Los tres errores del PP
S¨®lo los muy fan¨¢ticos pueden creer que los del Partido Popular son tan fan¨¢ticos como para creerse sus teor¨ªas conspiratorias sobre el 11-M. Se las puede creer Alcaraz, presidente de la AVT, o los que llaman a las radios para decir lo que saben de buena tinta, pero ser¨ªa ofensivo pensar que personas tan inteligentes como Zaplana y compa?¨ªa puedan tomarse en serio historietas como que los terroristas del piso de Legan¨¦s hab¨ªan "sido suicidados" o que alguien a las ¨®rdenes de Zapatero hab¨ªa metido falsas pistas en la furgoneta de Alcal¨¢, etc. Nunca creyeron tales teor¨ªas, pero han seguido manteni¨¦ndolas porque pensaban que les conven¨ªa. Y ese ha sido su primer error pol¨ªtico.
Un efecto de ello ha sido la sensaci¨®n de incomodidad, incluso de envilecimiento, de sectores pr¨®ximos a ese partido -en los medios de comunicaci¨®n conservadores, por ejemplo- ante dirigentes que dec¨ªan en p¨²blico lo contrario de lo que comentaban en privado. Muchos simpatizantes del PSOE recordar¨¢n haber vivido esa misma sensaci¨®n en los tiempos en que personalidades socialistas a las que admiraban negaban la evidencia a prop¨®sito de esc¨¢ndalos como el de Filesa, por ejemplo.
La diligencia con que actuaron las fuerzas policiales a las ¨®rdenes del Gobierno del PP tras los atentados se vio empa?ada por los graves desaciertos en la gesti¨®n pol¨ªtica de la crisis. Aparte de no contar con la oposici¨®n para iniciativas como la convocatoria de la manifestaci¨®n, el mantenimiento de la hip¨®tesis de la autor¨ªa de ETA cuando ya hab¨ªa dejado de ser veros¨ªmil revela una confusi¨®n pol¨ªtica de fondo: la que nace de haber dado cr¨¦dito a los supuestos expertos que pronosticaron que si era ETA, ganaba Rajoy, y si los islamistas, Zapatero. Error, porque la hip¨®tesis de ETA era para el PP a¨²n peor que la otra en la medida en que le privaba de su principal baza electoral: que su firmeza hab¨ªa conseguido derrotar a ETA. Algo incompatible con que hubiera sido capaz de asesinar en una ma?ana a tantas personas como en los 14 a?os anteriores.
Pero ellos pensaban en Irak. La sentencia no establece relaci¨®n entre la participaci¨®n espa?ola y los atentados. Su preparaci¨®n se inici¨® bastante antes, y los mismos autores del 11-M intentaron otra matanza en el AVE Madrid-Sevilla cuando ya se hab¨ªa anunciado la retirada. Lo que s¨ª hab¨ªa desde tiempo atr¨¢s era el llamamiento a los yihadistas afincados en pa¨ªses occidentales a llevar a cada uno de ellos el castigo de Al¨¢, y es veros¨ªmil suponer -as¨ª se deduce de mensajes aparecidos en sus foros de Internet- que adaptaran su proselitismo a las circunstancias pol¨ªticas internas de cada lugar.
El argumento del PP para sostener que no hab¨ªa mentido en v¨ªsperas de las elecciones generales del 14-M era que en ning¨²n momento impidi¨® o retras¨® la investigaci¨®n policial cuando apareci¨® la pista isl¨¢mica. Sin embargo, es el empe?o posterior en mantener la hip¨®tesis de la participaci¨®n de ETA lo que da fuerza a la sospecha de manipulaci¨®n. Un empe?o nacido de las mentes de periodistas espabilados que buscaron y obtuvieron el aval de un partido con 146 esca?os. Con el efecto de convertir al partido en reh¨¦n de los espabilados una vez que suposiciones sin mayor fundamento fueran asumidas por el sector m¨¢s cr¨¦dulo de su electorado (hasta un 30% de sus votantes, seg¨²n una encuesta publicada en v¨ªsperas de la sentencia).
La adopci¨®n de la teor¨ªa conspiratoria fue motivada inicialmente por un equ¨ªvoco: ante el acoso de los dem¨¢s partidos, algunos dirigentes populares llegaron a creer que para demostrar que no hab¨ªan mentido ten¨ªa que descubrirse que, finalmente, s¨ª hab¨ªa intervenido la banda terrorista ETA. Ese fue el segundo error.
El PP present¨® al cierre de la Comisi¨®n de investigaci¨®n sobre el 11-M su propio texto de conclusiones, en el que se descartaba (con buenas razones) la relaci¨®n de la matanza con la participaci¨®n en Irak, pero en el que se sustitu¨ªa esa motivaci¨®n por la de "desalojar al PP del poder y provocar un cambio de rumbo en la pol¨ªtica interior y exterior espa?ola". Y, para probarlo, ofrec¨ªa el dato sociol¨®gico de que hubo 1,6 millones de personas que, teniendo previsto abstenerse, decidieron, tras los atentados, ir a votar.
Rajoy dijo bastante pronto que reconoc¨ªa la legitimidad de la victoria de Zapatero, pero el discurso dominante posterior la ha cuestionado: "Quiero saber exactamente qui¨¦nes fueron los terroristas que cambiaron el Gobierno de Espa?a", dec¨ªa hace unos d¨ªas en Televisi¨®n Espa?ola el antiguo portavoz del Gobierno de Aznar, Miguel Angel Rodr¨ªguez. Pero no fueron los terroristas sino los ciudadanos que, atendiendo a lo que pidieron los principales l¨ªderes pol¨ªticos, decidieron reforzar la legitimidad del Gobierno y la oposici¨®n que salieran de las urnas acudiendo masivamente a votar: la participaci¨®n fue casi nueve puntos superior a la de las anteriores elecciones.
Ese intento, nunca del todo abandonado, de atribuir el resultado electoral -"cambiar el curso pol¨ªtico de Espa?a"- al terrorismo, y no a la respuesta ciudadana al terrorismo, es el tercer y m¨¢s grave error pol¨ªtico del PP en relaci¨®n al 11-M. Aznar lo hizo suyo ayer.
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