Pakist¨¢n naufraga
Los principales l¨ªderes pol¨ªticos, sin excusa alguna, deben estar presentes en las pr¨®ximas elecciones
Benazir Bhutto ha tenido ocasi¨®n de contemplar de cerca y antes de lo que esperaba una muestra del rostro m¨¢s terrible de Pakist¨¢n. El brutal atentado suicida que ha matado en Karachi a cerca de 150 personas es a la vez un aviso y la expresi¨®n cabal de un estado de cosas que no cesa de agravarse. La vuelta de la carism¨¢tica Bhutto a la vida pol¨ªtica, negociada con el general Pervez Musharraf, dar¨¢ al declinante dictador una fachada democr¨¢tica y civil en las elecciones parlamentarias del pr¨®ximo enero.
Nadie ha reivindicado todav¨ªa la autor¨ªa de la masacre de Karachi, que el Gobierno atribuye al fanatismo yihadista pero que en el convulso Pakist¨¢n de hoy -m¨¢s de 350 muertos a bombazos en tres meses- podr¨ªa tener otros responsables. Bhutto hab¨ªa sido declarada objetivo de Al Qaeda por su apoyo a la intensificaci¨®n de la lucha contra el yihadismo en su propio pa¨ªs y en el vecino Afganist¨¢n que EE UU preconiza. Pero la propia l¨ªder paquistan¨ª ha insinuado en su primera comparecencia tras el atentado que tiene poderosos enemigos en el Ej¨¦rcito y los servicios secretos del r¨¦gimen, que podr¨ªan estar detr¨¢s de la matanza.
Bhutto ha declarado que la carnicer¨ªa de Karachi iba dirigida contra la democracia y la unidad e integridad de Pakist¨¢n que ella representa. Si sus palabras van m¨¢s all¨¢ de la mera ret¨®rica, las dos veces jefa de Gobierno debe comenzar a hacerlas buenas exigiendo del presidente Musharraf que haga extensiva al ex primer ministro Nawaz Sharif -su principal rival pol¨ªtico, tambi¨¦n en el exilio y tambi¨¦n acusado de robar dinero p¨²blico- la amnist¨ªa que ha evitado el proceso por corrupci¨®n de la propia Bhutto. No parece aceptable levantar la bandera de la democracia cuando resulta favorable a los propios intereses y olvidarse de ella cuando se trata de otorgar a un adversario las mismas oportunidades.
Las oscuras componendas entre el dictador y Bhutto, que han permitido su regreso, no son precisamente un triunfo de la democracia. Pero si Pakist¨¢n tiene alguna posibilidad de escapar al voraz agujero negro que amenaza con engullirle es imprescindible que en las pr¨®ximas elecciones est¨¦n presentes sus pol¨ªticos m¨¢s representativos. Bhutto debe desmentir que su trato con Musharraf no se ha hecho a costa de Sharif.
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