UE: al borde del precipicio iran¨ª
Europa juguetea mientras Washington y Teher¨¢n avanzan hacia la guerra
Europa se arrastra hacia otro desastre de pol¨ªtica exterior del tama?o del relacionado con Irak. Este desastre se llama Ir¨¢n. Se presenta en dos variantes. La primera es que EE UU bombardee Ir¨¢n antes de que George W. Bush abandone la Casa Blanca en enero de 2009. La segunda, que de aqu¨ª a unos a?os, Ir¨¢n obtenga una bomba nuclear. Los europeos, en general, est¨¢n hipersensibilizados ante el primer peligro y ciegos ante el segundo. Deber¨ªamos estar ya haciendo algo para prevenir los dos. Pero nos limitamos a acercarnos, son¨¢mbulos, al borde del precipicio.
No hace falta que explique con detalle los m¨²ltiples riesgos de una acci¨®n militar ni, conf¨ªo, que subraye que no pretendo equiparar moralmente a Washington y Teher¨¢n. Ahora bien, ?por qu¨¦ no somos tambi¨¦n conscientes del otro peligro? Hace 25 a?os sal¨ªan millones de personas a las calles de Bonn, Londres y Roma para protestar contra el despliegue de misiles nucleares estadounidenses e incluso contra la energ¨ªa nuclear de usos civiles. ("Atomkraft? Nein, Danke"). Ahora, un r¨¦gimen isl¨¢mico que va por su cuenta, inestable y cada vez m¨¢s militarizado, cuyo presidente ha exhortado a eliminar a Israel del mapa, avanza sin titubear hacia una situaci¨®n que le permitir¨ªa dar r¨¢pidamente el ¨²ltimo paso, si as¨ª lo deseara, para obtener un arma nuclear. Una de las consecuencias probables ser¨ªa una carrera de armamento nuclear en Oriente Pr¨®ximo, puesto que las potencias sun¨ªes, como Arabia Saud¨ª, querr¨ªan tener sus propias bombas.
Ante la posibilidad de cosechar otro desastre en Ir¨¢n y para tener credibilidad, la UE debe hacer lo que predica
?D¨®nde est¨¢n ahora los intelectuales que hace 25 a?os se manifestaban contra la energ¨ªa nuclear y los misiles?
?D¨®nde est¨¢n los intelectuales y pacifistas alemanes, brit¨¢nicos e italianos que den la se?al de alarma? ?D¨®nde han ido a parar todas las manifestaciones? La proliferaci¨®n nuclear hace que el riesgo de que lleguen a usarse las armas nucleares sea mayor que en aquellos ¨²ltimos a?os de la guerra fr¨ªa, aunque el alcance de la aniquilaci¨®n ser¨ªa menor. Podr¨¢n decirme: "Pero Israel, Pakist¨¢n e India ya tienen sus bombas". S¨ª, ¨¦se es un problema, y no hay duda de que Occidente emplea un doble rasero cuando trata con India e Israel; pero ¨¦sa no es raz¨®n para dejar que todav¨ªa m¨¢s pa¨ªses adquieran sus propios instrumentos de carnicer¨ªa de masas. Un error no se arregla con otros cuatro.
De modo que, si Europa no quiere traicionar sus propios valores e intereses, tiene que tratar de evitar estos dos peligros (es verdad que EE UU ha desperdiciado varias oportunidades de hacer algo constructivo en el ¨²ltimo decenio, pero no sirve de nada hacerlo notar. Estamos donde estamos). Desde hace varios a?os, Alemania, Francia, el Reino Unido y el representante de la UE, Javier Solana, encabezan las negociaciones nucleares con Ir¨¢n, con la colaboraci¨®n del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica y, m¨¢s o menos (normalmente, menos), con el apoyo de EE UU, Rusia y China. Dos resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU han servido para aumentar las presiones sobre Ir¨¢n. No parece que haya alg¨²n gran avance en perspectiva. Ir¨¢n sigue construyendo sus centrifugadoras, y EE UU, que ha perdido la paciencia, acaba de imponer otra serie de sanciones, dirigidas especialmente contra la Guardia Revolucionaria.
La urgencia actual se debe a dos calendarios electorales: el de EE UU, que todos conocemos, y el de Ir¨¢n, que incluye elecciones parlamentarias el pr¨®ximo mes de marzo y una elecci¨®n presidencial en 2009. Las dos elecciones iran¨ªes influir¨¢n en el rumbo del pa¨ªs, aunque no lo decidir¨¢n. Europa deber¨ªa tener siempre en cuenta, en todas sus actuaciones, las consecuencias para la compleja din¨¢mica social y pol¨ªtica de Ir¨¢n y para EE UU. Sin embargo, paralizada por sus diferencias internas y por la falta de un aut¨¦ntico aparato de pol¨ªtica exterior, la UE no est¨¢ haciendo casi nada. Un caracol borracho ir¨ªa m¨¢s deprisa.
?Qu¨¦ deber¨ªamos hacer? Deber¨ªamos proponer, en estrecha consulta con EE UU, y en la medida de lo posible con Rusia y China, una doble estrategia, con una gran zanahoria y un enorme palo. La gran zanahoria tendr¨ªa que ser el ofrecimiento de conversaciones, sin ninguna condici¨®n previa, sobre cualquier cosa de la que quiera hablar la Rep¨²blica Isl¨¢mica, desde la interpretaci¨®n de los libros sagrados (tema de una erudita carta del presidente Ahmadineyad al presidente Bush) hasta una conferencia regional sobre Irak, pasando por las disposiciones sobre energ¨ªa nuclear, el comercio, las inversiones y la plena normalizaci¨®n de relaciones con EE UU. El premio ser¨ªa conseguir que EE UU e Ir¨¢n se sienten a negociar directamente. Eso significa sacar a los dos de las inc¨®modas posiciones en las que ellos mismos se han colocado: EE UU dice que no negociar¨¢ hasta que Ir¨¢n suspenda el enriquecimiento de uranio, e Ir¨¢n dice que no lo suspender¨¢ hasta que EE UU negocie. Para conseguirlo har¨¢n falta grandes dosis de compromiso, chapuza y disimulo, pero eso es la diplomacia, al fin y al cabo.
Tambi¨¦n ser¨¢n necesarias presiones m¨¢s eficaces. Si no queremos que las presiones sean militares, tendr¨¢n que ser econ¨®micas. Estados Unidos ya ha hecho pr¨¢cticamente todo lo que pod¨ªa hacer desde esa perspectiva, incluido atemorizar a los bancos europeos para que dejen de financiar el comercio y las inversiones en Ir¨¢n, pero no tiene una relaci¨®n comercial directa que pueda retener. Europa s¨ª. De acuerdo con la Comisi¨®n Europea, el 27,8% del comercio realizado por Ir¨¢n el a?o pasado lo llev¨® a cabo con la UE, lo cual convierte a ¨¦sta en el mayor socio comercial del pa¨ªs. Un tercio de las importaciones iran¨ªes tuvo su origen en la Uni¨®n. Entre los pa¨ªses europeos, el mayor socio comercial fue Italia, y Alemania sigue siendo, con mucho, el mayor exportador europeo a la rep¨²blica isl¨¢mica.
Muchas de esas exportaciones est¨¢n respaldadas por garant¨ªas de cr¨¦dito a la exportaci¨®n, que son todav¨ªa m¨¢s importantes cuando los bancos privados se retiran. En los ¨²ltimos a?os, Alemania ha reducido sus garant¨ªas de cr¨¦dito a nuevas exportaciones a Ir¨¢n, despu¨¦s del auge experimentado entre 2000 y 2005, pero el volumen actual de garant¨ªas sigue siendo relativamente estable y muy importante. El Reino Unido tiene una responsabilidad actual de unos 600 millones de d¨®lares (poco m¨¢s de 400 millones de euros). El encargado de este cap¨ªtulo en el Ministerio alem¨¢n de Econom¨ªa me dice que la cantidad total comprometida por su Gobierno es de unos 5.000 millones de euros (7.200 millones de d¨®lares), m¨¢s de 10 veces m¨¢s. Italia tambi¨¦n tiene garantizada una suma considerable. Ese es nuestro gran palo europeo, con el que deber¨ªamos amenazar mientras seguimos hablando tranquilamente.
No les extra?ar¨¢ saber que sobre esta cuesti¨®n hay diversidad de opiniones en los relucientes pasillos de Europa. El Reino Unido y -la gran novedad- la Francia de Sarkozy est¨¢n de acuerdo en interrumpir las nuevas garant¨ªas de cr¨¦dito a la exportaci¨®n, ya sea en una acci¨®n coordinada de la UE (que ya tiene en vigor sanciones m¨¢s estrictas de lo que recomienda la ¨²ltima resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU) o mediante una tercera resoluci¨®n. Italia, Alemania y otros pa¨ªses europeos se resisten. La clave, como ocurre tantas veces, est¨¢ en Alemania, la potencia central del continente. Interrumpir las garant¨ªas de cr¨¦dito a la exportaci¨®n ser¨ªa complicado, con graves consecuencias para determinadas empresas alemanas e italianas. Costar¨ªa puestos de trabajo en unos pa¨ªses desesperados por conservarlos. Ir¨ªa en contra de la tradici¨®n de la Rep¨²blica Federal de Alemania en pol¨ªtica exterior, que siempre ha considerado el comercio exterior como algo intr¨ªnsecamente bueno, una especie de vaca sagrada.
Existen otros argumentos serios contra las sanciones. ?No se apresurar¨ªan China y Rusia a ocupar el vac¨ªo dejado? (Hasta cierto punto, es lo que ya est¨¢n haciendo). ?Esas medidas afectar¨ªan a los sectores m¨¢s apropiados o, precisamente, a los menos convenientes entre la clase dirigente iran¨ª? ?No incitar¨ªan a los iran¨ªes, como las acciones militares, a agruparse en torno al r¨¦gimen? Yo tambi¨¦n tengo estas dudas. ?Pero tenemos otra alternativa mejor? ?Seguir hablando por hablar hasta que los estadounidenses bombardeen o los iran¨ªes consigan la bomba? Ser¨ªa una forma muy t¨ªpica de comportarse para Europa, pero en una forma equivocada.
Ha llegado el momento de tomar decisiones dif¨ªciles. Para tener credibilidad en Teher¨¢n, tener credibilidad en Washington y, sobre todo, tener credibilidad ante sus propios ciudadanos, Europa debe hacer lo que predica.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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