"Quer¨ªamos salvar a un chico de la guerra"
Una familia de acogida de la ONG francesa cuenta que se siente traicionada
Un edificio de piedra rodeado por un peque?o jard¨ªn, en una calle tranquila de Pontault-Combault, a 25 kil¨®metros de Par¨ªs. Ah¨ª deber¨ªa haber vivido Abdel, de seis a?os y medio, 1,12 metros de altura, hu¨¦rfano de Darfur, si nos fiamos de las informaciones enviadas en el ¨²ltimo momento por el Arca de Zo¨¦ a la familia Rieutord, una de las candidatas a acoger a uno de los ni?os reagrupados en Chad.
Jean, asesor de formaci¨®n profesional, su esposa Claire, maestra, y sus tres hijos, Pauline (17 a?os), Juliette (13) y Louis (9) lo ten¨ªan todo preparado. Louis y el reci¨¦n llegado iban a compartir la gran habitaci¨®n del primer piso, mientras que sus padres se conformar¨ªan con una m¨¢s peque?a: "Pens¨¢bamos que ser¨ªa duro", recuerda Claire, "que ese ni?o tendr¨ªa problemas, pero nos sent¨ªamos capaces de hacerle feliz y quer¨ªamos salvar a un ni?o de la guerra".
"Nos hemos enga?ado a nosotros mismos", confiesa Claire
Los dos c¨®nyuges hab¨ªan pensado en todas las posibilidades: "Nos dec¨ªamos: si alg¨²n d¨ªa vuelve la paz a Sud¨¢n y sus parientes le reclaman, volver¨¢. Ser¨¢ un tormento, pero nos conformaremos". Pero si la guerra se prolongara, podr¨ªan iniciar las gestiones para que obtuviera la nacionalidad francesa, y por qu¨¦ no, para adoptarle: "En el peor de los casos, si los servicios sociales no nos consideraban aptos, siempre estar¨ªa mejor en Francia con otra familia que en un pa¨ªs en guerra".
Para los Rieutord la aventura empez¨® en mayo. Despu¨¦s de haber o¨ªdo hablar del Arca de Zo¨¦ en la radio, los ni?os buscaron el sitio de la asociaci¨®n en Internet para saber algo m¨¢s. Descubrieron un proyecto generoso y excitante: encontrar hu¨¦rfanos abandonados en Darfur, a quienes esperaba una muerte cierta, y llevarlos a Francia, a un lugar seguro. La familia tom¨® su decisi¨®n en dos d¨ªas. Claire llam¨® a Eric Breteau, el jefe del Arca de Zo¨¦, que la invit¨® a una reuni¨®n.
Los Rieutord fueron seducidos por Breteau: "Es un hombre alto y fuerte", explica Pauline, la hija mayor. Jean es sensible a la fuerza que emana la pareja formada por Breteau y su novia ?milie Lelouch: "Eric y ?milie juntos, ¨¦l tan fuerte, ella tan guapa, y los dos tan audaces, ten¨ªan una dimensi¨®n novelesca muy atractiva". Adem¨¢s, el Arca de Zo¨¦ entreg¨® a la familia una carta: la asociaci¨®n se compromet¨ªa a no violar ninguna ley.
En septiembre, Eric Breteau volvi¨® de un viaje a Darfur. Organiz¨® una reuni¨®n en Valence (Dr?me) y anunci¨® a las familias que la operaci¨®n iba a entrar en su fase concreta. Eric Breteau advirti¨® a las familias que probablemente esta operaci¨®n "at¨ªpica" ser¨ªa criticada por otras ONG y por una parte de la opini¨®n p¨²blica y que la discreci¨®n era de rigor. Breteau les dio a entender que el Gobierno franc¨¦s supervisar¨ªa el proyecto bajo mano, pero no pod¨ªa hacer declaraciones oficiales debido a razones diplom¨¢ticas. Mir¨¢ndolo retrospectivamente, Jean se asombra de su ingenuidad.
Los Rieutord entregaron primero 1.400 euros y despu¨¦s la ONG les pidi¨® otros 800 euros. Jean pag¨® sin rechistar: "Nuestro entorno nos ayud¨®".
Hab¨ªa una voz discordante. Etienne Pouchelet, de 30 a?os, el novio de Pauline, desconfiaba de esta aventura: "Soy adoptado, nacido en L¨ªbano y acogido desde muy peque?o por una familia francesa. No pod¨ªa evitar pensar que este asunto era rocambolesco, incomprensible. Ese Breteau me parec¨ªa raro. El Arca de Zo¨¦ no estaba incluida, y ni siquiera aparec¨ªa citada en la p¨¢gina del Ministerio de Asuntos Exteriores". Jean reconoce ahora que a veces se hac¨ªa preguntas. Un d¨ªa pregunt¨® a Breteau c¨®mo esperaba conseguir que despegara un avi¨®n lleno de ni?os sin autorizaciones: "Me respondi¨® que si nunca se hab¨ªa hecho eso era porque nadie hab¨ªa tenido la voluntad".
Cuando el 24 de octubre los Rieutord recibieron una llamada para anunciarles que les hab¨ªan seleccionado como una de las familias de acogida y que el avi¨®n llegar¨ªa al d¨ªa siguiente, la felicidad por salvar la vida de un ni?o disip¨® cualquier duda. Todo fue en vano. Los d¨ªas siguientes, frente a la avalancha de revelaciones catastr¨®ficas sobre la realidad de la operaci¨®n, los Rieutord se mostraron primero incr¨¦dulos. Hoy dicen que est¨¢n hundidos. "Nos han enga?ado", suspira Jean, pero Claire le corrige: "Nos hemos enga?ado a nosotros mismos".
Traducci¨®n de News Clips
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