Universidad, de convergencia a la v¨ªa estrecha
El Real Decreto por el que se establece la ordenaci¨®n de las ense?anzas universitarias oficiales, que acaba de ser aprobado, conduce nuestra universidad a un aislacionismo semejante al que hace m¨¢s de medio siglo se produjo al hacer que, entre otras cosas, nuestras v¨ªas f¨¦rreas tuvieran un ancho menor que el de las europeas. Ahora la autarqu¨ªa se lleva a la producci¨®n y transmisi¨®n del conocimiento. Lo cual va contra el esp¨ªritu fundacional de los estudios universitarios, que siempre han aspirado a la m¨¢xima universalidad, y se hace, por ello, insostenible hasta para las mentalidades m¨¢s conservadoras. Es, adem¨¢s, una decisi¨®n contraria a la creciente movilidad de las personas, de las relaciones sociales, de los procesos econ¨®micos y de los ordenamientos pol¨ªticos. Una decisi¨®n que nos conduce al aislacionismo de una universidad de v¨ªa estrecha.
Los grados de cuatro a?os no dan acceso a trabajos m¨¢s cualificados
La Uni¨®n Europea lleva a?os embarcada en un proceso de convergencia de los estudios universitarios, cuyo fin primordial es facilitar la movilidad de estudiantes, profesores y trabajadores. Por ello, e independientemente de otras cuestiones que dicho proceso suscita, la mayor¨ªa de los pa¨ªses (m¨¢s de un 85%, creo), entre los que se encuentran los cient¨ªficamente m¨¢s avanzados como Francia, Alemania, Italia, Reino Unido o Suecia, han optado por una estructura com¨²n, que se adecua al vigente sistema productivo y laboral. Han establecido unos estudios universitarios de grado de tres a?os y, consecuentemente, unos de postgrado de dos a?os, dado que el total ha de ser de cinco a?os. Con esa distribuci¨®n, por un lado, quieren dar a la mayor¨ªa de los estudiantes una preparaci¨®n suficiente para su inserci¨®n laboral en nuestra sociedad del conocimiento, en la que muchas empresas y no pocas instituciones prefieren completar ellas mismas la formaci¨®n de sus empleados m¨¢s j¨®venes, y, por otro lado, reservan dos a?os para unos estudios de postgrado o m¨¢steres, de modo que tengan la duraci¨®n suficiente para recoger a estudiantes o profesionales con diferentes formaciones y darles la preparaci¨®n m¨¢s espec¨ªfica, elevada o t¨¦cnica posible. El doctorado, como un tercer escal¨®n que prepara a los investigadores y acad¨¦micos, tiene su duraci¨®n ligada a la elaboraci¨®n de la tesis doctoral y var¨ªa seg¨²n las distintas ¨¢reas de conocimiento.
Frente a ello, nuestros ilustrados dirigentes proponen ahora una ordenaci¨®n distinta y peculiar, un diferente ancho de v¨ªa para la circulaci¨®n por la vida universitaria espa?ola, con grados de cuatro a?os, que no permiten el acceso a trabajos m¨¢s cualificados que los grados de tres, y postgrados de un a?o, tiempo insuficiente para dar una especializaci¨®n con la profundidad requerida y para permitir el acceso a estudiantes con formaciones distintas. En esas condiciones ?qu¨¦ estudiantes europeos van a venir a cursar nuestros devaluados m¨¢steres, para los que adem¨¢s les har¨ªa falta cursar un a?o adicional?, ?por qu¨¦ obligar a que nuestros estudiantes que quieran hacer alg¨²n m¨¢ster en el extranjero tengan que terminar cursando seis a?os?
Ser¨ªa injusto decir que toda la responsabilidad de esta propuesta cae del lado del actual Ministerio de Educaci¨®n. Me temo que ¨¦ste no ha hecho m¨¢s que seguir las l¨ªneas que ya estaban marcadas por el Consejo de Rectores y el conservadurismo de la mayor¨ªa de nuestras universidades. Es comprensible que las universidades peque?as, p¨²blicas o privadas, que evidentemente son demasiadas en nuestro pa¨ªs, no tengan recursos acad¨¦micos para generar estudios de postgrado de dos a?os de calidad y por ello hayan defendido los grados de cuatro a?os. Es comprensible tambi¨¦n que la mayor¨ªa de los estudios de ciclo corto, como los de Enfermer¨ªa, Ingenier¨ªa T¨¦cnica o Trabajo Social, que llevan tiempo pidiendo convertirse en licenciatura hayan reafirmado su voluntad de crecer y hayan defendido los cuatros a?os de estudios de grado. Pero lo que no es comprensible, excepto bajo el nefasto principio del caf¨¦ para todos, que tantas falsas calmas y problemas nos est¨¢ trayendo, es que sean las universidades nuevas o peque?as y los estudios de ciclo corto los que hayan marcado las consideraciones del Consejo de Rectores. Mucho menos comprensible se hace si el objetivo es, como tantas veces se recalca, la convergencia con el resto de Europa. Pero as¨ª ha sucedido.
Tampoco ser¨ªa justo exonerar completamente a este ministerio de la propuesta realizada, pues hasta la llegada de la nueva ministra y de su equipo todo apuntaba a que finalmente se iba imponiendo el sentido com¨²n universitario y se caminaba hacia la convergencia del 3 + 2. De hecho, suya es la propuesta de que de los cuatro a?os de estudio del grado el primero sea b¨¢sicamente com¨²n para estudios de ¨¢reas cercanas (por ejemplo, en Ciencias Sociales), con el argumento de que ello disminuir¨¢ el fracaso al facilitar la movilidad entre tales estudios (Historia, Sociolog¨ªa, Antropolog¨ªa, Ciencias Pol¨ªticas, Econ¨®micas y Derecho, en este ejemplo). Esto es, se defiende la movilidad interna, ya no estatal sino regional, por la regi¨®n de las ciencias sociales espa?olas, en esta caso, pero a costa de dificultar gravemente la convergencia con el resto de Europa, como hemos visto.
Se nos conduce as¨ª, otra vez, a la autarqu¨ªa de la v¨ªa estrecha, pero ahora referida a la transmisi¨®n y producci¨®n del conocimiento, lo que a¨²n es peor. Espero, sin embargo, que seamos capaces de encontrar los medios para evitar este desastre.
Fernando J. Garc¨ªa Selgas es profesor titular de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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