Hollywood se aleja de Bush
Una catarata de filmes cr¨ªticos con la guerra de Irak y la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos, entre ellos 'Leones por corderos' y 'Redacted', evidencia que el cine de aquel pa¨ªs est¨¢ en rebeld¨ªa frente a los 'neocon'
Hollywood fue siempre seguidista en relaci¨®n con las consignas de la Casa Blanca, pues incluso cuando hizo pel¨ªculas progresistas durante la Depresi¨®n, las hizo siguiendo las directrices del New Deal de Roosevelt. En 1980 fue capaz de convertir a un actor tan mediocre como Ronald Reagan en presidente de la naci¨®n. No s¨®lo eso, sino que Reagan rescat¨® el t¨ªtulo de una exitosa pel¨ªcula de George Lucas, La guerra de las galaxias (1977), para bautizar una gigantesca fabulaci¨®n b¨¦lico-espacial que tumb¨® financieramente a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que ya dedicaba la mayor parte del presupuesto nacional a gastos militares.
Esta sinton¨ªa entre Washington y Hollywood se reforz¨® tras el 11 de septiembre de 2001, a ra¨ªz del viaje que dos meses despu¨¦s efectu¨® a Hollywood Karl Rove, m¨¢ximo asesor y estratega del presidente Bush, para entrevistarse con la c¨²pula de la industria del entretenimiento e impartir las consignas requeridas por los atentados terroristas y sus efectos en el imaginario y las conciencias de sus conciudadanos. Por entonces ya se hab¨ªa consolidado la expresi¨®n eje del mal, un concepto que parec¨ªa extra¨ªdo de un extravagante tebeo de ciencia-ficci¨®n o de un serial cinematogr¨¢fico de los a?os treinta. Ahora hab¨ªa que estirar un poco el famoso eje, para que cupiera tambi¨¦n la guerra capilar y descentralizada promovida por Al Qaeda, fuerza ubicua que ha acabado por adquirir la etiqueta de islamofascista.
Tras el 11-S, Hollywood volvi¨® al macartismo de las listas negras y el patrioterismo rampl¨®n
Los j¨®venes, que son los que van al cine, son menos conservadores y m¨¢s cr¨ªticos
Las primeras consecuencias de la visita de Karl Rove a Hollywood resultaron deprimentes, pues reactivaron la tradici¨®n macartista de las listas negras, de modo que los profesionales disidentes de la pol¨ªtica de la Casa Blanca recibieron amenazas o se les cancelaron propuestas de contratos. ?ste fue el caso de Sean Penn, Susan Sarandon, Tim Robbins, Martin Sheen o Anjelica Huston. Al mismo tiempo, se estimul¨® la producci¨®n de ficciones que afirmaran la s¨®lida imbatibilidad de Estados Unidos, gracias a su guerra encubierta y sus eficaces agentes antiterroristas. Y hasta se puso en pie una emisora de televisi¨®n en ¨¢rabe, llamada Al-Urra (La Libertad), con base en Virginia, pero que no ha conseguido siquiera ara?ar las fieles audiencias musulmanas de Al-Jezira y Al-Arabia.
Pero algo se ha ido moviendo en los centros de decisi¨®n de la industria del entretenimiento. Es cierto que todav¨ªa en 2005 apareci¨® la decepcionante World Trade Center, en la que el Oliver Stone radical que hab¨ªa ofrecido antes un implacable Nixon (1995) y un Comandante (2003) a la mayor gloria de Fidel Castro, se aline¨® con el consenso medi¨¢tico-patri¨®tico conservador que gobern¨® las miradas televisivas del 11-S. Y es cierto que Hollywood ha seguido cultivando el fil¨®n paranoico que conoci¨® d¨ªas de gloria durante la guerra fr¨ªa, exhortando la consigne be safe. Aunque existe una notable diferencia entre ambos discursos, pues la guerra fr¨ªa se libr¨® entre dos potencias geopol¨ªticas bien definidas y la nueva guerra se libra contra una poco visible infiltraci¨®n capilar en la retaguardia nacional. Y no es casual que las nuevas angustias se manifiesten sobre todo a bordo de aviones. En Vuelo nocturno (Red-Eye, 2005), de Wes Craven, en el vuelo Dallas-Miami la protagonista es v¨ªctima del secuestro de un asesino mercenario que se propone matar a un diplom¨¢tico. En Serpientes en el avi¨®n (Snakes on a Plane, 2006), de David R. Ellis, un asesino introduce serpientes en el avi¨®n que debe transportar a un testigo de sus fechor¨ªas. Invasi¨®n (The Invasi¨®n, 2007), de Oliver Hirschbiegel, es un remake de un glorioso cl¨¢sico de la guerra fr¨ªa, Invasi¨®n de los ultracuerpos de Don Siegel, en el que unos seres venidos del espacio suplantan a los humanos conservando su misma apariencia f¨ªsica. Y en la nueva versi¨®n de La guerra de los mundos (War of the Worlds, 2005), de Steven Spielberg, ante la agresi¨®n exterior la hija del protagonista le pregunta: "?Son terroristas?".
Pero el mercado est¨¢ cambiando r¨¢pidamente ante la competencia de la televisi¨®n, Internet y los videojuegos, de modo que el p¨²blico m¨¢s joven y pol¨ªticamente inquieto va al cine y frecuenta Internet, mientras que el de m¨¢s edad y m¨¢s conservador se queda en casa viendo una televisi¨®n conformista. Esto, y la creciente desafecci¨®n a la pol¨ªtica republicana, explica la aparici¨®n reciente de pel¨ªculas desmitificadoras, como Team America. La polic¨ªa del mundo (Team America: World police, 2004), jocoso filme de marionetas de Trey Parker y Matt Stone -los creadores de South Park-, que muestra al terrorismo internacional formateado en clave de comedia. Ese mismo a?o, Michael Moore redescubri¨® el cine militante en su Fahrenheit 9/11, documental que desvel¨® las conexiones del presidente Bush con los clanes saud¨ªes del poder petrolero, que alimentaron el radicalismo isl¨¢mico de Osama Bin Laden, antes de que se convirtiera en el enemigo p¨²blico n¨²mero uno de su pa¨ªs. El largo idilio entre la desp¨®tica dinast¨ªa saud¨ª y Washington, que cerr¨® los ojos a lapidaciones de ad¨²lteras y escuelas cor¨¢nicas que alimentaron al huevo de la serpiente, tuvo una etapa opulenta cuando los intereses petrol¨ªferos tejanos, del terru?o de Bush, entraron en colusi¨®n con los intereses petrol¨ªferos saud¨ªes. Gracias a Moore sabemos que estas amistades peligrosas fueron las ¨²nicas que pudieron abandonar Estados Unidos el d¨ªa de la hecatombe. Miramax, vinculada a la casa Walt Disney, se neg¨® a distribuir la pel¨ªcula.
Poco despu¨¦s apareci¨® Syriana (2005), de Stephen Gaghan, thriller pol¨ªtico acerca de las relaciones entre la industria petrolera y el poder pol¨ªtico que se juegan en el tablero de Oriente Pr¨®ximo. En Syriana, un ejecutivo (interpretado por Tim Blake Nelson) afirma que "corrupci¨®n es la intromisi¨®n del Gobierno en el funcionamiento del mercado por medio de regulaciones". No sabemos qu¨¦ opinar¨ªa el respetado republicano Alan Greenspan sobre este aserto, pero sabemos que acaba de aclarar en sus memorias que la guerra de Irak ha sido una guerra por el control del petr¨®leo.
Entretanto, los neocons han vivido los descalabros de las dimisiones de Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Karl Rove, Albert Gonzales y John R. Bolton. Y esto ha tenido su eco en Hollywood, que, a diferencia de lo que ocurri¨® con la guerra de Vietnam, ha comenzado a emitir mensajes cr¨ªticos sin esperar al final del conflicto iraqu¨ª. Con la mirada en las pr¨®ximas elecciones, en Hollywood ya se ha iniciado un cambio de ciclo y de posicionamiento pol¨ªtico. Michael Moore abri¨® la senda en el frente documental. Y en esa senda han seguido numerosos t¨ªtulos, como The War Tapes (2006), de Deborah Scranton, montado con grabaciones efectuadas por los soldados en Irak, monitorizadas por la directora a trav¨¦s de Internet.
A los documentales han seguido los docudramas. Jarhead (2005), de Sam Mendes, se ha basado en el libro autobiogr¨¢fico poco complaciente de un marine en la primera guerra de Irak; United 93 (2006), de Paul Greengrass, ha escenificado el destino del cuarto avi¨®n secuestrado el 11-S, mostrando la ineptitud de las fuerzas a¨¦reas y los rezos simult¨¢neos en cabina y en direcci¨®n pol¨ªtica contraria a Al¨¢, a Dios y a Jehov¨¢; The Situation (2007), de Richard Haas, muestra c¨®mo militares norteamericanos arrojaron a un canal de riego a dos iraqu¨ªes por violar el toque de queda; en In the Valley of Ellah (2007), de Paul Higgins, un veterano de Vietnam investiga el asesinato de su hijo al regresar de Irak, cometido por sus compa?eros de armas; Un coraz¨®n invencible (A Mighty Heart, 2007), coproducci¨®n angloamericana de Michael Winterbottom, muestra el secuestro y asesinato por yihadistas de un periodista jud¨ªo del Wall Street Journal en Pakist¨¢n. Y la controvertida Redacted (2007), de Brian de Palma y premiada en Venecia, muestra c¨®mo unos soldados americanos violan a una adolescente iraqu¨ª de 14 a?os, luego matan a su familia ante ella y despu¨¦s la asesinan.
Acaba de llegarnos, como avanzadilla de las nuevas ficciones sobre este malestar pol¨ªtico, Leones por corderos (Lions for Lambs, 2007), de Robert Redford, que expone tres historias cruzadas e interconectadas, protagonizadas por un belicoso senador neocon (Tom Cruise, productor del filme), enfrentado en Washington a una periodista esc¨¦ptica (Meryl Streep); un veterano de Vietnam y profesor humanista en California (Redford) y dos ex alumnos suyos, ahora soldados heridos y cercados por los talibanes en las monta?as de Afganist¨¢n. Se trata de un filme bienintencionado y did¨¢ctico, aunque no puede sacudirse el tufillo claustrof¨®bico del viejo teatro de ideas. Pero su orientaci¨®n es clara y confirma que Hollywood ha desahuciado finalmente a Bush.
Rom¨¢n Gubern es catedr¨¢tico de Comunicaci¨®n Audiovisual de la UAB.
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