"Choiva" y galescolas
Qu¨¦ dif¨ªcil es escribir sobre las lenguas, tan invisibles. Las personas monoling¨¹es creen que hablan sin m¨¢s, pero siempre hablamos una lengua. Se nos hace tan invisible como el aire, pero el lenguaje nos es casi tan necesario y existe en la forma de lenguas. El lenguaje es el esfuerzo humano para abarcar toda nuestra vida y el mismo mundo, comprenderlo, poseerlo. Por eso ninguna lengua puede ser reducida a algo cerrado, mezquino. Cada lengua es parte del misterio que guarda el espiritu humano.
Se dice a veces que las lenguas son un instrumento para comunicarse, reduci¨¦ndolas interesadamente. Argumentando la cantidad se prima a las de m¨¢s hablantes o m¨¢s poder, as¨ª deber¨ªamos hablar chino mandar¨ªn o ingl¨¦s. En nuestros pagos ese argumento quiere erradicar las llamadas "minoritarias" a favor del castellano: muramos de una vez los hablantes del gallego, catal¨¢n y vasco y ganaremos eficacia. Ni siquiera es un razonamiento verdadero, pero una lengua es tambi¨¦n un lugar para ser, para existir las personas y colectividades. Y, siempre, es un modo de vivir nuestro tiempo, nuestro mundo. Algo grande y abierto. Y si no lo es, si deja de serlo, es que se est¨¢ muriendo.
Es un camino de separaci¨®n que, en vez de abrirnos y extendernos, nos encierra y encoge
Hablar sobre lenguas es complicado, m¨¢s a¨²n hablar sobre nuestra lengua, "a lingua", m¨¢xime desde esta otra lengua. Pero debemos hacerlo con naturalidad y con libertad, porque siendo un tema complejo debemos vencer el miedo a hablar de ello. Hay demasiados tab¨²s y status quo, pero el enmudecimiento, la falta de libertad es garant¨ªa de encogimiento y muerte.
Algo de ese deseo de encogimiento vi cuando se me apareci¨® por primera vez la palabra "choiva" en un panel en la autopista. Nunca hab¨ªa o¨ªdo esa palabra ni la hab¨ªa le¨ªdo pero, por el contexto, comprend¨ª que era otra forma de "chuvia". Como aqu¨ª hablamos mucho de la lluvia, casi es un signo identitario, me sorprendi¨® enormemente que alguien que se ocupa de fijar las palabras de nuestra lengua hubiese escogido aquella forma para algo tan com¨²n. No dudo de que habr¨¢ lugares en nuestro pa¨ªs donde se dice as¨ª y que es una evoluci¨®n tan leg¨ªtima desde el lat¨ªn "pluviam" como nuestra "chuvia", pero esa forma tan minoritaria, no utilizada hasta ahora en la escritura, nos separa de nuestro contexto ling¨¹¨ªstico, de los millones de personas que en el mundo dicen "chuvia" y "chuva". Es la b¨²squeda de la rareza, probablemente motivada para marcar distancia con la forma castellana pero obviando que formamos parte de un gran mundo ling¨¹¨ªstico, ese mundo en el que el gran Toquinho canta con Maria Creuza "a chuva molhando seu corpo, que eu vou abra?ar". Es un camino de separaci¨®n que nos conduce a fijar una lengua rara, fuera de contexto. En vez de abrirnos y extendernos, nos encierra y encoge. Nos separa de nuestro contexto ling¨¹¨ªstico y nos minoriza.
Una tendencia que vemos en el proceso de creaci¨®n de las galescolas. Tenemos derecho a ensayar la experiencia de la educaci¨®n integral en nuestra lengua, eso que otros no hemos podido disfrutar, lo que es discutible es que nazca como un camino paralelo al sistema educativo establecido. Es necesario que participen del plan y los objetivos de la educaci¨®n p¨²blica del pa¨ªs o ser¨¢ un espacio expuesto a ser discutido y a que haga cosas discutibles, m¨¢s all¨¢ de las campa?as de la extrema derecha madrile?a, que siempre habr¨¢. Cosas discutibles como fue lo del himno en los ni?os. O, peor, la contrataci¨®n de profesorado sin los controles de independencia y profesionalidad que deben regir en el empleo p¨²blico, dando pie a las sospechas de enchufismo, clientelismo, corrupci¨®n en suma. No s¨®lo es incorrecto en s¨ª mismo, es que ensombrece el propio proyecto.
La educaci¨®n p¨²blica debe ofrecer una instrucci¨®n democr¨¢tica, clara, consensuada y aceptada por el conjunto de la sociedad. La pol¨¦mica perversa sobre la asignatura de Educaci¨®n para la ciudadan¨ªa precisamente intenta deslegitimarla aduciendo que es sectaria, que no educa en el consenso social (en realidad, son sus cr¨ªticos quienes no participan del consenso democr¨¢tico). Aprovechando la sentencia judicial que obliga a revisar la forma de contrataci¨®n del profesorado es urgente que se revise el proyecto para que nazca bien, para que no sea un proyecto nacionalista, ni mucho menos de un partido. Eso en la educaci¨®n de los ni?os es totalmente inaceptable.
Y reduce el gallego a un proyecto partidista, su muerte segura.
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