Palabras, no hechos
No comparto una cierta tendencia contempor¨¢nea a reducir el debate pol¨ªtico a una competici¨®n entre gestores. No creo que el centro de la confrontaci¨®n pol¨ªtica sea ni deba ser la discusi¨®n sobre qui¨¦n resuelve mejor los problemas de la cotidianidad, los horarios de los trenes o qui¨¦n cuadra m¨¢s afinadamente los presupuestos. Ni siquiera estoy de acuerdo con la frase habitual en las tertulias de que los pol¨ªticos deben hablar de los problemas "que realmente interesan a los ciudadanos", como si las hipotecas, los peajes y en general el bolsillo fuesen lo ¨²nico que mueve a las personas en su contacto con la esfera p¨²blica. Por tanto, no creo que las elecciones sean un m¨¦todo de escoger gobernantes m¨¢s o menos equivalente a los m¨¦todos que utilizamos para ver qu¨¦ gestor nos hace la declaraci¨®n de la renta o qu¨¦ garaje nos repara el coche.
Montilla dise?¨® con su lema de campa?a 'Fets, no paraules', la ratonera en la que ahora se ve preso
Por el contrario, creo que el n¨²cleo esencial de la pol¨ªtica es el debate entre modos distintos de ver el mundo, entre ideas e ideolog¨ªas distintas y alternativas. La buena gesti¨®n debe darse por a?adidura y es un criterio que se debe utilizar, pero nunca el principal. De la misma manera, creo que la materia prima de la pol¨ªtica no son s¨®lo las hipotecas y los horarios de los trenes, sino tambi¨¦n las esperanzas, los ideales e incluso los sentimientos. Ciertamente, apelar s¨®lo a los sentimientos, olvidando los intereses, nos llevar¨ªa al populismo. Pero olvidar que la pol¨ªtica moviliza sentimientos, ideas, valores, nos llevar¨ªa a la tecnocracia, a dejar nuestra gobernaci¨®n en manos de especialistas supuestamente as¨¦pticos. En vez de elecciones tendr¨ªamos que montar oposiciones.
Se entender¨¢, por tanto, que cuando el hoy presidente Jos¨¦ Montilla escogi¨® como lema de campa?a electoral su famoso Fets, no paraules -que otros hab¨ªan utilizado antes-, no compartiese su mensaje de fondo. Los hechos se presentan como el terreno de la gesti¨®n, de lo concreto, lejos de la ¨¦pica pero tambi¨¦n de la esperanza y el proyecto. Las palabras, minusvaloradas en este lema, aparecen como la parafernalia in¨²til, como algo que se lleva el viento, lo poco pr¨¢ctico, lo que no toca con los pies en el suelo. Tal vez por mi condici¨®n de escritor, las palabras me gustan, y no creo que sean por definici¨®n inferiores a los hechos. En cualquier caso, si las palabras significan discurso, proyecto, ideas, tambi¨¦n se las pido a los pol¨ªticos.
Digo que no compart¨ªa el esp¨ªritu del lema de Montilla, pero lo comprend¨ªa. Despu¨¦s de dos presidentes de discurso fuerte, muy dados a la palabra, como Jordi Pujol y Pasqual Maragall, Montilla consideraba que su mejor activo era la capacidad de gesti¨®n, los hechos. El paso por el Ministerio de Industria no consolid¨® esta imagen -conseguida en la alcald¨ªa de Cornell¨¤, en la Diputaci¨®n, pero sobre todo en la organizaci¨®n del PSC-, pero hab¨ªa un consenso general en considerar a Montilla una persona capacitada para la gesti¨®n de la cotidianidad. Entr¨¢bamos en un periodo en el que habr¨ªa m¨¢s y mejor gesti¨®n que discursos.
Ahora bien, llenar el debate pol¨ªtico con la gesti¨®n, convertirla en el ¨²nico eje de la discusi¨®n, exige una condici¨®n imprescindible: que la gesti¨®n sea perfecta. Si de todo el escenario pol¨ªtico iluminas s¨®lo el rinc¨®n dedicado a la gesti¨®n -y dejas a oscuras los rincones del discurso, de las ideas, de la ¨¦pica, de las palabras-, en este trozo de escenario tienes que hacerlo muy bien. Por eso, la crisis de las infraestructuras en Catalu?a complica la vida de una forma tan visible al presidente Montilla: porque se produce en el rinc¨®n iluminado del escenario. En el rinc¨®n que ¨¦l mismo hab¨ªa decidido iluminar. En el rinc¨®n de los hechos. Si proclamas que lo importante son los hechos y no las palabras, los hechos tienen que ser indiscutibles, claros, apabullantes. Porque lo que no puedes intentar a ¨²ltima hora -ni siquiera ante las pr¨®ximas elecciones generales- es salvar con palabras lo que se ha agrietado en los hechos. Si has dicho que las palabras no son importantes, no puedes esperar ahora que sean las palabras -las ideas, la ¨¦pica de izquierdas, las apelaciones al progresismo- las que salven el agujero dejado por los hechos.
El error no es de ahora. Seguro que traer el tren de gran velocidad a Barcelona es complicad¨ªsimo. Seguro que gestionar el tr¨¢fico en estas condiciones es muy dif¨ªcil. Seguro que perforar un subsuelo muy perforado es un problema. Pero el impacto pol¨ªtico de estos problemas de gesti¨®n es inmensamente mayor porque se nos prometi¨® precisamente gesti¨®n. Montilla dise?¨® con su lema de campa?a la ratonera en la que ahora se ve preso. La pol¨ªtica exige tambi¨¦n palabras. Cre¨ªmos que el fets, no paraules era el lema con el que el hoy presidente Montilla quer¨ªa poner en valor el activo de la capacidad de gesti¨®n. Hoy podemos sospechar que este lema lo que pretend¨ªa era ocultar el pasivo de la falta de discurso.
Vicen? Villatoro es escritor.
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