Casas para la buena vida
Una pareja y el amigo. O dos amigos y la novia. Los holandeses Winy Maas (Schijndel, 1959), Jacob van Rijs (?mstedam, 1964) y Nathalie de Vries (Appingedam, 1965) coincidieron en la Universidad T¨¦cnica de Delft. Maas llevaba ventaja: hab¨ªa estudiado paisajismo. Y ven¨ªa de trabajar un a?o en Nairobi para la Unesco. Van Rijs tambi¨¦n ten¨ªa las miras puestas m¨¢s all¨¢ de la arquitectura. Hab¨ªa estudiado qu¨ªmica. Y era, y es, un tipo r¨¢pido, un hombre despierto. Se hicieron amigos. Al terminar los estudios comenzaron a trabajar para el que, ya en 1990, era un mito entre los arquitectos del mundo, su paisano Rem Koolhaas. Nathalie, la novia de Jacob, prefiri¨® emplearse en el estudio Mecanoo de Delft para hacer una arquitectura que combina prefabricaci¨®n industrial con materiales naturales. El plan era adquirir conocimiento, experiencia y un sueldo. Pero continuar dise?ando al margen, en los ratos libres, durante las vacaciones. El objetivo: despegar como estudio. Funcion¨®. As¨ª, sumando las siglas de sus apellidos, naci¨® MVRDV. En 1997, el asilo WOZOCO de ?msterdam se convirti¨® en el bloque de viviendas sociales m¨¢s econ¨®mico de Holanda. Y ¨¦se no era el m¨¦rito. La manera en que colgaron de la fachada nuevos pisos para no privar a los vecinos del sol matutino le dio cara y ojos al inmueble. Y los hizo famosos. Tres a?os despu¨¦s firmaban el pabell¨®n holand¨¦s en la Expo 2000 de Hannover, un edificio que apilaba jardines como soluci¨®n para el problema de la densidad que aprieta su pa¨ªs.
"En Holanda el Gobierno obliga a los que quieren enriquecerse a construir tambi¨¦n vivienda social a precios bajos"
"Una ciudad llena de iconos es un problema, pero ?por qu¨¦ un edificio de viviendas no puede ser un icono?"
PREGUNTA. ?Koolhaas sigue siendo un h¨¦roe entre los arquitectos holandeses?
RESPUESTA. S¨ª. Es una figura m¨ªtica. Incluso aunque apenas est¨¦ all¨ª. Es un holand¨¦s errante. Pero su influencia sigue siendo inmensa. Los estudiantes y los cr¨ªticos est¨¢n orgullosos de tener a alguien tan famoso. Y todos seguimos lo que ¨¦l hace por el mundo. Primero con admiraci¨®n y luego con curiosidad. Nos sigue interesando. Pero llega un momento en que uno tambi¨¦n crece. Y desarrolla un enfoque propio.
El que habla es Jacob van Rijs. La entrevista empieza en un coche que lo lleva de Barajas a la Universidad Europea de Madrid a pronunciar la conferencia inaugural del curso de arquitectura. El mismo autom¨®vil que, s¨®lo dos horas despu¨¦s, lo devolver¨¢ al aeropuerto. "Es mi primera entrevista en un coche", aclara. "Por suerte, mi vida no es as¨ª", dice sorbiendo un caf¨¦ de Starbucks. En el auditorio, los estudiantes no lo conocen. Alguien comenta que es el autor del edificio Mirador y se sorprenden de encontrar a un tipo con camisa a cuadros, alguien que no necesita disfrazarse para anunciar su af¨¢n por buscar nuevas soluciones arquitect¨®nicas. ?l empieza la charla proyectando una frase que es todo un alegato: "Empezad sin miedo". El miedo ya llegar¨¢. Y termina diciendo que no olviden nunca la obligaci¨®n que tienen los arquitectos de comunicarse con la gente, de hacerse entender por alguien que no es arquitecto. Puro sentido com¨²n. La falta de miedo no es un golpe de efecto, es lo que lo lleva a ¨¦l y a sus socios a firmar precisamente edificios como el Mirador, al norte de Madrid. Ese icono de Sanchinarro, que recuerda al Parkrand, que han terminado ahora en Rotterdam.
P. ?Lo que funciona en Holanda puede funcionar en todas partes?
R. Las ciudades est¨¢n cambiando. Ahora admiten otras formas de vivienda, con mezclas entre lo privado y lo colectivo. El edificio Mirador indaga en ese terreno intermedio. Pero no es una novedad. En la Edad Media ya exist¨ªan patios y jardines traseros compartidos. Se trata de actualizarlo. Vivimos en un tiempo de individualidades, y ese edificio ofrece la posibilidad de tener una vivienda individual en un espacio colectivo. Casi todos nuestros bloques de viviendas investigan esa cuesti¨®n: la que busca lo individual en lo colectivo. Los dos edificios tienen eso en com¨²n. Pero el Parkrand empez¨® a construirse antes. Se termin¨® despu¨¦s por la financiaci¨®n. En Holanda la vivienda social se financia con la privada. El Gobierno obliga a los constructores que quieren enriquecerse con un edificio a construir tambi¨¦n un porcentaje de vivienda social a precios mucho m¨¢s bajos.
P. ?Que un edificio similar funcione en ciudades distintas habla de la indefinici¨®n de ciertas zonas urbanas o de las necesidades comunes de las personas?
R. Las viviendas cambian en cada pa¨ªs. Incluso en cada ciudad. La manera de usarlas crea distintos h¨¢bitos. Un edificio puede recordar a otro, pero, incluso partiendo de una voluntad similar, el resultado es distinto. En Espa?a la gente vive buena parte del a?o con las persianas bajadas y los toldos desplegados. Eso hay que pensarlo al dise?ar un edificio. En Holanda vivimos con las ventanas abiertas, buscando la luz. Nosotros utilizamos m¨¢s las zonas comunes de los edificios. A los espa?oles les gusta m¨¢s salir a la calle. Nosotros hacemos casas para que las complete la gente. El edificio Parkrand tiene una zona de recreo que no pudimos hacer en Madrid porque nadie quiso pagarla. El presupuesto era bajo. Tal vez lo puedan hacer en el futuro. Un arquitecto del estudio fue un d¨ªa al edificio Mirador a investigar. No dijo que trabajaba con nosotros y pudo meterse en tres de los pisos. Uno pertenec¨ªa a una familia rumana gitana que lo hab¨ªa rehecho completamente. Era irreconocible. Y nos parece bien.
P. Han convertido edificios de vivienda social en iconos arquitect¨®nicos. Para qui¨¦n han sido los cambios m¨¢s importantes, ?para la ciudad o para quien tiene un piso peque?o?
R. Para ambos. Una ciudad llena de iconos es un problema. Pero sin iconos las ciudades tienen otro tipo de problemas. ?Qu¨¦ puede ser un icono? ?El centro comercial? ?El estadio de f¨²tbol? ?Por qu¨¦ no los bloques de vivienda? Cuando construyes un gran bloque en un lugar alejado que la gente no conoce puedes tratar de marcar el territorio. Mucha gente de Madrid no sab¨ªa d¨®nde estaba Sanchinarro. Por eso decidimos marcar el territorio con una especie de campanario. Quer¨ªamos que fuera una referencia reconocible: "?D¨®nde vives? En Sanchinarro. ?D¨®nde? En el edificio aquel de colores con el hueco. Ah, ya".
Los socios de MVRDV saben que la densidad es el principal problema urban¨ªstico de un pa¨ªs peque?o, como el suyo. Y creen que la ciudad-jard¨ªn de anta?o, con viviendas en hilera y un peque?o jard¨ªn individual, ya no tiene sentido. Pero han ideado propuestas para que los holandeses no tengan que renunciar al trocito de verde al que estaban acostumbrados. Van Rijs creci¨® en ?msterdam, en un barrio de casitas apretadas, "y la atm¨®sfera no era agradable sino alienante. No hay que mitificar ning¨²n tipo de arquitectura", dice hoy. Por eso, ¨¦l, sus dos socios y los 40 arquitectos que ahora trabajan con ellos llevan toda su vida profesional tratando de cambiar las cosas. "Desde el principio nos planteamos qu¨¦ pod¨ªa hacer un arquitecto, adem¨¢s de su trabajo y adem¨¢s de ser un sirviente. La respuesta fue pensar. Hay posibilidades si vas m¨¢s all¨¢ del t¨®pico o del encargo concreto. Nosotros utilizamos nuestros proyectos para investigar". El pensamiento del que habla est¨¢ recogido en libros como Costa Ib¨¦rica, o Farmax, en los que muestran ideas de c¨®mo apilar parques o c¨®mo hacer de Benidorm una nueva Manhattan para ganar densidad en una sola zona y, de paso, liberar de construcciones el resto de la maltratada costa mediterr¨¢nea. De esas investigaciones a veces surgen ideas para proyectos.
Con todo, admite Van Rijs, "alguna vez alg¨²n proyecto ha sido demasiado radical para los vecinos. Son riesgos que debe asumir quien trata de hacer evolucionar las cosas", contin¨²a. Y no pone reparo en hacer un peque?o inventario de contratiempos: "En ?msterdam levantamos el edificio Thonek, una casa-oficina naranja para una familia de dise?adores gr¨¢ficos. Lo hicimos todo de acuerdo con la ley, enviamos muestras de los materiales para que las aprobaran? Todo estaba en orden, pero al final apareci¨® un problema muy holand¨¦s: a los vecinos no les gustaba el nuevo inquilino de color naranja. Les irritaba".
P. ?Y qu¨¦ pas¨®?
R. A veces, aunque tengas raz¨®n, tu vida se vuelve miserable si no logras una convivencia respetuosa. Empezaron los problemas. Apareci¨® la figura del mediador, un abogado. Decidieron que el cliente eligiera diez colores que le gustasen. De los diez, los vecinos eligieron cuatro. De los cuatro, el due?o eligi¨® uno. Hoy la casa es verde. Y el abogado ha cobrado m¨¢s que el arquitecto. La ciudad pag¨® la mitad de la pintura y al abogado.
Van Rijs no cree que la decisi¨®n del mediador afectase a su arquitectura: "Los due?os son grafistas y hab¨ªan elegido el naranja primero y decidieron luego el verde. Tratamos de hacer una arquitectura abierta, que resista los cambios", dice desmitificando.
A pesar de que ellos las explican con una l¨®gica aplastante, a primera vista, muchas de sus propuestas podr¨ªan parecer caprichosas. En Matsudai, al noroeste de Jap¨®n, levantaron un ovni blanco, un edificio alzado para conseguir una zona libre de nieve en invierno y una zona protegida del sol en verano. Es blanco para evitar que el sol lo caliente en verano y para fundirse con la nieve del paisaje en invierno. Pura funci¨®n. Pero aun as¨ª, su extra?a forma en medio de un paisaje monta?oso parece confiar en la eterna juventud. Como si en MVRDV creyesen que las propuestas rompedoras pueden llegar para quedarse. "Nos gustar¨ªa que la frescura de nuestros edificios no se perdiera con el tiempo. Pero, por definici¨®n, la frescura es algo que caduca. Nuestro objetivo, al repensar una tipolog¨ªa, no es dar con algo novedoso sino resolver un problema o mejorar una soluci¨®n. El objetivo no es la juventud, pero si los edificios parecen nuevos o j¨®venes, nos parece bien. Uno trata de cambiar las cosas mientras se siente joven: a veces eso dura dos meses, a veces una semana, a veces toda la vida", dice. Y todo apunta a que ¨¦se podr¨ªa ser su caso. Desde que se asociaron en 1991, cuando a¨²n trabajaban en otros despachos, sus edificios han tratado de reinventar tipolog¨ªas. Al jard¨ªn vertical de la Expo de Hannover, le sigui¨® el barrio mar¨ªtimo Ypenburg, en La Haya, o el m¨¢s reciente hospital M¨¢xima, con forma de invernadero. "Nuestra actitud es que todo es posible. Las cosas pueden ser distintas. Y merece la pena que lo sean cuando se convierten en mejores. Pero somos pragm¨¢ticos. Tratamos de considerar las posibilidades ¨²tiles en las que nadie ha pensado antes. En La Haya, trabajamos con la forma m¨¢s sencilla de una casa pero singularizamos las viviendas con diferentes acabados. Son todas iguales pero cada una es distinta. En el hospital, quisimos mejorar la vida de los pacientes. Y pensamos que entre ¨¢rboles uno se siente mejor". As¨ª de sencillo.
P. Con tanto invento, ?de todas las viviendas que han dise?ado, en cu¨¢l vivir¨ªan?
R. En la casa Didden de Rotterdam. Porque nuestra situaci¨®n es similar a la de los due?os. Nathalie y yo tenemos dos hijos y necesitamos privacidad. El due?o de Didden hace pelucas. Se ha hecho muy famoso haciendo las de las pel¨ªculas de Peter Greenaway. De modo que el almac¨¦n de pelucas crec¨ªa y la casa menguaba mientras los ni?os tambi¨¦n crec¨ªan. Necesitaban m¨¢s espacio. Y ocupamos la azotea con un jard¨ªn rodeado de casitas. Cada miembro de la familia tiene su casita azul. Ya lo ven. No les da miedo volver a tener problemas con el color. La familia del peluquero eligi¨® el azul de una casa antigua, famosa en el barrio. Y esta vez las cosas han salido de otra manera. Los vecinos est¨¢n encantados.
Los tres miembros de MVRDV son profesores. Han dado clases en Berl¨ªn, ?msterdam y Tejas. Y no temen que sus alumnos crean que es f¨¢cil cambiarlo todo. "Cuando eres estudiante debes copiar. Yo tambi¨¦n copiaba a Aldo Rossi", admite Van Rijs. "Copiar da conocimiento y m¨¦todo. Pero, a partir de esa base, debes trabajar. Cuando un arquitecto adulto copia s¨®lo puede hacerlo de manera superficial", matiza. Aunque entre los adultos que, como ellos, triunfan a veces el peligro sea m¨¢s copiarse a s¨ª mismos que convertirse en ep¨ªgonos. No es su caso. "No queremos hacer mvrdvs, queremos trabajar para la gente", afirma Van Rijs. Y conf¨ªa en que la aportaci¨®n del estudio a la historia de la arquitectura sea esa "cercan¨ªa con la sociedad para la que nos ha tocado trabajar".
Como Maas y, algo m¨¢s que De Vries, Van Rijs viene a Espa?a con cierta frecuencia. A pocos metros del edificio Mirador, est¨¢n a punto de terminar el bloque de viviendas Celos¨ªa, ambos firmados con Blanco Lle¨®. Tambi¨¦n construyen unas oficinas para la empresa de cer¨¢mica Apavisa, en Castell¨®n. "Como quer¨ªan un edificio visible, lo colocamos entre postes de anuncios de carretera", explica. Tambi¨¦n levantar¨¢n, en Valencia, la Torre Huerta, con ¨¢rboles en las terrazas, como parte del proyecto Soci¨®polis que ha ideado Vicente Guallart. Y trabajan en un edificio de viviendas en M¨¢laga. Fuera de Espa?a, este mes inauguraron el edificio Gyre, en Omotesando, "el primero realizado en Tokio por un arquitecto holand¨¦s", anuncian con picard¨ªa para no decir directamente que, por esta vez, se han adelantado a su ex jefe y profesor, el gur¨² Koolhaas. "La arquitectura es algo local", concluye Van Rijs. "La cultura de construir tiene que ver con el lugar. Pero es fascinante ver c¨®mo se trabaja en cada cultura. En Jap¨®n, un acuerdo es un acuerdo. Y en China es lo contrario. Pero la velocidad con la que suceden las cosas hace fascinante trabajar tambi¨¦n all¨ª. Todos los lugares tienen su secreto. Y el mundo en el que vivimos te permite tratar de adivinarlo".
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