Poussin, la naturaleza ideal
La exposici¨®n Poussin y la naturaleza, que se puede ver en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, es un acontecimiento de primer¨ªsimo orden. De los 32 ¨®leos y 53 dibujos de que consta la muestra, hay que destacar 17 ¨®leos de la ¨²ltima ¨¦poca, dado que rayan con la excepcionalidad. Su autor, el franc¨¦s Nicolas Poussin (1594-1665), dedic¨® su existencia a pintar la naturaleza. La mayor¨ªa de esos cuadros magistrales fueron pintados ¨²nicamente y exclusivamente como paisajes. Luego, una vez concluidos, introduc¨ªa las figuras, los temas, las historias que deseaba contar. Contrariamente al proceder de la mayor¨ªa de los artistas de su ¨¦poca y otros siglos, que tratan el paisaje como fondo secundario, para Poussin los paisajes son los verdaderos protagonistas de los cuadros. La inclusi¨®n de figuras con sus argumentos supone para ¨¦l un a?adido que viene a sumarse al valor atesorado del paisaje en s¨ª mismo.
Con la inclusi¨®n de las figuras el paisaje adquiere un nuevo sentido
Son paisajes inventados o medio inventados. Mientras sus dedos segu¨ªan al dictado de la raz¨®n, sus sentidos se llenaban de placer. Poussin consideraba una percepci¨®n err¨®nea poner el m¨¢ximo el ¨¦nfasis en el objeto, cuando todo est¨¢ en el esp¨ªritu. De ah¨ª su empe?o en querer transformar el espacio en varias formas constitutivas del tiempo: tiempo observado, tiempo detenido, tiempo en estado puro, para decirlo todo de una vez.
Eleg¨ªa la luz de los atardeceres -luz lejana, por tanto-, porque le interesa trabajar dentro de los medios tonos, sin contrastes estridentes. El sol siempre detr¨¢s y tapado, de manera que la luz no interfiriera en aquello que quiere plasmar. Para conseguir resultados satisfactorios, deb¨ªa trabajar sobre el dominio de los grises; es decir, lo m¨¢s dif¨ªcil de conseguir, porque en ellos habita la pintura en toda su pureza-grandeza. A la vez, se le hace necesario neutralizar permanentemente la exageraci¨®n. La ayuda del poeta latino Horacio, uno de sus referentes culturales, la toma como ideal para alcanzar los objetivos como pintor. Esa ayuda horaciana le anima a vivir en la serena altivez del t¨¦rmino medio. Poussin lo cumpli¨® a rajatabla. Se sabe que, en los ¨²ltimos a?os de su vida, el pintor normando pintaba tal como viv¨ªa, y, paralelamente, vivi¨® a la manera de su pintura. Pese a ser llamado el "Rafael franc¨¦s", lo que le distingue de los dem¨¢s artistas es la creaci¨®n de un privativo universo pl¨¢stico. Para tal fin decide que los sentidos, o sea, lo que permite aprehender el mundo exterior, tienen que estar sometidos al entendimiento. Su actitud racionalista viene a descubrir que, en tanto los sentidos descomponen, el esp¨ªritu compone. En este apartado puede asegurarse que es un adelantado de su ¨¦poca.
Su regla consiste en corregir la emoci¨®n. Su referencia constante, la raz¨®n. Vive bajo la tr¨ªada del orden, la claridad y la sencillez. Los poetas latinos Terencio, Lucrecio, Catulo, Propercio, Ovidio, Virgilio y el citado Horacio le proporcionaron conocimiento de la mitolog¨ªa griega (el mito considerado no como una alegor¨ªa vac¨ªa, sino como un poder vivo). De ah¨ª que el paisaje, los lugares y los temas que pinta est¨¦n inmersos en las visionarias tierras de inocencia y dignidad perdidas de la antig¨¹edad, donde habita un rebosamiento de paz y de tiempo sin tiempo. Todo eso tiene su reflejo palpable en las obras de la ¨²ltima ¨¦poca.
Las figuras que introduce, tras el acabado de los paisajes, corresponden a temas mitol¨®gicos (preferentemente), b¨ªblicos e hist¨®ricos. Con ellas el paisaje adquiere un nuevo sentido. El ser humano se ve impregnado de luz, aire, climas estacionales, vol¨²menes y colores. De ese material est¨¢tico crea una vida din¨¢mica de formas. El paisaje se humaniza, a la vez que lo representado se ve envuelto en una misma armon¨ªa y un mismo fin, con la intenci¨®n de expresar en t¨¦rminos pict¨®ricos el equivalente en t¨¦rminos aleg¨®ricos.
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