Un t¨ªtulo para Woody
Unas cuantas pel¨ªculas de Woody Allen tratan de la culpa, la responsabilidad y, como colof¨®n moral contempor¨¢neo, la impunidad. Sus mejores indagaciones por estos derroteros arrancan de la magn¨ªfica Delitos y faltas y se concentran en el di¨¢logo final de dos personajes centrales. Uno, reconocido cardi¨®logo, ha hecho matar a su amante por mediaci¨®n de su hermano g¨¢nster y, como si le hubiera sucedido a un conocido, le asegura al atribulado guionista de serios documentales que no sucede nada por quebrantar las leyes morales que nos hacen humanos, que eso era antes, que el tipo de quien le habla vive la mar de bien desde el crimen, tras pasar, eso s¨ª, unos meses en Europa de relajo. El espectador conoce ya toda la historia. Pero no, dice el guionista (que interpreta Allen), es imposible: la culpa siempre perseguir¨¢ al malhechor, lo obligar¨¢ a confesar, a entregarse. Que no, responde el m¨¦dico impune, eso s¨®lo sucede en las pel¨ªculas... Y el espectador -cualquiera de nosotros- r¨ªe por no llorar.
Allen sigue haciendo variaciones del tema en sus pel¨ªculas recientes, trazando historias semejantes, ahora sobre la obsesi¨®n por el dinero a cualquier coste y las nuevas formas de impunidad. Pero cuando supe que el filme que rod¨® aqu¨ª se titula Vicky Cristina Barcelona me dio un espasmo. Qu¨¦ horrible t¨ªtulo. Por cosas del dinero, de los productores, Allen ha aceptado. El dinero...
Aunque, un momento, me digo: ?no ser¨¢ que el cineasta ha asumido poner Barcelona en el t¨ªtulo porque la ciudad es un buen ejemplo de sus temas?
Durante el tiempo de rodaje, supimos (algo) de hasta qu¨¦ punto se dieron facilidades al equipo y no supimos nada de si algunas quedaron impunes. Cuando ya Allen y su gente no estaban, aconteci¨® lo del gran apag¨®n de finales de julio. Y este oto?o, el caos ferroviario y lo que comporta en tantos aspectos. Julio, octubre, noviembre... Sigo en el asfalto, de momento no me han tocado ni socav¨®n ni grietas.
Pero s¨ª estoy en obras. De ah¨ª que lo de Barcelona en el t¨ªtulo del pr¨®ximo Allen me d¨¦ esperanza. ?Medit¨® los avatares de sus permisos? ?Alguien le hizo notar las repetitivas obras en las mismas aceras a cargo de nuestras compa?¨ªas, el¨¦ctricas o de gas? ?Cu¨¢ntos responsables de asuntos p¨²blicos tienen hermanos u otros parientes aguerridos que se ocupan de sus asuntos turbios?
Ahora le toca a mi calle, entre tantas. Abrieron la acera a lo largo de dos manzanas, sin avisar, a finales de octubre. Las obras, dice todav¨ªa alg¨²n letrero, terminar¨ªan el jueves 31. Siguen. Ahora hasta el 16 de noviembre. Dos semanas m¨¢s, as¨ª, por la cara. Joan de Sagarra les dedic¨® dos virulentas p¨¢ginas de La Vanguardia el primer domingo. Nada, ni caso. Comentamos en la mercer¨ªa (todav¨ªa sigue viva la estupenda tienda de la se?ora Margarita, los j¨®venes la contin¨²an) que poco antes de empezar estas obras hab¨ªan terminado otras, all¨ª mismo, para reemplazar las farolas. Las apisonadoras tronaron y levantaron baldosas. Al cabo de tres d¨ªas, sin mediar informaci¨®n, Fecsa y Acciona volvieron a destrozar las baldosas que acababan de colocar. Y en estos mismos d¨ªas, leo que a Acciona le va muy bien en la Bolsa...
Yo propondr¨ªa a Allen, no s¨¦, que su pel¨ªcula se titule Barcelona Connection. Sumar¨ªa sus temas y los nuestros. No es original, pero s¨ª posmoderno, ya que remite a otra pel¨ªcula. Una comedia (m¨¢s dramas, no, por favor) sobre esta ciudad de turistas, inmobiliarios y publicitarios omnipotentes, responsables p¨²blicos paralizados y constructoras que no son expertas en t¨²neles ni, tal vez, en renovar las conducciones el¨¦ctricas, que tanta falta hace. Sucede en tantas ciudades. Pero vivimos en ¨¦sta.
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