El largo viaje de ?ngeles Santos
La pintora de 96 a?os, que expone en Madrid, persigue su ¨¦poca rosa
En las paredes del Museo Reina Sof¨ªa cuelga Un mundo, un enorme cuadro de tres por tres metros, obra de ?ngeles Santos (Port Bou, 1911), que la cr¨ªtica suele conectar con las corrientes surrealistas.
"Me inspiraba en lo que le¨ªa, sobre todo en Juan Ram¨®n", dice la artista
Se present¨® en 1929 en Madrid, en el Sal¨®n de Oto?o, y cautiv¨® por su vanguardismo. Un a?o m¨¢s tarde, el sal¨®n dedic¨® a la jovenc¨ªsima artista su primera exposici¨®n individual, en la que mostr¨® 34 obras realizadas desde 1927. Entre otras, adem¨¢s de Un mundo, La tertulia, tambi¨¦n hoy en el Reina Sof¨ªa, y que se asocia con los postulados de la Nueva Objetividad alemana, o el Retrato de la marquesa de Alquibla, que se expone hasta el 2 de diciembre en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid como parte de la exposici¨®n El retrato moderno en Espa?a (1906- 1936). Pero la pintora tambi¨¦n llev¨® al sal¨®n sus demonios, a veces elocuentes, como en Alma que huye de un sue?o, o estremecedores, como en La familia comiendo o en La ni?a muerta.
Esa exposici¨®n coloc¨® su nombre en la historia del arte espa?ol e intrig¨® a los intelectuales de la ¨¦poca. Ram¨®n G¨®mez de la Serna, Federico Garc¨ªa Lorca, Jorge Guill¨¦n o Juan Ram¨®n Jim¨¦nez se cartearon con la artista y peregrinaron a su casa de Valladolid, donde ella los recib¨ªa, recuerda ahora, 80 a?os despu¨¦s, "en la visita", siempre en compa?¨ªa de los padres. ?Cu¨¢l era su misterio? "Si s¨®lo fuese una imaginaci¨®n ?ngeles Santos, si s¨®lo fuese la que conserva m¨¢s vivos en la memoria sus sue?os y los traslada al lienzo, no tendr¨ªa la verdadera calidad de pintora. Lo que la distingue es que, en la sustancia con que los redacta, hay 'pinturas', y eso les hace pasar de su estado de fluorescencia divagante y aparencial a un estado fijo de estampaci¨®n eternal, con un tizne maravilloso de perpetuidad. Son iluminaciones de la realidad, equilibrios en que la realidad se extas¨ªa y queda horas prendida", escribi¨® G¨®mez de la Serna en La Gaceta Literaria del 1 de abril de 1930.
El pintor e ilustrador Juli¨¢n Grau Santos, ¨²nico hijo de la artista, pone el dedo en la llaga: ?qu¨¦ iba a saber de surrealismo una ni?a "de colegio de monjas", que por toda formaci¨®n recibi¨® las clases particulares de un profesor italiano en Valladolid? "Yo ya nac¨ª pintora, se ve. Me inspiraba en cosas que le¨ªa", responde ella desde su memoria empa?ada. Habla, sobre todo, de Jorge Guill¨¦n y de Juan Ram¨®n, a quien debe los versos que le sugirieron Un mundo: "(...) vagos ¨¢ngeles malvas / apagan las verdes estrellas / Una cinta tranquila / de suaves violetas / abrazaba amorosa / a la p¨¢lida Tierra". "Mi padre compr¨® dos lienzos en Macarr¨®n y los unimos. Lo pegamos con tachuelas en la pared y yo dorm¨ªa al lado. Cuando me ven¨ªa una idea, la pintaba", dice Santos, al pie de un caballete en el estudio en el que sigue trabajando, en Majadahonda, en casa de su hijo.
Pero algo se rompi¨® tras una adolescencia de pintura casi febril. Y no por culpa de un ¨¦xito que Santos vivi¨® como espectadora de s¨ª misma. Una noche sali¨® de casa y empez¨® a caminar por los campos. Luego, el internamiento. Aunque no dur¨® demasiado: "G¨®mez de la Serna, con quien se escrib¨ªa mucho, porque algo se hab¨ªa enamorado de ella, se enter¨® y denunci¨® en sus art¨ªculos que el padre de ?ngeles Santos la ten¨ªa recluida en un sanatorio mental. Mi abuelo la sac¨® y la mand¨® con sus abuelos maternos al Ampurd¨¢n", cuenta Grau Santos. No volvi¨® a coger los pinceles hasta que, en 1935, conoci¨® al pintor Emili Grau Sala. Aunque algo se perdi¨®, s¨®lo ella sabe por qu¨¦, para siempre. "Cuando me cas¨¦, me dije que ya no quer¨ªa pintar m¨¢s como lo hab¨ªa hecho". Regal¨® telas y destruy¨® otras o pint¨® encima flores, paisajes, bodegones y retratos, mucho menos valorados por la cr¨ªtica. "Dec¨ªa que no le gustaban sus primeros cuadros, que eran t¨¦tricos y le hab¨ªan hecho sufrir", recuerda Grau Santos.
La paleta se volvi¨® luminosa de amarillos, malvas y verdes inexistentes en su obra de juventud. A¨²n en sus trabajos m¨¢s recientes, la artista, que llama "monstruos" a sus piezas maestras, sigue persiguiendo su ¨¦poca rosa. Con el comienzo de la Guerra Civil, el matrimonio Grau Santos se traslad¨® a Francia, pero en 1937 la artista regres¨® sola a Espa?a, donde dio a luz a su hijo. De nuevo el abandono de la pintura hasta 1963, a?o en que se reuni¨® de nuevo con Grau Sala, con quien vivi¨® en Par¨ªs hasta la muerte de ¨¦ste en 1975.
Para algunos, Santos, hermana del cr¨ªtico de arte Rafael Santos Torroella, es una Rimbaud de la pintura. O quiz¨¢ s¨®lo recorri¨® un camino inverso a la inocencia, posiblemente perdida precoz y dolorosamente por una ni?a de talento inasible. El mismo que Juan Ram¨®n describi¨® en una p¨¢gina de su Espa?oles de tres mundos. Viejo mundo, nuevo mundo, otro mundo. Caricatura l¨ªrica (1914-1940): "Alguno se acerca curioso a un lienzo y mira por un ojo y ve a ?ngeles Santos corriendo gris y descalza orilla del r¨ªo. Se pone hojas verdes en los ojos, le tira agua al sol, carb¨®n a la luna. Huye, viene, va. De pronto, sus ojos se ponen en los ojos de las m¨¢scaras pegados a los nuestros. Y mira, la miramos. Mira sin saber a qui¨¦n. La miramos. Mira".
Babelia
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