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Aunque parezca una excentricidad, la huelga de los guionistas de Hollywood es un rev¨¦s econ¨®mico, equivalente a un crash, para la industria americana del entretenimiento. Seg¨²n las estimaciones m¨¢s realistas, costar¨¢ unas p¨¦rdidas de unos 1.000 millones de d¨®lares, el doble que las p¨¦rdidas contabilizadas en la huelga de 1988. Demasiado dinero para un mercado atacado por la pirater¨ªa y sumido en dudas permanentes sobre la rentabilidad, como se aprecia en el abuso de las nuevas versiones de pel¨ªculas de ¨¦xito -los famosos remakes- o las segundas, terceras y en¨¦simas partes de filmes de ¨¦xito.
Los guionistas piden m¨¢s dinero por las ventas de productos derivados del producto original -pel¨ªcula, serie de televisi¨®n- como DVD o Internet. Concretamente, ocho c¨¦ntimos de d¨®lar por cada DVD vendido, en lugar de los cuatro c¨¦ntimos que reciben ahora. Las 165.000 empresas que forman el mercado del ocio, entre ellas las poderosas Viacom, Disney, Time Warner, Universal, Columbia o Newscorp, dicen que es demasiado. De ah¨ª, la huelga. Pero los guionistas forman un grupo de presi¨®n muy poderoso en EE UU a trav¨¦s del sindicato Writers Guild of America; y tienen agravios que reparar. Consideran que son los aut¨¦nticos autores de las pel¨ªculas, series o programas de televisi¨®n y tienen la memoria en carne viva por los cambios, mutilaciones, reescrituras o nuevas versiones impagadas que las empresas y los productores imponen a los escritores, unas veces, dicen, por simple capricho y algunas por censura. Los guionistas est¨¢n muy bien pagados y eso explica que rara vez recurran a la huelga; pero se consideran menospreciados por el gran dinero del show business y eso explica la virulencia de las que han convocado.
Hollywood no existir¨ªa sin guionistas. Ning¨²n proyecto de pel¨ªcula,
de serie televisiva o
de programa de gran audiencia -quiz¨¢, ni siquiera los partidos pol¨ªticos- se pone en marcha sin un gui¨®n trabajado con antelaci¨®n. Hoy todo tiene detr¨¢s un gui¨®n. Es la materia prima del ocio estadounidense,
el sedante que tranquiliza a los inversores y el saco
de los golpes en los fracasos. Por eso, los grupos de comunicaci¨®n ceder¨¢n. Tienen, tenemos, horror a la p¨¢gina
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