Cante grande

Es, indiscutiblemente, la gran voz de su generaci¨®n. Dir¨ªa, incluso, de varias generaciones. Desde que el a?o 1993 gan¨® en La Uni¨®n el trofeo L¨¢mpara Minera y varios premios m¨¢s, Miguel Poveda -entonces con apenas veinte a?os- ha ido imponiendo un magisterio personal que le ha situado en primera l¨ªnea en el escalaf¨®n de los flamencos. Porque adem¨¢s lo canta todo, sin distingos de g¨¦neros ni nada que se le parezca.

En Torrelodones hizo un concierto cl¨¢sico, aunque hablar de clasicismo en Poveda siempre es relativo. Porque nunca canta igual, e introduce novedades en todo lo que hace. El n¨²mero de copla, por ejemplo, en el que mezcl¨® un verso de cada tema, fue espectacular por lo novedoso y lo dif¨ªcil de ejecutar. El preg¨®n del uvero, que hemos o¨ªdo muy pocas veces y no a cantaores de esta ¨¦poca, y del que Poveda hizo una verdadera creaci¨®n, con un personalismo y un gusto sensacionales, no le qued¨® a la zaga.

Otra creaci¨®n extraordinaria fueron las buler¨ªas finales, una largu¨ªsima secuencia en que el cantaor mezcl¨® estilos y formas con un derroche de inspiraci¨®n. Mucho Jerez, seg¨²n es norma en este cantaor, que siendo catal¨¢n de nacimiento siente debilidad por la tierra jerezana y all¨ª ha bebido gran parte de su arte. En estas buler¨ªas hubo de todo, cante a palo seco y cante con guitarra, con una asombrosa versatilidad que hizo de una pieza una obra maestra.

Miguel Poveda cant¨® adem¨¢s alegr¨ªas, malague?as y cantes abandolas -entre ellos la jabera, otro estilo que se hace raramente y que el cantaor borda como todos los dem¨¢s-, soleares, la minera -en la que rindi¨® homenaje como referente a Pencho Cros, el cantaor recientemente fallecido y que fue importante en el aprendizaje del estilo por Poveda-, otras buler¨ªas con un tema taurino, tientos y tangos... En todo puso este int¨¦rprete su excepcional sabidur¨ªa, verdaderamente ejemplar. O¨ªr el cante de Miguel Poveda es siempre un deleite, un verdadero gustazo.