La hidra de las siete cabezas
Seg¨²n Wikipedia, en la mitolog¨ªa griega la hidra era un monstruo acu¨¢tico despiadado, con forma de serpiente polic¨¦fala y aliento venenoso, que custodiaba la entrada al inframundo que se escond¨ªa bajo las aguas del lago de Lerna. Uno de los doce trabajos de H¨¦rcules consisti¨® en acabar con esa alima?a, que ten¨ªa un truco: por cada cabeza que se le cortaba, le crec¨ªan dos. Con la inspiraci¨®n de Atenea y la ayuda de su sobrino Yolao quien, tea en mano, cauterizaba los mu?ones que surg¨ªan tras cada decapitaci¨®n, H¨¦rcules complet¨® su haza?a.
Uno de los factores end¨®genos que m¨¢s ha contribuido a la actual fase de bonanza de las econom¨ªas latinoamericanas ha sido el extraordinario ¨¦xito que los bancos centrales han tenido en su lucha contra la inflaci¨®n. No puede olvidarse que, en los ¨²ltimos 25 a?os, la mediana de la inflaci¨®n del continente es un terror¨ªfico 62% y que la inflaci¨®n en la regi¨®n baj¨® del 100% s¨®lo a partir de 1994. Frente a esa atroz experiencia, la inflaci¨®n promedio de los cinco ¨²ltimos a?os ha estado por debajo del 7%, un logro sin paliativos que hab¨ªamos so?ado irreversible.
La efectividad de las pol¨ªticas antiinflacionarias depende de la credibilidad de las instituciones que tienen que ponerlas en pr¨¢ctica
Pero no. Desde hace algunos meses, las din¨¢micas de la inflaci¨®n en Latinoam¨¦rica recuerdan de nuevo a la hidra de Lerna. Las cabezas reci¨¦n cortadas reaparecen multiplicadas. No es lo que pasa en Brasil, M¨¦xico, Per¨² o incluso Chile y Colombia, pa¨ªses todos ellos en los que hoy la inflaci¨®n ya es mayor que la del a?o pasado, si bien todav¨ªa parece controlada gracias al activismo de sus respectivos bancos centrales. La preocupaci¨®n viene por lo que se intuye que est¨¢ pasando en Argentina y en Venezuela, econom¨ªas en las que la inflaci¨®n oficial est¨¢ ya en niveles del 10% y del 17%. La existencia en estos dos pa¨ªses de un amplio espectro de bienes y servicios cuyos precios han sido administrativamente congelados, fijados o responden a acuerdos voluntarios de las autoridades pol¨ªticas con los productores y distribuidores a?ade tensi¨®n por dos razones. La primera, porque sugiere que hay una inflaci¨®n reprimida que alg¨²n d¨ªa aparecer¨¢. La segunda, porque la historia ense?a que en Latinoam¨¦rica salir de esos sistemas transitorios de control de precios ha tendido a ser una experiencia traum¨¢tica para la macroeconom¨ªa y la estabilidad social del pa¨ªs.
En momentos como los actuales de desaceleraci¨®n en la econom¨ªa internacional, lo ¨²ltimo que un ministro de Hacienda quisiera ver es que la inflaci¨®n, erosionando el poder de compra de los salarios, debilita el consumo privado y disuade los nuevos proyectos de inversi¨®n. Y todav¨ªa le gustar¨ªa menos que el shock inflacionario forzase la subida de tipos de inter¨¦s, redujera el margen de depreciaci¨®n del tipo de cambio nominal o empujara a hacer un ajuste presupuestario que acelere la contracci¨®n del crecimiento.
En definitiva, que la inflaci¨®n le haga ser proc¨ªclico y que esta vez eso signifique que tiene que ser muy antip¨¢tico con sus votantes. Porque eso es lo peor de la inflaci¨®n. Que saca a la luz las contradicciones y acaba con el panglosiano "todo es posible": crecimiento alto, tipos de inter¨¦s bajos, tipo de cambio depreciado y cr¨¦dito abundante. La lucha contra la inflaci¨®n exige establecer prioridades y, sobre todo, asumir los costes pol¨ªticos de tomar decisiones que acarrean costes distributivos y que, por tanto, crean ganadores y perdedores.
Para complicar las cosas, querer no siempre es poder. La efectividad de las pol¨ªticas antiinflacionarias tambi¨¦n depende de la credibilidad de las instituciones que tienen que ponerlas en pr¨¢ctica, un activo muy escaso en el que s¨®lo se repara cuando a aqu¨¦llas ya se les ha infligido da?os reputacionales irreparables.
Vencer a la inflaci¨®n no suele ser cosa de magia. Es un camino duro en el que no suele haber atajos. Por eso, quienes llevamos tiempo en la regi¨®n, sentimos escalofr¨ªos cada vez que escuchamos a quienes reclaman experimentos heterodoxos y la vuelta a las viejas pol¨ªticas de rentas que jam¨¢s han funcionado. Si la amenaza del retorno de la hidra inflacionaria es tan real como me temo, m¨¢s vale que aparquemos los experimentos y sigamos el ejemplo de quienes han tenido m¨¢s ¨¦xito en sus pol¨ªticas de preservaci¨®n de la estabilidad de precios. Y si la recomendaci¨®n suena demasiado neoliberal, recuerden que a H¨¦rcules contravenir las reglas y vencer a la hidra con la ayuda de su primo le cost¨® que Euristeo le encargase dos trabajos m¨¢s. Parece poco, pero son un 20% m¨¢s de esfuerzos tit¨¢nicos que, si no eres H¨¦rcules, pueden acabar resultando fatales para tu salud.
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