La pir¨¢mide y el cu?ado
A comienzos del pasado verano, millones de personas en todo el mundo participaron en la 7 New Wonders, una convocatoria para elegir por votaci¨®n electr¨®nica las nuevas siete maravillas del mundo. Si en lugar del m¨¦todo democr¨¢tico se hubiese optado por el meritocr¨¢tico, una de las ganadoras habr¨ªa sido sin duda la Cidade da Cultura, que el Gobierno de Manuel Fraga comenz¨® a erigir en un monte de Santiago; no por el resultado est¨¦tico, siempre opinable, sino porque el proceso ha sido fiel reflejo de los de la antig¨¹edad.
Como las pir¨¢mides, la Cidade surgi¨® para homenaje imperecedero a un gobernante -en este caso, Fraga- en el que lo primordial era que resultase imponente, y lo accesorio que fuese o no funcional. A fin de cuentas, desde los faraones hasta Mitterrand, pasando por Felipe II y el general Franco, muchos han sido los gobernantes que han querido dejar memoria p¨¦trea de su paso glorioso por la tierra. Para conseguirlo, no se escatimaron medios ni presupuesto, que empez¨® en 120 millones y se teme que acabar¨¢ en el triple: esto tambi¨¦n es todo un cl¨¢sico en este tipo de construcciones. En todas las grandes obras, lo importante es el motivo que las ha inspirado, y el resto de las contribuciones son prescindibles. Nadie se acuerda ya -ni siquiera ¨¦l mismo- de qui¨¦n contrat¨® y por cu¨¢nto al arquitecto responsable del concurso de ideas, Alfredo D¨ªaz Grande, marido de la ex consejera de la Xunta Pilar Rojo y amigo de Mariano Rajoy. El paso del tiempo ha sepultado asimismo las razones para contratar como director financiero a Manuel Fern¨¢ndez Balboa, un joven licenciado en Empresariales sin mucha m¨¢s experiencia que la de becario, pero sobradamente cu?ado de Rajoy y con suficiente instinto y reflejos como para postularse para el cargo cuatro d¨ªas despu¨¦s de que se crease.
El impulso constructor hizo tambi¨¦n que el contrato que fijaba los honorarios -13,9 millones- del arquitecto, el norteamericano Peter Eisenman, lo firmasen unos entusiastas que no ten¨ªan capacidad jur¨ªdica para ello. La elecci¨®n no fue banal y es quiz¨¢ lo ¨²nico claro de todo el asunto: Eisenman es el reconocido autor del monumento en memoria de los seis millones de jud¨ªos asesinados por el nazismo, construido en el centro de Berl¨ªn, una manzana de bloques de piedra como estelas funerarias que evoca el laberinto de muerte en el que se sumi¨® Europa en aquella ¨¦poca oscura. El deseo de culminar la obra hizo que no se reparase en detalles como traer la piedra de una cantera ilegal, propiedad de un entonces alcalde del PP. Mientras tanto, la obra sigue a cargo de los partidos que en la oposici¨®n la hab¨ªan tildado de "mausoleo funerario" y "valle de los Ca¨ªdos". El propio Fraga se disculp¨® a s¨ª mismo: "Incluso el palacio de Versalles fue pol¨¦mico en su ¨¦poca".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.