El cambio de rumbo que provoc¨® el 'Prestige'
La marea negra despert¨® una Galicia m¨¢s cr¨ªtica y organizada con la que debe lidiar ahora el bipartito
A 250 kil¨®metros de las islas C¨ªes, 4.000 metros de profundidad, 42 grados de latitud norte y 12 de longitud oeste, yace un pa¨ªs con fama de sumiso que viv¨ªa despreocupado por la fragilidad de su tierra y regido por un Gobierno f¨¦rreo que ten¨ªa confianza ciega en Madrid. Aquella Galicia se fue a pique hace cinco a?os con el monocasco partido de un buque de nombre Prestige. En la sociedad que sobrevivi¨® a aquel naufragio, el medio ambiente ya no es un asunto menor y los pol¨ªticos se lo piensan dos veces antes de ignorar las movilizaciones ciudadanas.
Los marineros de Agui?o luchan ahora contra dos proyectos de la nueva Xunta
"El actual Gobierno tiene problemas inimaginables hace unos a?os"
El PP a PSOE y BNG: "El que siembra vientos, recoge tempestades"
La marea de fuel que empez¨® a soltar el viejo petrolero el 13 de noviembre de 2002 moviliz¨® a un batall¨®n de marineros y voluntarios. Las mayores manifestaciones de la historia del pa¨ªs recorrieron las calles exigiendo responsabilidades a los gobernantes. Contra todo pron¨®stico, Galicia dejaba de ser mansa e individualista, un territorio f¨¢cil de gobernar. Pero no todos se dieron cuenta a tiempo de aquella transformaci¨®n.
No pasa nada. ?se es el mensaje que lleg¨® desde La Moncloa al despacho del presidente de la Xunta, Manuel Fraga, mientras los pescadores gallegos, curtidos en desastres marinos, dirig¨ªan la vista al Atl¨¢ntico con desasosiego. El maltrecho Prestige empezaba a amenazar la costa con su chapapote, pero desde la Meseta nadie lo ve¨ªa. Todo, dec¨ªan en el Ministerio de Fomento, estaba bajo control.
Los m¨¢s cercanos a Fraga en aquel momento piensan que fue enga?ado y que la confianza infundada que el de Vilalba tuvo en el Gabinete de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar marc¨® el inicio de la ca¨ªda de su gobierno en las siguientes elecciones auton¨®micas. Pocos gallegos le perdonaron que el fin de semana posterior al naufragio, cuando el pastoso fuel comenzaba a emponzo?ar las rocas, el veterano presidente se fuese de cacer¨ªa a Aranjuez con el ministro de Fomento, Francisco ?lvarez Cascos.
El entonces conselleiro de Pesca, Enrique L¨®pez Veiga, admite que se cometieron "fallos" en los "gestos". "?l estaba cazando porque le dijeron que fuera a cazar, no lo hizo fr¨ªvola e irresponsablemente", apunta en su descargo Francisco V¨¢zquez, alcalde socialista de A Coru?a por aquel tiempo y, seg¨²n sus palabras, "el ¨²nico pol¨ªtico que acompa?¨® al presidente de la Xunta" en aquella crisis. Las caras largas de los dirigentes del PSdeG no le impidieron a V¨¢zquez estar al lado del PP en los peores momentos de la cat¨¢strofe. "Fraga no me confes¨® que se sent¨ªa solo, pero eso lo vi yo", rememora.
No fue V¨¢zquez el ¨²nico devoto del fundador del PP que le recomend¨® que "diese un pu?etazo en la mesa" y, plant¨¢ndole cara al Gobierno amigo de Madrid, se pusiese al frente de las protestas. Su conselleiro de Pol¨ªtica Territorial y aspirante a sucederle, Jos¨¦ Cui?a, defendi¨® esa misma estrategia en la reuni¨®n del Gobierno el 1 de diciembre de 2002, mientras cientos de miles de personas clamaban contra la incompetencia de sus dirigentes. Cui?a propon¨ªa que Fraga blandiese las pancartas para que la oposici¨®n no rentabilizase el enfado de los votantes. Pero su idea naufrag¨® y con ella sus aspiraciones a liderar el posfraguismo. El otrora todopoderoso Cui?a present¨® su dimisi¨®n s¨®lo mes y medio despu¨¦s.
El de Lal¨ªn se tem¨ªa lo que ocurri¨®. Cuando el 1 de diciembre de 2002 una muchedumbre colaps¨® los accesos a Santiago para manifestarse por primera vez bajo el lema Nunca M¨¢is, la plataforma era casi una entelequia. Un artista coru?¨¦s pase¨® ese d¨ªa una bandera de fuel negro atravesada por una franja azul mar, un s¨ªmbolo espont¨¢neo que se convirti¨® en el emblema del movimiento. Sus promotores admiten que naci¨® en brazos del Bloque, pero a ¨¦l se adhirieron en pocos d¨ªas centenares de colectivos, incluidas asociaciones de amas de casa, colegios profesionales, agrupaciones culturales, sindicatos, comit¨¦s de empresa y cofrad¨ªas.
Esa capacidad para organizarse espont¨¢neamente dej¨® at¨®nitos incluso a los que la protagonizaron. "La gente andaba negra. Era terrible ver los cormoranes muertos, a las centollas con el chapapote a la espalda... Nos dimos cuenta de que ten¨ªamos que estar unidos". Jos¨¦ Manuel Oujo es mariscador en Agui?o (Ribeira) y sali¨® al mar a parar la marea negra como fuese. "Preferimos morir luchando". Cinco a?os despu¨¦s, ¨¦l y sus compa?eros siguen combatiendo, esta vez contra las tres piscifactor¨ªas y la macrodepuradora que el bipartito pretende construir en los alrededores del parque natural de Corrubedo. "?C¨®mo le vamos a explicar a los voluntarios que vinieron aquella Navidad a limpiar nuestra costa que una mala decisi¨®n de otro Gobierno ha echado a perder todo otra vez?", se pregunta.
Los marineros de Agui?o quieren crear en los bancos pesqueros de los que viven una reserva marina, es decir, restringir las capturas para regenerar unos recursos que muestran preocupantes s¨ªntomas de agotamiento. Sus compa?eros de Lira (Carnota) fueron los primeros en hacerlo y el coru?¨¦s Sebasti¨¢n Losada, responsable de Oc¨¦anos de Greenpeace, pone su actitud como ejemplo de la conciencia ambiental que dej¨® el fuel. "Galicia es una de las zonas en las que los recursos marinos sufren m¨¢s presi¨®n, por lo que es dif¨ªcil decir qu¨¦ parte de ese da?o es por el Prestige", explica.
Losada est¨¢ convencido, en cualquier caso, de que el chapapote dej¨® heridas en la naturaleza ("los estudios sobre la marea negra del Exxon Valdez duraron a?os") y demanda a la sociedad gallega "m¨¢s memoria" y un "salto" ecologista para detener la otra marea que amenaza ahora la costa: la "del cemento". El urbanismo salvaje, se?ala, avanza en Galicia a m¨¢s ritmo que en otras zonas. Esta esquina poco explotada de la Pen¨ªnsula es ya un negocio apetecible.
El responsable de Pesca cuando la marea negra sostiene que PSOE y BNG "dividieron" y alarmaron injustificadamente" a la ciudadan¨ªa para llegar a gobernar. "En las manifestaciones se dec¨ªa que ¨ªbamos a tener que emigrar, que se acabar¨ªa con los recursos naturales... Y eso asust¨® a la gente", afirma el popular L¨®pez Veiga. Lo mismo opina el socialista V¨¢zquez, que combati¨® ferozmente a Nunca M¨¢is, al que acus¨® de "batasunizar" Galicia. "Hubo un vac¨ªo institucional y quien lo ocup¨® fue el PSOE y el BNG. Los nacionalistas lo hicieron, como siempre, con una idea monopolista de Galicia", rememora con disgusto.
Xurxo Souto, uno de los entonces portavoces del movimiento, cree que de aquella agitaci¨®n sali¨® "una sociedad mucho m¨¢s rica y con m¨¢s sentido cr¨ªtico". "El actual Gobierno gallego tiene problemas inimaginables hace a?os". Souto cita la construcci¨®n de la planta de gas dentro de la r¨ªa de Ferrol o la oposici¨®n vecinal al plan para levantar junto al mar 26 piscifactor¨ªas. "Se cre¨® una cultura de la organizaci¨®n y de la solidaridad", a?ade.
L¨®pez Veiga resume con un refr¨¢n la situaci¨®n del bipartito. "El que siembra vientos recoge tempestades", recita, "aunque a m¨ª no me satisface". El ex responsable de Pesca durante la crisis se muestra disconforme con "eso de sacar la gente a la calle" y opina que su partido nunca hubiera podido azuzar unas movilizaciones como las de aquellos meses. "El PP no tiene cultura de la movilizaci¨®n. No tenemos sindicatos ni organizaciones ecologistas afines y, adem¨¢s, nos repugna hacer eso".
"A la Administraci¨®n se le exige ahora m¨¢s para que defienda la costa. Y los marineros est¨¢n m¨¢s atentos y sensibles a denunciar la contaminaci¨®n en el mar". As¨ª piensa Evaristo Lareo, presidente de la Federaci¨®n Galega de Confrar¨ªas de Pescadores, que durante la cat¨¢strofe descart¨® unirse a la marcha ciudadana y prefiri¨® sentarse a negociar con la Xunta unas indemnizaciones lo m¨¢s r¨¢pidas posibles. Hab¨ªa vivido los desastres del Urquiola (1976) y del Mar Egeo (1992), en los que los pescadores tardaron en cobrar 17 y 10 a?os, respectivamente. "Con el Prestige, en 20 d¨ªas la gente estaba cobrando", presume Lareo. Niega que la actitud que mostr¨® al frente de las cofrad¨ªas se debiese a su proximidad con el PP. "Volver¨ªa a hacer lo mismo ahora con Touri?o", subraya.
Con el Prestige se hundi¨® la reputaci¨®n de una Xunta dirigida con mano de hierro por un hombre del que dec¨ªan que le cab¨ªa el Estado en la cabeza. "Se rompi¨® esa imagen de Gobierno de autoridad y gran prestigio, y esas cosas pesan psicol¨®gicamente", opina Francisco V¨¢zquez. Tres a?os despu¨¦s, una coalici¨®n de PSdeG y BNG venci¨® por un diputado al PP tras 16 a?os de fraguismo. "Hubo una catarsis social", apunta Xurxo Souto. "Se produjo una nueva visi¨®n de la realidad que trajo el cambio pol¨ªtico".
L¨®pez Veiga tiene claro que Galicia volver¨¢ a sufrir otra marea negra. Y ser¨¢ entonces, dice, cuando PSOE y BNG saboreen las amargas decisiones que tuvo que tomar el PP con el Prestige. "Volver¨¢n a hacer lo mismo: alejar el barco". Para el marinero Oujo, que luch¨® cuerpo a cuerpo con el fuel, "la Administraci¨®n no aprendi¨® nada de aquel desastre". ?l sigue su combate para salvar la ensenada de Agui?o de una piscifactor¨ªa y una macrodepuradora. "Nunca tan unidos hemos estado", confiesa.
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