Evidencias de un agresor desconocido

Emilia M. volv¨ªa a casa el 2 de abril de 1995 cuando un chico se le cruz¨® en la carretera y empez¨® a golpear el cap¨® de su coche. Era medianoche, estaba descalzo y le ped¨ªa ayuda. Sentada en el arc¨¦n estaba Alfonsa, su novia. Dos hombres la acababan de violar. "?Es que no me conoces?", pregunt¨® Alfonsa. "La ten¨ªa vista", dice Emilia. Porque ambas viv¨ªan en Esparraguera, un pueblo de Barcelona. La reconoci¨® y los acerc¨® al cuartel de la Guardia Civil. Emilia ten¨ªa 19 a?os. Cuatro a?os antes, y a menos de un kil¨®metro de all¨ª, dos hombres hab¨ªan violado tambi¨¦n a su hermana Isabel.

La violaci¨®n de Isabel de 1991 contin¨²a impune. Por la de Alfonsa s¨®lo ha sido condenado uno de los autores. Los restos de semen recogidos en seis violaciones cometidas en 1995, la de Alfonsa entre ellas, sirvieron para condenar a Antonio Garc¨ªa Carbonell a 228 a?os de c¨¢rcel. El perfil gen¨¦tico del otro violador era siempre el mismo, pero ¨¦ste no ha sido detenido todav¨ªa. El archivo centralizado que prev¨¦ crear la nueva Ley sobre identificadores de ADN permitir¨¢ saber si ese perfil gen¨¦tico an¨®nimo es compatible con el de alguno de los condenados, dispersos en los distintos registros policiales.

Pero Emilia no es el ¨²nico nexo vivo entre las agresiones cometidas en 1995 y las ocurridas en 1991. Reyes Ben¨ªtez, guardia civil, particip¨® en ambas investigaciones. Un informe suyo de 1996 traz¨® un puente inesperado entre las dos olas de violaciones: Garc¨ªa Carbonell era tambi¨¦n el autor de una de las violaciones de 1991 por la que hab¨ªan sido condenados, injustamente, los marroqu¨ªes Abderrazak Mounib y Ahmed Tommouhi -muy parecido f¨ªsicamente a Garc¨ªa Carbonell-. El ADN demostr¨® que la v¨ªctima se hab¨ªa equivocado al identificarlos.

El desconocido que acompa?¨® a Garc¨ªa Carbonell es un familiar cercano suyo, como muestra su perfil gen¨¦tico. La Ley de Enjuiciamiento Criminal establece desde 2003 que ning¨²n sospechoso puede negarse a dar una muestra de ADN si lo ordena un juez. Fiscales y polic¨ªa podr¨ªan emplearse ahora en obtener perfiles que permitan tanto hallar culpables como reparar los casos de inocentes condenados.