Un esfuerzo in¨²til
No hay nada peor para una nueva ¨®pera que llegar al p¨²blico en malas condiciones. Los cl¨¢sicos pueden sobrevivir un montaje fallido, pero en el repertorio contempor¨¢neo, si falla el estreno las cosas se ponen m¨¢s crudas. Por eso merec¨ªan mejor suerte en su bautismo lice¨ªsta las dos ¨®peras de c¨¢mara de Lleonard Balada ambientadas en el Lejano Oeste americano y cantadas en ingl¨¦s, Hangman, Hangmang!, estrenada en el teatro Regina en 1982, y su continuaci¨®n, The town of greed, in¨¦dita en Barcelona.
Las obras tienen muchos atractivos, pero lo que no tiene remedio es el montaje que el Liceo presenta en el foyer del teatro. Y no tiene arreglo porque, al margen del valor art¨ªstico de la propuesta, lo que falla es la selecci¨®n del espacio, inadecuado para una representaci¨®n oper¨ªstica. Sin perspectiva posible, con los m¨²sicos a medio metro y m¨¢s de 20 cantantes, actores y figurantes en busca de su correspondiente hueco esc¨¦nico, el espectador acaba con dolor de cuello si pretende seguir una acci¨®n que se desarrolla por todas las partes, incluidos balcones, dos pantallas gigantes y dos torres esc¨¦nicas en las que el director de escena pone a copular y a masturbarse a todo bicho viviente.
Hangman, Hangman! y The town of greed.
De Lleonard Balada. ?peras de c¨¢mara con libreto del compositor. Int¨¦rpretes: Marlin Miller, Mar¨ªa Hinojosa, Iv¨¢n Garc¨ªa, In¨¦s Moraleda, Enric Mart¨ªnez-Castignani, Josep Ferrer, Emilio Gavira y Carles Canut. Orquesta de la Academia del Liceo. Director musical: ?lvaro Albiach. Direcci¨®n de escena: Gustavo Tambascio. Escenograf¨ªa: Juan Pedro Gaspar. Foyer de Liceo. Barcelona, 15 de noviembre.
El problema es que sobra gente en escena, y tanto traj¨ªn distrae y enturbia el clima l¨ªrico y el vigor r¨ªtmico de una m¨²sica que combina con acierto t¨¦cnicas de vanguardia, l¨ªneas tradicionales basadas en el folclore y una parte vocal l¨ªrica y cantable m¨¢s pr¨®xima al eclecticismo de Bernstein que al corrosivo desgarro de Weill.
Dif¨ªcil, por la mala ac¨²stica, valorar como se merece el buen trabajo de los m¨²sicos -salen bastante airosos de una escritura sumamente virtuosa bajo la precisa direcci¨®n de Albiach- y los solistas de un amplio reparto en el que sobresalen, por calidad y presencia, la soprano Mar¨ªa Hinojosa, el tenor Marlin Miller y el bajo Iv¨¢n Garc¨ªa, que tiene que cantar incluso en pleno orgasmo, lo que tiene su m¨¦rito.
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