El contrato del guionista
Ayer comenz¨® el paro indefinido de los guionistas norteamericanos. Son muchos y son fuertes. Tienen un sindicato cuyos 12.000 miembros alimentan la industria del entretenimiento en medio mundo. La semana pasada decidieron iniciar una huelga en tanto no mejoren sus contratos. Se han cruzado de brazos ante los teclados de sus ordenadores, pero no se parecen a Bartleby, el escribiente de Melville que decid¨ªa no escribir una l¨ªnea. Su mal no es metaf¨ªsico, sino de orden legal y material. Quieren tener su parte del bot¨ªn audiovisual y ejercen su derecho a reclamarlo. Ahora no buscan buenos dialoguistas, sino buenos piquetes. La ¨²ltima vez que los guionistas de Hollywood hicieron una huelga (en 1988 a lo largo de 22 semanas) las p¨¦rdidas de la industria audiovisual se estimaron en 500 millones de d¨®lares. Dicen que ahora las p¨¦rdidas, como poco, podr¨ªan duplicarse y alcanzar 1000 millones de d¨®lares si el paro se prolonga.
Hablamos de una huelga de guionistas y hablamos de dinero, de millones de d¨®lares, pero no de talento. A uno le viene a la memoria hist¨®rica la historia miserable del senador McCarthy y su "Caza de brujas". Los guionistas (algunos excelentes escritores) proscritos y arruinados no tuvieron m¨¢s remedio que irse, suicidarse o morirse de asco. Dalton Trumbo fue a M¨¦xico, igual que otros colegas acusados por el siniestro Comit¨¦ de Actividades Antinorteamericanas. Se perdi¨® m¨¢s talento que dinero con la caza de brujas mccarthysta. Carreras cercenadas. Historias que no podremos conocer. Pseud¨®nimos absurdos. Hace unos meses, en mayo de este a?o, mor¨ªa Bernard Gordon, guionista de Hollywood que tuvo que exiliarse en Espa?a (en la Espa?a en blanco y negro de Franco) por culpa de McCarthy. Fue incluido en sus famosas listas negras. Gracias a Samuel Bronston consigui¨® trabajar en nuestro pa¨ªs, en donde residi¨® hasta los a?os 70. Cuando en 1999 le otorgaron un Oscar honorario a Elia Kazan, Bernard Gordon se opuso. No es que Gordon fuera un rencoroso. Simplemente ten¨ªa memoria. Se acordaba de Kazan. "Ser chivato es la forma de vida m¨¢s baja", escribi¨® en un art¨ªculo de prensa el guionista exiliado en Espa?a.
Cualquiera que trabaje tecleando en un ordenador imaginando historias sentir¨¢ cierta envidia ante estos escritores puestos en pie de huelga por las calles de Hollywood. Entre nosotros, ni siquiera es pensable un suceso de estas caracter¨ªsticas. Lo dif¨ªcil, para la mayor¨ªa, es colar un gui¨®n y esperar el milagro de cobrarlo. Los guiones que funcionan son otros. Otros los guionistas que jam¨¢s hacen huelga. Durante varios a?os (m¨¢s de tres), el principal partido de la oposici¨®n ha consumido como un perro de presa con bulimia toda clase de guiones. Guiones concebidos por periodistas estupefacientes. Guiones con mochilas, camionetas, explosivos, mentiras que al final han explotado pero que a nadie ponen, a ning¨²n guionista implicado, amarillo de verg¨¹enza amarilla.
Guiones amarillos que el principal partido de la oposici¨®n ha comprado y quiz¨¢s siga comprando a los mismos guionistas empe?ados en contarnos la misma pel¨ªcula abocada al fracaso. La trama del 11-M. La mentira elefanti¨¢sica servida por los guionistas en los que el principal partido de la oposici¨®n sigue, a lo que parece, confiando. Se dir¨ªa que les une un contrato blindado. Deber¨ªan revisar ese contrato, pensar otra pel¨ªcula.
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