Bolonia, encuentro y futuro
La universidad espa?ola vive una revoluci¨®n silenciosa. Este curso ponemos en marcha la adaptaci¨®n de nuestras titulaciones al Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior (EEES), lo que se ha llamado el proceso de Bolonia. En el ¨¢mbito de la investigaci¨®n, las universidades espa?olas forman parte plena y pujante de Europa desde hace tiempo pero no es as¨ª en el ¨¢mbito docente y mucho menos en los modelos de gesti¨®n universitaria.
Como en la integraci¨®n pol¨ªtica o la econ¨®mica, los protagonistas, en este caso los universitarios, afrontan esta etapa con una mezcla de inter¨¦s, esperanza y preocupaci¨®n. Es un proceso inicialmente administrativo, de armonizar planes de estudio y t¨ªtulos pero llegar¨¢ mucho m¨¢s lejos y cambiar¨¢ nuestra forma de pensar, nuestras propias estructuras, una parte de nuestra forma de vida. Cambiar¨¢ la manera en que educamos y los profesionales que formamos, cambiar¨¢ la sociedad que somos y la que construimos para el futuro. La integraci¨®n en el EEES generar¨¢ tensiones, pero el resultado no s¨®lo ser¨¢ bueno, es imprescindible.
Es llamativa la poca efervescencia que ha habido en unas instituciones tradicionalmente movilizadas como son las universidades. Los estudiantes no han participado con intensidad en el debate. Pero si realmente los estudiantes van a ser los protagonistas de la nueva educaci¨®n superior, debemos implicarlos m¨¢s y mejor en la gestaci¨®n, implantaci¨®n y evaluaci¨®n del nuevo sistema universitario. J¨®venes europeos se han movido en cifras superiores al mill¨®n y medio entre las universidades gracias al programa S¨®crates/Erasmus y se encontrar¨¢n con sus colegas en los posgrados, doctorados y, sobre todo, en el mercado laboral. El EEES es la oportunidad para crear la Universidad en la que creemos y una Europa sin fronteras en la vida cient¨ªfica, acad¨¦mica y profesional.
Cada universidad espa?ola debe encontrar su lugar en el mundo. La Universidad es por definici¨®n global y local, y si ese equilibrio se descompensa, los universitarios y toda la sociedad pierden. Nuestra preocupaci¨®n, la de los universitarios, es que en ning¨²n otro ¨¢mbito, del personal al supranacional, parece posible una mejora sustancial sin una inversi¨®n proporcional y aqu¨ª ese compromiso financiero no es patente. Pero la principal responsabilidad es nuestra. En cualquier caso, no es posible mejorar ¨²nicamente a base de reales decretos y parecen necesarios incentivos conjuntos e individuales para luchar contra la desmotivaci¨®n, el so?ar con la prejubilaci¨®n, el hablar de la reforma universitaria n¨²mero n y el afrontarlo como peregrinos camino de la Tierra Prometida pensando que all¨¢ quiz¨¢ lleguen algunos pero ahora nos espera el desierto. Y la verdad, no tenemos mucha confianza en las lluvias de man¨¢.
No deber¨ªa ser ese el sentimiento porque el reto es apasionante. Es una oportunidad y debemos usarla de palanca para mejorar nuestro sistema universitario y que los actores principales, docentes, personal de administraci¨®n y servicios, y estudiantes construyamos la universidad en la que siempre hemos querido trabajar. Hora es de que la libertad de c¨¢tedra deje de invocarse como patente de corso. Hora es de que dejemos de marear nuestra querida perdiz y nos preocupemos de lo que verdaderamente nos ocupa: la ense?anza superior. Tenemos que plantearnos la formaci¨®n que estamos impartiendo. Deber¨ªamos mirar m¨¢s all¨¢ de la punta de nuestros zapatos y aqu¨ª incluyo cosas como la pelea por medio cr¨¦dito en una asignatura o la ubicaci¨®n de mi ¨¢rea de conocimiento en una lista de materias b¨¢sicas.
Las universidades cuya integraci¨®n en el EEES sea un puro maquillaje (el gattopardismo es una tentaci¨®n frecuente), podr¨¢n aspirar a ser l¨ªderes de un Tercer Mundo acad¨¦mico. Debemos abandonar una tradici¨®n escol¨¢stica que premia la repetici¨®n frente al argumento, la memoria frente a la inteligencia, el folio amarillento frente a la elaboraci¨®n personal. Debemos plantearnos qu¨¦ demanda la sociedad a un titulado superior. En la vida real, saber escribir una carta o conducir una negociaci¨®n supera en inter¨¦s a conocer el ¨²ltimo cap¨ªtulo del temario o la t¨¦cnica m¨¢s novedosa. Y no estamos actuando en consecuencia. Es el momento de que, adem¨¢s de los conocimientos espec¨ªficos de cada titulaci¨®n, nos preocupemos de que nuestros estudiantes salgan formados y bien formados, que sepan escribir y hablar en p¨²blico, y tambi¨¦n desarrollar un pensamiento cr¨ªtico, hacer un an¨¢lisis cuantitativo, incorporar a su razonamiento un componente moral y ¨¦tico, trabajar en equipo, tener iniciativas, arriesgar y comprometerse. Eso es ser universitario. Si no lo conseguimos, lo que hacemos no ser¨¢ suficiente y lo podemos hacer, y lo podemos hacer bien.
En resumen, la universidad espa?ola cambiar¨¢, con la agilidad de un portaviones, pero cambiar¨¢. Una agencia de calidad potente, con una certificaci¨®n as¨¦ptica e internacional, permitir¨¢ poner cierto orden en un mapa universitario creado con m¨¢s transacci¨®n que raz¨®n. La docencia de calidad deber¨¢ recuperar su papel y su valor en una instituci¨®n cuya funci¨®n principal es la educativa. El sistema econ¨®mico de las universidades ser¨¢ m¨¢s transparente y la sostenibilidad financiera, el car¨¢cter p¨²blico del sistema p¨²blico y la rendici¨®n de cuentas deben ser principios b¨¢sicos. Tendremos m¨¢s programas interdisciplinarios, pluriling¨¹es, supraestatales, transcontinentales. Eso es Universidad. Hay mucho por hacer. Es un camino complejo, al final de cuyo recorrido nos debemos encontrar todos. Adaptar la Universidad a Europa nos har¨¢ mejores, m¨¢s competitivos, m¨¢s europeos y m¨¢s universitarios.
Jos¨¦ Ram¨®n Alonso es rector de la Universidad de Salamanca.
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