Erre que erre
Como soy un optimista irracional, ni las triqui?uelas, ni las miserias, ni el asco que me han producido las reacciones m¨¢s deleznables y ventajistas a la sentencia del 11-M me van a quitar la fe en el g¨¦nero humano o en este pa¨ªs nuestro.
Pensemos en positivo. Debemos felicitarnos por haber demostrado al mundo la diligencia, el tino y un escrupuloso funcionamiento de los procesos judiciales m¨¢s delicados. Tendr¨ªamos que sentirnos orgullosos por el hecho de que en un ins¨®lito espacio de tiempo se hayan celebrado una investigaci¨®n, una instrucci¨®n, un juicio ejemplar y se haya dictado ya su sentencia, aunque, en algunos aspectos, haya creado frustraciones.
Son esas mismas sombras e insatisfacciones las que, adem¨¢s, agrandan el comportamiento admirable que durante los tres a?os que ha durado el proceso han demostrado las v¨ªctimas y los afectados por el atentado m¨¢s brutal de la historia de Espa?a. La paciencia, la dignidad, la fe, la solidaridad contagiosa entre todos ellos, la independencia que han ense?oreado, esa autoridad insobornable que han demostrado en personas como Pilar Manj¨®n, hablan por s¨ª solas.
Han hilvanado una tela de ara?a en la que han intentado atrapar el ¨¢nimo de todo el pa¨ªs
M¨¢s cuando enfrente han tenido que soportar la inquina y la mala fe de toda esa jarcia que Machado quiso describir en sus versos como a la "mala gente que camina". Pero la evidencia en la que ha quedado su cuento, montado desde el minuto uno en torno a una gran mentira con el ¨²nico objetivo de perpetuarse en el poder, no ha conseguido que se bajaran del burro. Siguen erre que erre, alentando los mismos bulos, metiendo el dedo en la misma herida, masacrando el deseo de descanso y paz tan merecido por quienes m¨¢s directamente sufrieron el horror en aquella infernal ma?ana del 11 de marzo en Madrid.
Est¨¢ claro que entre las lecturas de los maquiavelitos de tirante, los bramadores de las ondas y sus borriquillos pol¨ªticos hay una que les delata. Parecen haberse aprendido al dedillo El arte de tener raz¨®n expuesto en 38 estratagemas, de Arthur Schopenhauer, que empieza: "La dial¨¦ctica er¨ªstica es el arte de discutir, y de discutir de tal modo que uno siempre lleve raz¨®n, es decir, justa o injustamente". Mira que les pod¨ªa haber dado por otras obras del mismo fil¨®sofo alem¨¢n, como El arte de ser feliz, y otro gallo nos cantar¨ªa. Yo por mi parte tampoco recurrir¨¦ a esa otra joya que es El arte de insultar, un manual que no les habr¨ªa venido mal a aquellos que, por otra parte, no hacen m¨¢s que faltar el respeto a nuestra inteligencia con sus pat¨¦ticas pamplinas.
Sigue Schopenhauer: "El inter¨¦s por la verdad cede ahora del todo a favor del inter¨¦s por la vanidad: lo verdadero debe parecer falso y lo falso, verdadero". ?Les suena? As¨ª, estos pollos han hilvanado una tela de ara?a en la que, primero, han intentado atrapar el ¨¢nimo y la paciencia de todo el pa¨ªs y de la que ahora son incapaces de escapar.
Resulta desazonador escucharles la misma matraca, agarr¨¢ndose a los clavos ardiendo que van encontrando. Observar por ejemplo al amigo Zaplana y al pobre Rajoy fardando ahora de haber detenido a los culpables es de risa. M¨¢s cuando toda Espa?a recuerda c¨®mo, con los yihadistas en la c¨¢rcel y desacreditando p¨²blicamente a toda la polic¨ªa que ten¨ªan bajo su mando porque no les hab¨ªan entregado a los culpables que ellos deseaban en su paranoia, insist¨ªan todos a coro en la letan¨ªa etarra. Parecer¨ªa una broma pesada si no fuera porque los muy zopencos juegan a hacer malabares con la memoria de 191 muertos. Los mismos que buscan el merecido descanso que la bastarda ambici¨®n de algunos no quiere darles.
Pero pese a todo, repito, hay que ser optimistas. Pese a esta caterva de desalmados que en cuanto puede revuelve todo para que nos arrojemos los trastos a la cabeza, pese a la inquina que despiden, pese al dolor que causan con sus pu?ales cada vez que tergiversan todo para sacar una tajada que arrojar a sus huestes, este pa¨ªs sabe ver con sentido com¨²n y clarividencia lo que ocurri¨®. Y, como la otra vez, si siguen por ah¨ª, les har¨¢ pagar caro la cuenta, el recibo de tanta enrevesada maldad. Si no, al tiempo.
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