleo oblig¨® a dejar a un lado cualquier delicadeza. Seg¨²n explica la historiadora Carmen Garc¨ªa Garc¨ªa, que ha elaborado un censo de fallecidos en Asturias, se produjo un traslado masivo de restos procedentes de grandes batallas que ahorraban cualquier labor de identificaci¨®n y sobre todo de autorizaci¨®n. En el mismo sentido se expresa otra historiadora, Queralt Sol¨¦, que ha investigado sobre los ca¨ªdos en Catalu?a.
La memoria de todos los ca¨ªdos parece haber quedado en el olvido. No as¨ª el monumento y su significado. Ning¨²n Gobierno de la democracia lleg¨® a tocar el Valle de los Ca¨ªdos, como si se tratara de una herencia maldita. El Gobierno de Calvo Sotelo, que dict¨® una ley reguladora del Patrimonio Nacional en 1982, evit¨® referirse al monumento expresamente y dispuso la creaci¨®n de una comisi¨®n para resolver su situaci¨®n legal. Esa comisi¨®n no se reuni¨® nunca. Dos a?os despu¨¦s, en 1984, un real decreto del Gobierno socialista resucit¨® dicha comisi¨®n con id¨¦ntico encargo. Pero tampoco lleg¨® a reunirse. Jur¨ªdicamente, la Fundaci¨®n de la Santa Cruz del Valle de los Ca¨ªdos, seg¨²n expertos consultados, no existe aunque se la mencione reiteradamente.
El silencio oficial parece haberse roto esta semana en el debate parlamentario de la Ley de la Memoria Hist¨®rica. Socialistas y populares acordaron que el mauseoleo sea despolitizado y ciertos s¨ªmbolos derribados.
Franco dispuso la construcci¨®n del Valle de los Ca¨ªdos al a?o de su victoria militar. El decreto rezumaba ret¨®rica imperial: "Es necesario", dictaba, "que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos, que desaf¨ªen al tiempo y al olvido". El enorme escudo franquista labrado en esas piedras escolta desafiante el entorno de la Bas¨ªlica casi 50 a?os despu¨¦s.
Mar¨ªa Teresa busca a su padre
A pesar de la propaganda de la ¨¦poca, el destino ofrecido a los ca¨ªdos en el inmenso escenario de la bas¨ªlica del Valle de los Ca¨ªdos puede calificarse de secundario. Los sepulcros de Franco y Jos¨¦ Antonio presiden el altar mayor y reciben la visita de turistas y simpatizantes. Los nichos de los ca¨ªdos est¨¢n fuera del alcance de los visitantes, ocultos tras las dos capillas laterales (la del Sepulcro y la del Sant¨ªsimo) en cuyo interior se advierte una puerta con una inscripci¨®n: "Ca¨ªdos por Dios y por Espa?a 1936-1939".
Esa puerta da acceso a una escalera que asciende varias plantas. Los descansillos de cada una de ellas est¨¢n tapiados. En su interior est¨¢n las galer¨ªas donde se ordenan nichos y ata¨²des. Nadie conoce actualmente en qu¨¦ estado se encuentran. Nadie puede acercarse a ese lugar a dejar un ramo de flores. El lugar es inaccesible.
Mar¨ªa Teresa Artaza lo intent¨® hace unos meses. Visit¨® el Valle de los Ca¨ªdos provista de un centro de flores. Deseaba colocarlo cerca del lugar donde descansa su padre, Salvador Artaza, fusilado por los republicanos el 28 de septiembre de 1937 en la localidad madrile?a de Boadilla del Monte. El traslado de sus restos al Valle de los Ca¨ªdos se efectu¨® sin conocimiento de los familiares. Les lleg¨® una carta en 1961 inform¨¢ndoles de que un a?o antes se hab¨ªa procedido a dicho traslado. Nadie les pidi¨® autorizaci¨®n. Desde entonces, Mar¨ªa Teresa, la menor de las tres hijas de Salvador, no ha cejado en su empe?o de recuperar los restos de su padre. Ha sido in¨²til. Como in¨²til fue llevarle aquel centro de flores. No la dejaron acercarse a la cripta y lo depositaron en el altar mayor.
Fausto Canales tambi¨¦n visit¨® el Valle de los Ca¨ªdos. Despu¨¦s de una investigaci¨®n personal que le llev¨® a indagar en numerosos archivos, logr¨® documentar que los restos de su padre, Valerico Canales, reposaban en este lugar junto a otros cuatro varones y una mujer, vecinos todos ellos de la localidad de Pajares de Adaja (?vila). Todos ellos constan como desconocidos. Los seis fueron ejecutados por unos falangistas en 1937, enterrados en un pozo en la localidad de Aldeaseca y desenterrados en 1959 para su traslado al Valle de los Ca¨ªdos.
La b¨²squeda de los restos de su padre surgi¨® a partir del 14 de noviembre de 2003, fecha en la que se produjo la exhumaci¨®n de los restos de aquella fosa por iniciativa de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica de Valladolid. S¨®lo encontraron un cr¨¢neo. Fausto est¨¢ dispuesto a recurrir a los tribunales para que se le reconozca su derecho a recuperar dichos restos.
Dora Grass no ha hecho m¨¢s que emprender ese camino. Su padre, Pedro Grass Gotanegra, hab¨ªa fallecido en la batalla de Villalba (?lava). Cuando desenterraron la fosa, no encontraron los restos. Tiene la sospecha fundada de que est¨¢n en el Valle de los Ca¨ªdos. No piensa abandonar hasta recuperarlos.
Durante los ¨²ltimos meses, Mar¨ªa Teresa, Fausto y Dora han experimentado momentos de esperanza y decepci¨®n paralelos a la evoluci¨®n que ha tenido el tr¨¢mite parlamentario sobre la ley de la Memoria Hist¨®rica. Ellos y tantos otros an¨®nimos familiares de v¨ªctimas de la guerra esperan que ese cap¨ªtulo de pleno acuerdo entre PSOE y PP para despolitizar el Valle de los Ca¨ªdos acabe con un fantasma que ha durado casi 50 a?os.
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