Retrato de los impostores
Las novelas de Rafael Chirbes apuntan siempre a una operaci¨®n de desenmascaramiento moral. Y como no puede ser de otra manera, el resultado es la desilusi¨®n. Hay en sus novelas gente que tiene aspiraciones sociales, gente que utiliza el sistema (o r¨¦gimen pol¨ªtico como el franquista) para escalar posiciones de privilegio. Hay tambi¨¦n gente que se autoenga?a, despu¨¦s (o simult¨¢neamente) de enga?ar a los dem¨¢s. A la desilusi¨®n podr¨ªa sumarse el simulacro, la impostura. Incluso como pasaba en su ¨²ltima novela, Los viejos amigos, no deber¨ªa soslayarse la ambig¨¹edad. Un mecanismo de supervivencia que produjo no poco r¨¦dito econ¨®mico en algunos segmentos sociales de la Espa?a de las ¨²ltimas d¨¦cadas. En Los disparos del cazador, Chirbes trabajaba con una instancia novel¨ªstica de clara raigambre realista, realista en el sentido en que lo fueron Balzac y Gald¨®s. Me refiero al arribista. Qu¨¦ mejor dibujo que el de un arribista para ilustrar la patra?a. Eso, claro, en el dise?o del paisaje moral. Porque en el formal, en el estrictamente estil¨ªstico o en el arquitect¨®nico, las soluciones de Chirbes son siempre propuestas fronterizas, la narraci¨®n omnisciente, el soliloquio, el relato indirecto, los puntos de vista m¨²ltiples, los gui?os literarios. Ahora Chirbes nos entrega Crematorio, una novela en la estela de La larga marcha y La ca¨ªda de Madrid. En la estela ¨¦pica e intrahist¨®rica que caracterizaba a aqu¨¦llas, pero que en cuerpo introspectivo y solidez reflexiva incluso las supera.
Crematorio
Rafael Chirbes
Anagrama. Barcelona, 2007
415 p¨¢ginas. 20 euros
Podr¨ªamos decir, para que el lector se haga una idea, que la nueva novela de Chirbes trata sobre la especulaci¨®n urban¨ªstica en Espa?a. Dicho as¨ª, dar¨ªa la falsa impresi¨®n de que el escritor ha incurrido en esa enfermedad que algunos soci¨®logos llaman presentismo. Nada m¨¢s lejos de ello. La especulaci¨®n urban¨ªstica es una plaga que se va extendiendo a escala planetaria. Chirbes ha ideado un sistema narrativo donde este fen¨®meno necesitaba su lugar de representaci¨®n. Y como tal, es decir, como artefacto de ficci¨®n, la especulaci¨®n del suelo se convierte en motor de un mecanismo narrativo que apunta a una met¨¢fora del mundo tal como lo estamos percibiendo. En Chirbes era imposible imaginar otra cosa que no fuera una visi¨®n honda (y dial¨¦ctica) de un peligro como el que suponen las urbanizaciones salvajes. Y sobre todo, el peligro que supone que haya tanta gente (es decir, transversales componentes sociales) comprometida en su casi irreversible proliferaci¨®n.
Crematorio es la historia de una familia dividida en dos generaciones. El escenario es Misent, un pueblo de la costa valenciana. Sus actores son Rub¨¦n Bertomeu, de 72 a?os, un arquitecto impregnado en su juventud de grandes ideales art¨ªsticos-urban¨ªsticos. Su hermano, Mat¨ªas, un viejo idealista revolucionario que acaba sus d¨ªas urdiendo odas a la alimentaci¨®n saludable. Federico Brouard, un escritor homosexual que bebe y se hace demasiadas preguntas en su af¨¢n de justificar su nulidad creativa. Silvia, la hija del arquitecto, esp¨ªritu contestatario a la vez que principal beneficiaria de la holgada situaci¨®n econ¨®mica que su padre ha alcanzado. M¨®nica, la nueva mujer de Rub¨¦n, insustancial y personaje arquet¨ªpico de la nueva psicolog¨ªa del nuevo rico espa?ol. Y a cierta distancia dram¨¢tica pero no por ello menos significativa, un mandado de Rub¨¦n, un ruso propietario de un club de alterne, un rumano en busca de su lugar en el confort europeo. A cada uno de ellos, Chirbes le da su voz y su registro. Cada de uno esos personajes arrastra un c¨²mulo de medias verdades, insatisfacciones, mentiras, infidelidades. Quienes venimos siguiendo la obra novel¨ªstica de Chirbes sabemos que no cuadran en ¨¦l las tesis unidimensionales. Sus personajes, y si no leamos con suma atenci¨®n el cap¨ªtulo que va de la p¨¢gina 165 a la 230, saben perfectamente qui¨¦nes son, incluso cuando se autoenga?an. O para decirlo con las palabras que E. L. Doctorow dedica a Scott Fitzgerald: "Todo lo que sabemos de ¨¦l, ¨¦l tambi¨¦n lo sabe". La decadencia de unos seres entregados a la impostura y a la codicia es una de las circunstancias que mejor he visto retratada en una novela espa?ola en los ¨²ltimos a?os. Novela de naufragios diversos, novela en la que incluso el personaje central ha perdido lo m¨ªnimo que siempre deber¨ªamos proteger: "Silvia no sabe si era un Rub¨¦n Bertomeu m¨¢s moral, pero s¨ª bastante m¨¢s interesante". -
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