La literatura de la 'era Gates'
Los textos de algunos j¨®venes autores son los primeros signos de la impronta que la revoluci¨®n tecnol¨®gica est¨¢ dejando en nuestro lenguaje. Frente a las obras de corte convencional que a¨²n se prodigan en el panorama literario, las de los autores de la primera generaci¨®n de la era Gates, socializada plenamente en las TICS (Tecnolog¨ªas de la Informaci¨®n y la Comunicaci¨®n), re¨²nen caracter¨ªsticas muy peculiares.
Antes que nuestra revoluci¨®n tecnol¨®gica hubo otras. Siglos atr¨¢s, el Renacimiento alent¨® un esp¨ªritu humanista que modific¨® la estructura social e inspir¨® la novela moderna, cuyo nacimiento se enlaza con la "invenci¨®n" de la imprenta. Para muchos es injusto que se adoptase a Gutenberg como exponente hist¨®rico de la imprenta (s¨®lo perfeccion¨® la antigua t¨¦cnica china), pero, con mayor o menor m¨¦rito, el alem¨¢n qued¨® como su responsable ante la Edad Moderna.
Las posibilidades de innovaci¨®n para los escritores dispuestos a arriesgar son infinitas
En cierto modo, la situaci¨®n se repite hoy: podr¨ªamos llamar era Gates al periodo inaugurado por la inteligencia artificial y las telecomunicaciones, afianzadas a partir de los noventa. Otra vez, con mayor o menor m¨¦rito, es muy probable que sea el nombre de Bill Gates el que quede unido al de la inform¨¢tica.
?Qu¨¦ efecto ha tenido el cambio tecnol¨®gico en la poblaci¨®n? Una vez lograda la pr¨¢ctica alfabetizaci¨®n del mundo desarrollado, el consumo constante de informaci¨®n ha producido un masivo ejercicio lector que ha operado una inversi¨®n en las premisas que relacionan pensamiento y escritura. La escritura ha dejado de ser el reflejo del pensamiento, para pasar a ser el eco de un molde narrativo previo al que cada pasaje puede aportar una variaci¨®n o con el que se puede contraponer. El receptor de un texto le¨ªa desde un pensamiento en blanco poblado de credulidad e inter¨¦s; ahora lee escaneando datos, sabedor de que un gran porcentaje de los mismos ser¨¢ redundante. La consecuencia inmediata de nuestra pericia lectora es que nuestro referente, adem¨¢s del fonema (de la oralidad), es tambi¨¦n la imagen visual de las palabras, por lo que las graf¨ªas se han comenzado a apocopar (pi¨¦nsese en los SMS o en las siglas). El salto abismal que ha dado la ortodoxia ortogr¨¢fica-gram¨¢tica-sint¨¢ctica ha sido viable gracias a este entrenamiento en la lectura.
Al paradigma anal¨®gico le ha sucedido un paradigma digital. ?Qu¨¦ quiere decir esto? El modelo intelectual antiguo era el que permit¨ªan los instrumentos expresivos de entonces: el Yo experimentaba la realidad para despu¨¦s re-producirla a trav¨¦s del tamiz de su subjetividad. Ese acto art¨ªstico constitu¨ªa un acto de re-creaci¨®n, si bien el objetivo del arte era el de la mimesis (o imitaci¨®n).
El nuevo modelo, surgido de la era digital, es radicalmente distinto. Lo digital permite la grabaci¨®n y retransmisi¨®n exacta de lo que experimenta el Yo en tiempo real; esto es: el Yo registra y transmite a su Yo cl¨®nico. El principio regidor del arte sigue siendo la mimesis, aunque ¨¦sta se ha dotado de una significaci¨®n nueva, pues ha pasado a ser m¨¢s literal, y la funci¨®n del artista ha dejado de ser re-productora para ser casi notarial. ?se es el af¨¢n del nuevo arte: imitar la realidad sensible con el objeto de inducir una respuesta emocional en el lector.
Las posibilidades de innovaci¨®n para los escritores dispuestos a arriesgar son infinitas. Entre las nuevas pr¨¢cticas destacan la poliglosia, que es la mezcla de discursos (de estilos, de ideolog¨ªas, de jergas extraliterarias: cient¨ªficas, jur¨ªdicas, period¨ªsticas, musicales, publicitarias...); la inclusi¨®n de informaci¨®n visual (dibujos, fotos, gr¨¢ficos, f¨®rmulas matem¨¢ticas, iconos...); la confusi¨®n de proceso y producto, que valida composiciones en construcci¨®n desde una filosof¨ªa propia del ensayo o del diario; los juegos tipogr¨¢ficos que delatan una consciencia de la dimensi¨®n de la p¨¢gina impresa como imagen; la copia del lenguaje audiovisual (edici¨®n cinematogr¨¢fica, simultaneidad, multiperspectivismo...); el trasvase de g¨¦neros desde las artes pl¨¢sticas, etc¨¦tera.
Tal vez muchas de estas iniciativas est¨¦ticas resulten "antiliterarias" para cr¨ªticos y lectores educados en lo cl¨¢sico. No obstante, la intenci¨®n de los nuevos autores es la b¨²squeda de cauces que recuperen la emoci¨®n, ya sea por medio del extra?amiento, de la evocaci¨®n subconsciente o de la participaci¨®n atenta en los procesos mentales a los que invitan. El paradigma digital de mimesis extrema se va introduciendo en la literatura, y la superposici¨®n premeditada de elementos de diversos ¨¢mbitos estimula una activa interpretaci¨®n individual.
Cuando los autores que a¨²n se afanan por emular a los grandes maestros del canon ridiculizan a los de la nueva generaci¨®n, no est¨¢n poniendo de relieve otra cosa que la coexistencia de dos modelos de escritura, de los cuales el primero est¨¢ condenado a la extinci¨®n. No puede ser de otro modo, puesto que actualmente se da una situaci¨®n bipolar, en la que nuestra experiencia cotidiana maneja herramientas de ¨²ltima generaci¨®n, mientras que nuestra expresi¨®n art¨ªstica sigue empleando utensilios del pasado, evidentemente obsoletos para reflejar el presente. El desaf¨ªo ling¨¹¨ªstico es demasiado grande para tomarlo a la ligera.
Es posible que entre los autores de la era Gates de todo haya: audaces (re)inventores de la futura tradici¨®n y memos iletrados deslumbrados por la moda. Sea como fuere, recomiendo acoger con confianza las propuestas de la joven generaci¨®n.
Irene Zoe Alameda es escritora e investigadora del CSIC.
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