La fantas¨ªa
La enciclopedia escolar dec¨ªa que ¨¦ramos un imperio, pero nuestros padres emigraban para buscar el pan. No hace tanto tiempo de esto. ?O s¨ª? El otro d¨ªa me encontr¨¦ de repente con Tiempo. Me hizo la pregunta que m¨¢s temo: "?No te acuerdas de m¨ª?". Todav¨ªa siento el hormigueo de su apret¨®n de manos. Fue hace tiempo, s¨ª. El maestro pregunt¨® qu¨¦ quer¨ªamos ser de mayores y uno, desde del fondo del imperio, respondi¨®: "?Emigrante!". Si fuera emigrante, me gustar¨ªa llegar a dependiente de librer¨ªa en la calle Corrientes de Buenos Aires. La ¨²nica calle del planeta donde las librer¨ªas abren d¨ªa y noche. Uno va de la librer¨ªa Edipo a la Ant¨ªgona, y de all¨ª a la Prometeo. Y en las esquinas m¨¢s cultas del mundo, las bonaerenses, cada dependiente es un Ulises. Aqu¨ª, los libreros recuerdan los libros como el odiseo los ¨¢rboles de Itaca. Uno de ellos me cuenta que, durante la dictadura, era obligada la lectura todas las ma?anas de un bolet¨ªn oficial donde figuraban las obras que deb¨ªan desaparecer. En muchos casos, sus autores les precedieron. Al menos, 82 escritores fueron eliminados entre 1976 y 1983. Hace nada. Sus nombres, entre los miles de desaparecidos, reaparecen en el Memorial a las v¨ªctimas del terrorismo de Estado, inaugurado este mi¨¦rcoles a orillas del R¨ªo de la Plata. En esta obra de arte de la memoria, cada nombre figura en el lomo de una piedra de tal manera que los muros son estantes de una biblioteca inolvidable, a la intemperie. En un espeluznante informe, Un golpe a los libros, se cuenta el caso de la pieza infantil La torre de cubos, de Laura Devetach, prohibida por su "ilimitada fantas¨ªa". Laura tuvo que exiliarse, antes de que se la llevase un Ford Falc¨®n verde hacia ninguna parte. La fantas¨ªa de la crueldad tambi¨¦n puede ser ilimitada. Otra de las obras desaparecidas fue La cuba electrol¨ªtica. No me extra?a. ?Con ese t¨ªtulo!
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