Catalu?a y el resto de Espa?a: dos percepciones
1 Declaraci¨®n de principios. Aunque no se crea, la Catalu?a de los a?os sesenta, setenta y primeros de los ochenta fue para m¨ª, y para muchos cientos de miles de espa?oles, gu¨ªa en libertades, democracia, cultura modernidad, europe¨ªsmo... incluso en el f¨²tbol con el Bar?a. Cuando, en la lucha contra la dictadura franquista, grit¨¢bamos en las calles, en las manifestaciones, en los recitales, en las asambleas de la Facultad, aquello de "libertad, amnist¨ªa, Estatuto de autonom¨ªa", pens¨¢bamos en Espa?a, en el Pa¨ªs Vasco y en Catalu?a. Las razones por las que esa vanguardia que represent¨® Catalu?a para muchos antifranquistas se haya diluido, son discutibles y pueden discutirse, pero lo cierto es que ha ocurrido. Y muchos, m¨¢s de lo que Catalu?a cree, lo lamentamos profundamente.
No hay maltrato estatal, sino a?os de Gobierno auton¨®mico incapaz
Ten¨ªamos la idea de que los catalanes siempre sal¨ªan ganando
2. Petici¨®n. No me cabe la menor duda de que perviven aquellos catalanes que nos conquistaban por su vocaci¨®n por las libertades, por la democracia, por la igualdad, por la ampliaci¨®n y la extensi¨®n de la cultura universal, por la modernidad progresista, creativa e imaginativa, por su europe¨ªsmo... Y no ser¨¢ menos cierto que junto a ellos se habr¨¢n formado otras generaciones alejadas del aldeanismo y continuadores de ese pensamiento progresista y contagioso para millones de hombres y mujeres que ve¨ªamos en ellos la vanguardia de lo que ser¨ªamos y de lo que ser¨ªan nuestros territorios y Espa?a.
A todos ellos les formulo las siguientes preguntas: ?por qu¨¦ quienes les admir¨¢bamos tanto, les segu¨ªamos, les envidi¨¢bamos por todas esas virtudes, hemos dejado de admirarles, de seguirles, de envidiarles? ?Culpa nuestra? ?No les gustar¨ªa volver a aparecer como la vanguardia cultural, la antorcha de las libertades, de la democracia, de la modernidad? ?No les gustar¨ªa que volvi¨¦ramos a enamorarnos, a envidiarles, a sentirles pr¨®ximos, cercanos y admirables? ?Por qu¨¦ no abandonan ese sentimiento de agravio y se ponen a tirar de Espa?a, abandonando nacionalismos arcaicos y que podamos, desde el resto de Espa?a, reconocerlos como los catalanes, con los que tanto nos identific¨¢bamos, en la dictadura, los que am¨¢bamos y seguimos amando la libertad, la democracia, la igualdad, la modernidad, la imaginaci¨®n?
3. Percepciones. Despu¨¦s de este verano, es innegable que los ciudadanos catalanes han visto incrementada su percepci¨®n de que Catalu?a padece un d¨¦ficit en infraestructuras y servicios. Esa percepci¨®n de falta de inversiones estatales, unida a la sensaci¨®n de que los catalanes pagan m¨¢s impuestos que el resto de los espa?oles, provoca un sentimiento de agravio, cuya m¨¢xima expresi¨®n la formul¨® Carod-Rovira cuando exclam¨®: "A Catalu?a le ir¨ªa mejor fuera de Espa?a".
Es muy dif¨ªcil luchar contra las percepciones y es imposible enfrentarse a los sentimientos que generan. Si un colectivo percibe algo y eso le provoca sentimientos, el tiempo acaba convirtiendo en cierto lo que el imaginario colectivo ha ido fraguando con el paso de los a?os. Ignorar que los catalanes perciben y sienten as¨ª es equivocarse. Ellos perciben que el maltrato estatal es real y sienten que los poderes centrales no hacen todo lo que deber¨ªan para evitarlo.
Por contra, el resto de los espa?oles percibimos la realidad de forma bien diferente. Duran
-te 29 a?os de democracia, millones de espa?oles han tenido -y tienen- la sensaci¨®n de que Catalu?a ara?aba, m¨¢s de lo que le correspond¨ªa, en los Presupuestos Generales del Estado. Es bastante dif¨ªcil creer lo contrario y m¨¢s dif¨ªcil imaginar que durante tantos a?os hemos sido v¨ªctimas de un enga?o colectivo sin que los responsables pol¨ªticos catalanes, los estatales, la prensa, se hayan encargado de difuminar o borrar esa percepci¨®n que anidaba -y anida- en el imaginario colectivo del conjunto de los espa?oles no catalanes. La idea que siempre hemos tenido, porque as¨ª nos lo contaban dentro y fuera de Catalu?a, es que los catalanes siempre sal¨ªan ganando, ya fuera en los Presupuestos Generales del Estado, en las financiaciones auton¨®micas, en la financiaci¨®n sanitaria, en la dotaci¨®n de infraestructuras, etc¨¦tera.
Dos percepciones y dos sentimientos. ?C¨®mo enfrentar ese choque? Desde la visi¨®n del no catal¨¢n se puede argumentar con lo siguiente: los 29 Presupuestos Generales del Estado aprobados en las Cortes Generales fueron negociados en la mayor¨ªa de los a?os con CiU. Es bastante dif¨ªcil aceptar que esos presupuestos, que necesitaron el voto de los nacionalistas catalanes para ser aprobados o para legitimar m¨¢s al Gobierno central de turno, no contemplaran las inversiones necesarias para que Catalu?a no perdiera pie en infraestructuras y servicios. Estoy seguro de que cualquier presidente auton¨®mico, con el mismo escenario y con la misma ventaja pol¨ªtica, hubiera arrancado de los Gobiernos de Espa?a los recursos econ¨®micos suficientes para dotar a su territorio de los mejores servicios y de las m¨¢s modernas infraestructuras.
Pero aceptemos que la verdad en esta comparaci¨®n es la percepci¨®n catalana, es decir, que el Estado, a trav¨¦s de los Gobiernos centrales, ha sido cicatero con Catalu?a y que el d¨¦ficit en inversiones en esa comunidad es real. La conclusi¨®n, entonces, es obvia: el pueblo catal¨¢n ha estado gobernado durante todos estos a?os de democracia y autonom¨ªa por pol¨ªticos in¨²tiles e incapaces de defender los intereses de su territorio. ?Qu¨¦ hicieron los presidentes catalanes en los a?os en que pudieron negociar los Presupuestos Generales del Estado, permitiendo que su comunidad retrocediera en el ranking estatal mientras otras avanzaban y la superaban?
Alguien podr¨¢ decir que la verdad es otra; que, sobre todo, Pujol aprovech¨® hasta la saciedad la coyuntura y la ventaja de tener la llave que abr¨ªa o cerraba la aprobaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado. Si eso fuera lo cierto, la pregunta es: ?qu¨¦ uso se dio en Catalu?a a esos fondos que, con toda seguridad, obtuvo CiU a cambio de su voto favorable a tantos Presupuestos Generales del Estado? Si no fueron a superar d¨¦ficits infraestructurales y de servicio, ?en qu¨¦ se emplearon?
Puede ser que ambas percepciones y sentimientos sean ciertos; en tal caso, la pregunta final es: ?y si acaso los catalanes han vivido confundidos, confiando en la capacidad pol¨ªtica del liderazgo nacionalista que no supo aprovechar las oportunidades o bien hizo uso de los recursos obtenidos para impulsar la identidad, la esencia, olvid¨¢ndose de la existencia cotidiana de los ciudadanos catalanes?
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra ha sido presidente de la Junta de Extremadura.
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