El drag¨®n rom¨¢ntico
En una ciudad tan grande como ¨¦sta pasan a diario cosas muy extra?as de las que no nos enteramos. Pero otras salen a la luz. Esta semana, por ejemplo, los vecinos de un edificio en la zona de Las Pir¨¢mides creyeron alucinar al ver un drag¨®n de dos metros de longitud en el patio interior de sus viviendas. Luego se descubri¨® que, efectivamente, era un drag¨®n de Komoro, el m¨¢s grande de la familia de los varanos, reptiles que pueden llegar a medir cuatro metros. ?Qu¨¦ hac¨ªa all¨ª aquel bicho? ?Qui¨¦n lo sac¨® a pasear? ?Se cay¨® por la ventana? ?Lo empujaron? ?Pretendi¨® suicidarse? ?Mascota? ?Perversi¨®n? ?Capricho? Un desatino, sin duda.
La capital tiene una deuda secular con los dragones, aunque mucha gente lo ignora. En el escudo de armas de la Villa hay un drag¨®n de oro que, seg¨²n Pedro de R¨¦pide, "es la figura her¨¢ldica m¨¢s antigua que ha tenido Madrid". El oso es un advenedizo o un usurpador. El drag¨®n del escudo tiene orejas de perro, alas de murci¨¦lago, cola de serpiente y gl¨¢ndulas mamarias ostentosas. Seguramente fue relegado como emblema de la ciudad por su aspecto tremendo o porque san Jordi, s¨ªmbolo de Barcelona, venci¨® al drag¨®n y lo tiene sometido a sus pies desde hace siglos. Total, que la bestia fabulosa quiz¨¢ fue relegada por motivos pol¨ªticos. Lleva siglos vagando por ah¨ª como una sombra rom¨¢ntica incomprendida. A lo mejor el varano de Las Pir¨¢mides tiene algo que ver con esta historia.
Ahora el Ayuntamiento abandona definitivamente la Casa de la Villa y deja all¨ª al drag¨®n.
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