El uniforme
Casi todos los medios, al hablar de la tripulaci¨®n detenida en Chad, resaltaban la impecabilidad de sus uniformes. A m¨ª tambi¨¦n me sorprend¨ªa verles siempre con la chaqueta puesta, bien afeitados, con las camisas tan tersas e impolutas como si las acabaran de almidonar. Estuvieron 15 d¨ªas arrestados con temperaturas que rozaban los 40 grados, pero en los v¨ªdeos y las fotos parec¨ªan frescos como pimpollos. ?Acaso se lavaban las camisas por las noches? Un aut¨¦ntico prodigio de pulcritud.
Su buen aspecto confirma que fueron bien tratados en su detenci¨®n, como ellos mismos dijeron; pero adem¨¢s, y sobre todo, muestra una voluntad de ser y de resistir. La decisi¨®n de no rendirse interiormente. Siempre me gustaron esas historias de los exploradores brit¨¢nicos del XIX, que se adentraban en la terra incognita africana, arrostrando tremendas penalidades y peligros mortales, y que a las cinco de la tarde desplegaban un mantelito de encaje sobre una mesa de campa?a y se tomaban el t¨¦ en delicadas tazas de china. Cosa que muchos consideran un acto puramente estrafalario, risible y colonialista, pero que para m¨ª tambi¨¦n tiene un ingrediente conmovedor por lo que denota de respeto a uno mismo, de tenacidad en la lucha por mantener tu identidad y tu integridad frente al caos. A veces en esa pelea desesperada, en ese empe?o por seguir siendo, est¨¢ la clave de tu salvaci¨®n. Pienso por ejemplo en la pobre Ingrid Betancourt, la pol¨ªtica colombiana que lleva cinco a?os y medio secuestrada por la guerrilla, y espero que se siga sosteniendo por dentro, aunque sea gracias a gestos tan aparentemente nimios como lavarse los dientes todas las ma?anas con el dedo y agua. Y tambi¨¦n creo que la vida es de alg¨²n modo una jungla para todos, y que conviene practicar la peque?a heroicidad de seguir tomando tu t¨¦ cada d¨ªa.
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