Ceniza
Desde Micenas a Olimpia, este verano en el Peloponeso ardieron los antiguos dioses y h¨¦roes griegos; ahora en el oto?o arde California, el territorio de los dioses y h¨¦roes modernos. Entre los doce trabajos a los que fue condenado H¨¦rcules no estaba el de bombero. Tambi¨¦n Arnold Schwarzenegger, que tantas cat¨¢strofes ha solucionado en la pantalla, parec¨ªa un mu?eco fantasmag¨®rico dentro del resplandor de las llamas. Algunos con este fuego podr¨¢n encender un puro para fum¨¢rselo repantigados en una hamaca esperando no perderse el fin del mundo. A la convulsi¨®n de la naturaleza se ha a?adido la locura humana. Ideol¨®gicamente el desastre empez¨® en el G¨¦nesis, cuando despu¨¦s de crear al hombre a su imagen y semejanza, Dios le dio carta blanca para que dominara la tierra. Creerse rey de la creaci¨®n sigue siendo el sue?o de un idiota. Por lo visto el hombre no piensa abdicar de este reinado hasta no dejar convertido este planeta en un basurero. El cambio clim¨¢tico es el nuevo Apocalipsis. Frente a este horizonte tenebroso unos desenvainan el l¨¢tigo del profeta Isa¨ªas y otros tocan el arpa como Ner¨®n. Los turistas que visitan en la Patagonia el glaciar Perito Moreno vuelven felices contando siempre la misma haza?a: el hielo para el g¨¹isqui lo arrancan directamente del propio glaciar los camareros; en cambio, los m¨¢s pesimistas, viendo c¨®mo se desploman gigantescos car¨¢mbanos del Polo Norte, creen que dentro de poco no quedar¨¢ hielo ni para el dep¨®sito de cad¨¢veres. No hay que sacralizar la naturaleza cuya brutalidad es evidente, pero ha llegado el momento de elegir entre dominar la tierra o amarla. Los masai no entierran a los muertos por no herirla con la azada. De hecho, frente al encargo del G¨¦nesis, que lleva a la destrucci¨®n del planeta, est¨¢ renaciendo una nueva espiritualidad. Consiste en diluir el alma en los r¨ªos claros, en los mares limpios, en los bosques, en los verdes valles. Este ideal que hasta ahora s¨®lo alimentaba a los malos poetas, hoy constituye nuestra ¨²nica salvaci¨®n. Es el asa azul donde agarrarse para caminar siquiera mentalmente a dos palmos sobre la basura general mientras, de Grecia a California, todos los dioses y los h¨¦roes se convierten en ceniza.
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