Forestales en el gueto
Los agentes que patrullan la Ca?ada Real califican su labor como "un parip¨¦"
En la zona m¨¢s degradada de la Ca?ada Real se hacen un par de cosas. Una, ir a descargar camiones al vertedero de Valdeming¨®mez y a la incineradora. Dos, comprar droga. Desde la semana pasada tambi¨¦n se puede ir de "excursi¨®n para hacer el parip¨¦" por la carretera del vertedero municipal, como aseguran los agentes forestales de la Comunidad de Madrid, que se pasean en turnos de ma?ana y tarde. Lo hacen "con car¨¢cter diario hasta que se dicten nuevas instrucciones", seg¨²n una orden interna de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente y Ordenaci¨®n del Territorio. ?Con qu¨¦ objetivo? "Para salir en la foto", critica uno de los agentes. Son 15 personas en total "para pasearse".
Se inicia el viaje a las tres de la tarde. Ocho veh¨ªculos se adentran en la parte m¨¢s infernal de la Ca?ada, all¨ª donde se entremezclan las contradicciones y la miseria. La mitad del recorrido est¨¢ sin asfaltar y lleno de baches. Cuesta aguantar el hedor. Todo es insalubre. Monta?as de basura y polvo. Es el Tercer Mundo madrile?o. Hay que ir despacio para no destrozar el coche. Y para no atropellar gallinas o perros fam¨¦licos. O peor, a ni?os que corretean, algunos vestidos con pijama a las cuatro de la tarde. Uno de ellos lanza una piedra a los forestales.
Cuando el camino empieza a estar asfaltado, llega, sin embargo, lo m¨¢s triste. Hay drogadictos de todo tipo. Est¨¢n los m¨¢s pobres, los que llegan al s¨²per de la droga caminando por los arcenes de las autov¨ªas. Pero tambi¨¦n los que acceden en coches de lujo. Cuatro amigos se chutan dentro de su BMW. Uno de ellos vomita por la ventanilla. A los 10 minutos, el coche, con sus ocupantes colocados, enfila la carretera de Valencia, la A-3. A los lados de la carretera hay viviendas donde se vende la droga. En la puerta, por las noches, bidones en llamas anuncian d¨®nde se est¨¢ trapicheando. En los garajes, cochazos de miles y miles de euros. En los arcenes, veh¨ªculos en bater¨ªa. Sus propietarios, adictos a la coca¨ªna y la hero¨ªna, se meten su dosis sin verg¨¹enza a ser vistos.
"Mira, mira, la octava potencia econ¨®mica mundial", dice un agente forestal tras completar la primera mitad del recorrido. En un arc¨¦n, la quincena de agentes opina an¨®nimamente sobre su labor en la Ca?ada. "Es lo m¨¢s est¨²pido que hemos hecho en la vida", dicen. Tienen la sensaci¨®n de ser utilizados pol¨ªticamente. Se trata, dicen, de "pasearse". El viaje no es inseguro porque van en grupo y porque se limitan a estar presentes. A pesar de ello, la orden de la consejer¨ªa especificaba: "Primar¨¢ la seguridad y la integridad de los agentes forestales, por lo que se ruega que extremen las precauciones necesarias".
Parte del trabajo de los forestales se centra en cuidar las v¨ªas pecuarias. En la Ca?ada, por tanto, su trabajo ser¨ªa controlar las construcciones levantadas ilegalmente. Pero el problema, dicen, es que la Ca?ada "est¨¢ descontrolada". Uno de ellos dice: "Aqu¨ª viven miles de personas. Ya es s¨®lo una cuesti¨®n pol¨ªtica".
Los agentes sienten que tienen cosas m¨¢s importantes que hacer. "Nos han enviado a hacer este teatro a un tercio de los que estamos de servicio hoy", explica uno de ellos. "Estamos descuidando nuestras zonas. Un cazador furtivo podr¨ªa hacer lo que le d¨¦ la gana", afirma un agente. "En Catalu?a, los forestales se llaman agentes rurales. Yo entiendo mi trabajo como tal. Esto", dice se?alando a su alrededor, "ya no es un espacio rural. Esto es el gueto de la urbe", a?ade.
El foco informativo est¨¢ en la Ca?ada Real. Pero, seg¨²n los agentes forestales, las construcciones ilegales est¨¢n en muchos m¨¢s sitios. "Hemos hecho cientos de denuncias. En Valdecorzas, en la Vega de Taju?a... Y ni caso". En el Tercer Mundo de Madrid, dicen los forestales, pintan poco.
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