Socialdem¨®crata, pero no tanto
Extrapolar a otras latitudes las etiquetas pol¨ªticas al uso en Europa puede llevar a la confusi¨®n, pero los titulares suelen obligar a las simplificaciones.
A ?lvaro Colom, presidente electo de Guatemala, se le presenta como socialdem¨®crata. ?l mismo alienta esta definici¨®n al declararse admirador de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, Lula da Silva o Michelle Bachelet. Su trayectoria, sin embargo, resulta algo m¨¢s enrevesada. Colom sirvi¨® en el Gobierno del evang¨¦lico Jorge Serrano El¨ªas, que pretendi¨® abortar el proceso democratizador de Guatemala en 1993 con un autogolpe de Estado (maniobra que impidi¨®, por cierto, el general Otto P¨¦rez Molina, su contrincante en estos comicios).
En las elecciones de 1999, Colom se present¨® como candidato de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), la antigua guerrilla, con la que termin¨® rompiendo. Luego cre¨® su propio partido, la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), que emergi¨® con fuerza en la campa?a de 2003 hasta que se descubri¨® que recib¨ªa financiaci¨®n ilegal del Frente Republicano Guatemalteco, el partido del general golpista Efra¨ªn R¨ªos Montt, entonces en el Gobierno.
En esta campa?a, la UNE ha ofrecido otros espect¨¢culos poco edificantes, como la renuncia de su jefe de estrategia, Jos¨¦ Carlos Marroqu¨ªn, tras denunciar amenazas de mafias supuestamente vinculadas al propio partido, o las acusaciones de tr¨¢fico de influencias y malversaci¨®n contra Sandra Torres, esposa de Colom.
Todo esto, unido a la guerra de acusaciones entre los candidatos, ha desincentivado el voto, pero no ha acabado con la imagen decente (aunque tambi¨¦n pusil¨¢nime) de Colom. Este ingeniero de 56 a?os es esencialmente pragm¨¢tico, conoce bien el pa¨ªs, ha trabajado con comunidades ind¨ªgenas y tiene buenas relaciones con el sector empresarial. De momento ha prometido un Gobierno "de conciliaci¨®n". Y eso es lo que pide a gritos la sociedad guatemalteca: un acuerdo nacional para hacer frente a la pobreza, la criminalidad y la fragilidad institucional.
Las condiciones est¨¢n dadas. Guatemala se ha librado, hasta ahora, de los caudillos iluminados que brotan en otros rincones del continente. La mayor¨ªa de los dirigentes pol¨ªticos han rehuido el discurso beligerante y demag¨®gico de los nuevos populismos. Las afinidades de los programas electorales abren la v¨ªa a un pacto poselectoral que garantice, de una vez, un proyecto com¨²n de pa¨ªs a largo plazo.
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