Debajo de esa bata hay una esquiadora
La ropa larga y el pa?uelo dificultan la competici¨®n a las deportistas iran¨ªes
La llegada de una espa?ola para entrenar a la selecci¨®n femenina iran¨ª de f¨²tbol sala no es una casualidad. A la vez que la Rep¨²blica Isl¨¢mica empezaba a romper su aislamiento a mediados de los a?os noventa del siglo pasado, sus deportistas volvieron a las competiciones internacionales y sus mujeres a las canchas. Cristina Avell¨¢n (Alicante, 1975) est¨¢ en Teher¨¢n para ayudarles a recuperar el tiempo perdido. Cris, como le llaman sus chicas, ha descubierto que bajo el velo, las iran¨ªes est¨¢n bastante menos limitadas de lo que parece y que su participaci¨®n en el deporte constituye un term¨®metro de sus avances en una sociedad muy conservadora.
"La imagen de Ir¨¢n fuera es peor que la realidad", se?ala en nuestro primer encuentro en el Hotel Olympic de Teher¨¢n donde reside. La entrenadora viste de calle, un pantal¨®n vaquero, una sahariana negra por debajo de la cadera y un fular azul arreglado al estilo teheran¨ª, es decir, mostrando buena parte de esa cabellera supuestamente tab¨².
Las jugadoras tienen tan asumida la vestimenta que ni hablan de ello El ropaje les impide participar en algunas citas internacionales
"Cuando vine todo el mundo me dec¨ªa que me tapara bien el pelo y que no mirara a los hombres a los ojos, as¨ª que al principio andaba todo el tiempo arregl¨¢ndome el pa?uelo y con la mirada baja", confiesa. Hasta que vio a una responsable deportiva poniendo firme a un hombre. "Le peg¨® dos gritos y ¨¦l se fue con la cabeza gacha", recuerda.
La obligaci¨®n de ocultar el cuerpo femenino se impuso poco despu¨¦s del triunfo de la Revoluci¨®n Isl¨¢mica (1979) y, junto a la separaci¨®n de sexos en los espacios p¨²blicos, tuvo consecuencias para el deporte. De entrada se cerraba el camino para la competici¨®n de las iran¨ªes. Imposible correr los 300 metros lisos envueltas en un chador o lanzarse a la piscina cubiertas de la cabeza a los pies.
El regreso al deporte internacional se produjo a la vez que el pa¨ªs iniciaba una t¨ªmida apertura pol¨ªtica. El 29 de noviembre de 1997 constituy¨® un hito en ambos terrenos. El empate a cero de la selecci¨®n iran¨ª de f¨²tbol frente a Austria le clasific¨® para el Mundial de 1998 y lanz¨® a la calle a la juventud. En contra de lo previsible, las autoridades no reprimieron la alegr¨ªa desbordada en la que chicos y chicas llegaron a bailar juntos y algunas de ellas incluso agitaron sus pa?uelos al aire.
Hac¨ªa unos meses que los iran¨ªes hab¨ªan elegido como presidente al reformista Mohamed Jatam¨ª y, aunque con menos fanfarria, tambi¨¦n se hab¨ªa clasificado la selecci¨®n de voleyball y un representante iran¨ª acud¨ªa a los Juegos Ol¨ªmpicos de invierno. Los deportistas iran¨ªes volv¨ªan a las competiciones internacionales tras dos d¨¦cadas de ostracismo.
Con mayor discreci¨®n, las iran¨ªes ganaban asimismo batallas deportivas, aunque de otro cariz. Como la de la bicicleta. A iniciativa de la Faezeh Hachem¨ª, la hija del entonces presidente Ali Akbar Hachem¨ª Rafsanyan¨ª y m¨¢s tarde diputada, se abri¨® en 1994 el primer carril bici para mujeres en Teher¨¢n. El circuito estaba separado del de los hombres, pero su mera existencia supon¨ªa un avance respecto al inicio de la revoluci¨®n cuando los basiyis (vigilantes isl¨¢micos) arremet¨ªan contra las clases de aerobics para mujeres debido a ?sus movimientos er¨®ticos!
Por la misma ¨¦poca se levant¨® la prohibici¨®n de que las ni?as jugaran al f¨²tbol en la escuela e incluso se las admiti¨® en la Universidad de Educaci¨®n F¨ªsica. De hecho, fue una mujer la abanderada iran¨ª en los Juegos Ol¨ªmpicos de Atlanta, la tiradora Lida Fariman. Todo un s¨ªmbolo del cambio de aires. Hoy, hasta tienen equipo nacional de rugby.
A¨²n as¨ª, la participaci¨®n deportiva de las iran¨ªes ha estado limitada por las restricciones al vestido. Corredoras, futbolistas y otras jugadoras tienen que llevar pantalones largos, batas hasta la rodilla y pa?uelo. Hasta para el esqu¨ª acu¨¢tico se requiere una bata impermeable para evitar que se pegue al cuerpo resaltando sus curvas. Por la misma raz¨®n, las iran¨ªes que acuden a las pistas de esqu¨ª del norte de Teher¨¢n tienen prohibidos los trajes ajustados, un obst¨¢culo a la hora de competir.
?Influye el uniforme en el rendimiento? Cristina Avell¨¢n se r¨ªe. "Es una pregunta dif¨ªcil. Para jugar es m¨¢s inc¨®modo que una equipaci¨®n corta, pero no limita". ?Tampoco el pa?uelo? "Es lo m¨¢s inc¨®modo. He notado que [las jugadoras] siempre est¨¢n pendientes de que no se les caiga. Cuando rematan de cabeza o tienen un encontronazo con otra jugadora, instintivamente se tocan la cabeza". A¨²n as¨ª, opina que no les dificulta el juego o la visi¨®n lateral.
Las jugadoras lo tienen tan asumido que ni siquiera hablan de ello, pero no ocultan que les gustar¨ªa fichar por un equipo de fuera. Eso significar¨ªa tener que jugar sin pa?uelo y en pantal¨®n corto. De aceptarlo, ser¨ªa el final de sus carreras dentro de Ir¨¢n. Un precio demasiado alto.
Tambi¨¦n lo es quedarse fuera de las competiciones internacionales a causa del pa?uelo. Por ello, desde la vicepresidencia del Comit¨¦ Ol¨ªmpico nacional, Hachem¨ª promovi¨® unos controvertidos Juegos Isl¨¢micos Femeninos. Esta cita cuatrianual permite a las musulmanas competir, pero consagra la segregaci¨®n sexista. Los uniformes de atleta, jugadoras de baloncesto o golfistas se adaptan a las exigencias religiosas, camisetas de manga larga y pantalones hasta los tobillos. En el caso de las nadadoras, compiten ante jueces y p¨²blico femeninos.
Avell¨¢n reconoce que, en el caso del f¨²tbol sala, la normativa no contempla el uso del pa?uelo. "Habla de un equipamiento de juego y eso, al menos en Espa?a, significa pantal¨®n corto y camiseta de manga corta, aunque si las porteras llevan pantal¨®n largo, no s¨¦ por qu¨¦ el resto no pueden usarlo tambi¨¦n". En los recientes juegos asi¨¢ticos de Macao no han tenido problemas.
"Tenemos una autorizaci¨®n especial para jugar con pa?uelo", explicaba Cris durante la concentraci¨®n previa al viaje. "Somos las ¨²nicas que lo hacemos", a?ade con una primera persona de plural que dice mucho de su identificaci¨®n con el equipo. Son sus chicas, aunque sea por unos meses. Se ha aprendido los nombres de todas y los pronuncia con correcci¨®n. Pero al pa?uelo, no termina de acostumbrarse.
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