El Holocausto de Kert¨¦sz
"All¨ª, enfrente, estaban quemando a nuestros compa?eros de viaje, los que hab¨ªan llegado con nosotros en el mismo tren (...). Como nosotros, todos ellos desde la estaci¨®n, hab¨ªan ido a ducharse. Tambi¨¦n a todos ellos les hab¨ªan informado sobre las perchas, los n¨²meros y la organizaci¨®n de la ducha (...). Pero de los grifos no sal¨ªa agua sino gas". As¨ª, de esa forma tan aparentemente distante, tan desapasionada, relata el escritor h¨²ngaro Imre Kert¨¦sz, en el cap¨ªtulo 5 de su novela autobiogr¨¢fica Sin destino, su paso por el campo de concentraci¨®n de Auswitz, durante la II Guerra Mundial.
Kertesz, premio Nobel de Literatura en el a?o 2002, basa buena parte de su relato en la esperanza que provoca la (auto)ignorancia, lo que supon¨ªa una novedad en el tratamiento del Holocausto, y con estos mismos mimbres, el novelista se ha adentrado por vez primera en el mundo del cine para convertir en gui¨®n su obra cumbre.
SIN DESTINO
Direcci¨®n: Lajos Koltai.
Int¨¦rpretes: Marcell Nagy, Zsolt D¨¦r, Daniel Craig, Tibor Mertz.
G¨¦nero: drama. Hungr¨ªa, Alemania, Reino Unido, 2005.
Duraci¨®n: 134 minutos.
Sin identidad
Dirigida por el tambi¨¦n h¨²ngaro Lajos Koltai, que debuta en la realizaci¨®n tras una prestigiosa carrera en calidad de fot¨®grafo de autores como Istv¨¢n Szab¨®, Sin destino es la historia de un chico de 15 a?os que pierde su identidad para pasar a ser un simple n¨²mero. Y c¨®mo, ante tama?a calamidad, ante la terrible realidad del exterminio, el personaje trata de evadirse mediante la b¨²squeda de continuos reductos de felicidad que le hagan huir, cuanto m¨¢s tiempo mejor, de la sobrecogedora materialidad que le ha tocado vivir.
El tono de la novela, desapasionado, desmitificador, un tanto distante, incluso fr¨ªo en algunos momentos, como el de un cuento para ni?os que no quiere meter el dedo en la llaga de su terrible condici¨®n, es trasladado a la pantalla por la c¨¢mara de Koltai recurriendo al uso de una doble v¨ªa. En primer lugar, a trav¨¦s de una luz un tanto irreal, de una fotograf¨ªa en la que predomina un color miel que quiz¨¢ entronca con esa asunci¨®n de la barbarie como acontecimiento cotidiano, casi como una aventurilla adolescente que, con el paso del tiempo, se ve de una forma evocadora, entrecortada. Y segundo, quiz¨¢ para marcar esa propiedad intermitente, Koltai narra su pel¨ªcula con secuencias particularmente cortas, casi siempre separadas por marcados fundidos a negro que subrayan su car¨¢cter de c¨²mulo de experiencias. Un m¨¦todo que puede funcionar como concepto inicial, pero que, como contrapartida, provoca que la pel¨ªcula nunca fluya de forma natural y que esa aglomeraci¨®n de fundidos a negro le otorgue un formato un tanto cansino que acaba perjudic¨¢ndole en cuanto al ritmo.
Es posible que Sin destino (la pel¨ªcula) no alcance el nivel de La lista de Schindler o de El pianista, pero como La vida es bella (Roberto Benigni, 1997), Bent (Sean Mathias, 1997), La tregua (Francesco Rossi, 1997) o La zona gris (Tim Blake Nelson, 2002), aporta al Holocausto una serie de elementos distintivos lo suficientemente clarificadores como para que la huella de Kert¨¦sz contin¨²e sobrecogiendo, esta vez en la pantalla.
"Incluso all¨¢, al lado de las chimeneas hab¨ªa habido, entre las torturas, algo que se parec¨ªa a la felicidad (...). Claro, de eso, de la felicidad en los campos de concentraci¨®n deber¨ªa hablarles la pr¨®xima vez que me pregunten. Si me preguntan. Y si todav¨ªa me acuerdo", culmina el escritor. La supervivencia. La memoria. El horror. El Holocausto. La muerte. La vida
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