La estenograf¨ªa, escritura oculta, al servicio de la nueva 'yihad'
?Qui¨¦nes son esos 3.000 usuarios enganchados a los sitios yihadistas? Los c¨®digos de encriptaci¨®n y el propio sistema impide la identificaci¨®n inmediata de este ej¨¦rcito de fieles que pueden consultar desde un manual de explosivos, como los incautados el pasado mi¨¦rcoles en Burgos, hasta una gu¨ªa de c¨®mo ir vestido sin llamar la atenci¨®n para atravesar la frontera siria y llegar hasta los grupos de la resistencia iraqu¨ª. "S¨®lo sabemos que son varones. Ignoramos qui¨¦n est¨¢ ah¨ª detr¨¢s. Hasta que no son objetivo es imposible identificarlos. El anonimato juega a su favor", reconoce un especialista de la Guardia Civil que particip¨® en la desarticulaci¨®n de la primera c¨¦lula de islamistas cuya principal herramienta era Internet.
La estenograf¨ªa, escritura oculta, es otro de los m¨¦todos que emplean los ojeadores en la red. Env¨ªan textos dentro de una fotograf¨ªa, un fichero dentro de otro. A simple vista s¨®lo se ve una imagen, pero all¨ª hay una imagen oculta. "Esto se est¨¢ utilizando en Espa?a", asegura un inform¨¢tico. En ocasiones, los ojeadores salen de sus locutorios en Pakist¨¢n y recorren Espa?a para ver en persona a sus ac¨®litos. Van de una ciudad a otra, observan, vigilan, estudian y captan a los militantes escogidos.
?D¨®nde est¨¢n estos servidores que alojan a las webs yihadistas? El Middel East Media Research Institute (MEMRI), un instituto de estudios no gubernamental, ha descubierto que la mayor¨ªa de los servidores que acogen estas p¨¢ginas se encuentran en occidente. "Los grandes servidores desconocen sus contenidos. Hasta que no se les avisa, las p¨¢ginas est¨¢n all¨ª d¨ªas, meses o a?os. A veces se cuelgan v¨ªdeos o escritos hasta en 500 servidores, as¨ª les da tiempo a que los baje mucha gente. Unos se cierran, pero otros no", afirma un especialista.
Cibercaf¨¦
El pasado 11 de marzo, el marroqu¨ª Abdelfat¨¢ Raydi estaba en un cibercaf¨¦ de Casablanca antes de hacer estallar su cintur¨®n de explosivos. "Rara es la operaci¨®n en la que alguno de los objetivos no entra en un cibercaf¨¦", explica un agente operativo. Todos los expertos consultados coinciden en que el proceso de radicalizaci¨®n a trav¨¦s de la red es m¨¢s r¨¢pido y seguro que cualquier otro.
Abu Musab Al Zarqaui, el jefe de Al Qaeda en Mesopotamia muerto en 2006 en Irak, fue uno de los primeros en descubrir el poder de la red. Lo hizo hace una d¨¦cada en una prisi¨®n jordana. Hasta su desaparici¨®n en Pakist¨¢n a manos de la CIA, Mustaf¨¢ Setmarian, un sirio casado con una espa?ola, se convirti¨® en otro h¨¢bil internauta.
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