Cartas boca arriba
Durante largos a?os, la cuesti¨®n nacional en Espa?a ha sido objeto, desde los medios de comunicaci¨®n y la opini¨®n publicada en general, de una visi¨®n sesgada, decididamente estr¨¢bica. Los ¨²nicos nacionalismos pol¨ªticos identificados como tales eran los perif¨¦ricos (el vasco, el catal¨¢n, el gallego, etc¨¦tera). La ¨²nica agitaci¨®n nacionalista era la que se expresaba enarbolando ikurri?as o estelades, o exhibiendo carteles con la leyenda Freedom for Catalonia. En cambio, blandir la bandera rojigualda bajo cualquiera de sus variantes (con escudo constitucional, con ¨¢guila o con toro) y vitorerar a Espa?a hasta desga?itarse, eso era, ya lo hiciesen ni?as pijas del barrio de Salamanca o broncos hinchas futbol¨ªsticos, un mero rasgo de normalidad, todo lo m¨¢s de sano fervor patri¨®tico. Aquel que Michael Bilig calific¨® hace ya m¨¢s de una d¨¦cada de "nacionalismo banal", el nacionalismo de Estado, ha gozado entre nosotros de una rara invisibilidad anal¨ªtica.
El espa?olismo excluye a millones de habitantes, la mayor¨ªa de los cuales no son independentistas
Parece, sin embargo, que las cosas podr¨ªan cambiar. Est¨¢ a punto de llegar a las librer¨ªas un volumen colectivo de perfil acad¨¦mico, coordinado por el profesor Carlos Taibo, que lleva por t¨ªtulo Nacionalismo espa?ol. Y empiezan a publicarse en la prensa de ¨¢mbito estatal art¨ªculos en los que se maneja ese concepto -el de nacionalismo espa?ol- con normalidad, como descripci¨®n de un elemento fundamental en el presente debate pol¨ªtico-identitario. Y es que, despu¨¦s de muchos lustros de miop¨ªa selectiva, ning¨²n observador honesto de nuestra vida p¨²blica puede seguir obviando la realidad de un espa?olismo rampante y desplegado a la ofensiva.
A la ofensiva, s¨ª, y adem¨¢s a una ofensiva total. Perm¨ªtanme que ilustre y documente esta afirmaci¨®n con el examen del proyecto que lanz¨® desde Madrid, la pasada semana, la sedicente plataforma de asociaciones Por la Concordia Nacional y la Reforma Constitucional. Integran este lobby el Foro Ermua de I?aki Ezquerra con su Fundaci¨®n Papeles de Ermua, Convivencia C¨ªvica Catalana (CCC), la Fundaci¨®n Concordia y la Fundaci¨®n para la Defensa de la Naci¨®n Espa?ola (Denaes). Si consideramos que la Fundaci¨®n Concordia fue creada y presidida por Alejo Vidal-Quadras en 1994, cuando todav¨ªa lideraba el PP catal¨¢n, que el mismo Vidal-Quadras impuls¨® y dirigi¨® CCC desde 1998, una vez perdido ya aquel liderazgo, y que el propio Vidal-Quadras es desde 2006 uno de los ocho patronos-fundadores de Denaes, convendremos que el conjunto resulta bastante endog¨¢mico y no demasiado plural. Pero esto no debe distraernos del contenido de la propuesta que tales colectivos formulan.
Lo que proponen es nada menos que una reforma a fondo de la Constituci¨®n de 1978, el cambio de medio centenar de art¨ªculos sustanciales de la Carta Magna. ?Con qu¨¦ esp¨ªritu e intenciones? Para conjurar "el riesgo de quiebra de la propia organizaci¨®n y estructura del Estado nacional espa?ol", para "proceder al cierre del sistema auton¨®mico". La reforma, argumentada y expuesta al detalle en un documento de 97 p¨¢ginas, comenzar¨ªa por transformar el Pre¨¢mbulo constitucional en una empalagosa afirmaci¨®n del car¨¢cter ineluctable y predestinado de la configuraci¨®n hist¨®rica de Espa?a con sus hechuras actuales. Luego, el texto suprime del art¨ªculo 2 la referencia a "nacionalidades y regiones" y la reemplaza por "Comunidades Aut¨®nomas", refuerza el estatus legal del castellano por encima de las dem¨¢s lenguas e impone la toponimia biling¨¹e (aquel entra?able Gerona / Girona de 20 a?os atr¨¢s). En el art¨ªculo 27.8, nuestros reformadores quieren que el Estado garantice "en toda Espa?a el derecho de los alumnos a recibir la ense?anza en castellano o espa?ol", sin obligatoriedad alguna de aprender catal¨¢n, euskera o gallego, y hasta eliminan del art¨ªculo 46 una inocente alusi¨®n a "los pueblos de Espa?a".
Otro punto fuerte de la propuesta es la modificaci¨®n del sistema electoral, aumentando hasta 500 el n¨²mero de diputados al Congreso, pero eligiendo a los 150 adicionales por circunscripci¨®n ¨²nica estatal, para minimizar as¨ª el peso pol¨ªtico de los partidos perif¨¦ricos. Igualmente, se dificulta hasta hacerla casi imposible la reforma de los estatutos, se retira a las comunidades aut¨®nomas las competencias normativas sobre ordenaci¨®n territorial, urbanismo y vivienda o medio ambiente, se recortan sus atribuciones en materia de orden p¨²blico, de ense?anza y de cultura, y por supuesto se liquida cualquier referencia a los derechos hist¨®ricos. En s¨ªntesis, el prop¨®sito de la iniciativa que Vidal-Quadras y sus influyentes amigos brindan al Partido Popular es suprimir los leves elementos federalizantes del actual marco jur¨ªdico espa?ol, y blindar "un Estado unitario de base nacional pero pol¨ªticamente descentralizado". Descentralizaci¨®n, bajo el r¨®tulo formal de autonom¨ªa. Y no se trata de una reacci¨®n defensiva ante la escalada soberanista de los ¨²ltimos a?os: ellos mismos reconocen que el Estado auton¨®mico generaba problemas, pose¨ªa una "l¨®gica perversa", desde su origen.
Personalmente, agradezco muy de veras a los individuos y fundaciones citados m¨¢s arriba, a esos vectores del nacionalismo espa?ol -que no tienen nada de marginales ni de freakies- la franqueza de poner sus cartas boca arriba, de mostrar que su idea de Espa?a excluye radicalmente a varios millones de habitantes de esta piel de toro, la mayor¨ªa de los cuales no son independentistas. Ahora, s¨®lo querr¨ªa que esta propuesta de contrarreforma constitucional -bastante m¨¢s grave y significativa, creo, que la quema de unas fotos del Rey- mereciese la mitad de la atenci¨®n, del debate y de los an¨¢lisis que suscit¨® aquel breve sarampi¨®n de piroman¨ªa antimon¨¢rquica.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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