El Gobierno de Su Majestad
El incidente del Rey con Ch¨¢vez en Santiago culmina un periodo turbulento que ha colocado a la Monarqu¨ªa en el ojo del hurac¨¢n
El presidente de Venezuela, Hugo Ch¨¢vez, lleg¨® ayer a Riad, capital de Arabia Saud¨ª. Antes de abandonar Caracas, apunt¨®: "Ellos [los espa?oles] me han mandado muchos mensajes por las v¨ªas menos imaginables: no quieren que esto se convierta en un problema".
?Acaso ha enviado el rey Juan Carlos desde el palacio de la Zarzuela una paloma mensajera a su amigo el rey saud¨ª Abdulah con alguna rama de olivo para Ch¨¢vez? Lo cierto: el canciller cubano Felipe P¨¦rez Roque utiliza sus buenos oficios y varios presidentes presentes la Cumbre Iberoamericana le han llamado. El mensaje: paz.
La figura del Rey no se ha librado de la polarizaci¨®n preelectoral
Un d¨ªa antes de la Fiesta Nacional, don Juan Carlos se quej¨® de la crispaci¨®n
El caso de 'El Jueves' colm¨® la paciencia del Pr¨ªncipe
La batalla de Losantos no se ha limitado s¨®lo a pedir la abdicaci¨®n
El Gobierno apoy¨® la visita a Ceuta y Melilla creyendo que controlar¨ªa los da?os
El proyecto de Ch¨¢vez de 'bolivarianizar' la Cumbre no prosper¨®
Si bien despu¨¦s de abandonar Santiago de Chile, el rey Juan Carlos pudo sentir, seg¨²n aseguran fuentes consultadas por este peri¨®dico, la necesidad de descolgar el auricular de un hipot¨¦tico tel¨¦fono rojo y llamar a Ch¨¢vez, el impulso qued¨® en aguas de borrajas al ver la explotaci¨®n del incidente por parte del presidente venezolano de cara al refer¨¦ndum de reforma de la Constituci¨®n de su pa¨ªs convocado para el 2 de diciembre.
"En estas condiciones, el Rey no pudo hacer lo que quiz¨¢ le pidiera el cuerpo. Esto habr¨¢ que bordarlo con arte", dijo una fuente diplom¨¢tica. "Ahora no es bueno que una eventual comunicaci¨®n personal pueda ser usada para atizar las brasas".
?Hay algo en la conducta del Rey que, retrospectivamente, pueda dar alguna pista sobre su reacci¨®n del s¨¢bado 2 en Santiago? Aquellos que han viajado con el Rey y que le acompa?aron en las horas siguientes, ya en la capital chilena, aseguran no haber advertido, caso de existir, alg¨²n detalle.
Quiz¨¢, insisten otras fuentes pol¨ªticas, haya que remontarse no a las horas previas sino a los largos meses de tensi¨®n de la pol¨ªtica interna espa?ola. Y, en particular, al hecho de que el Rey no se ha salvado de la polarizaci¨®n extrema en la lucha por el poder ante las elecciones generales del pr¨®ximo 9 de marzo. Una lucha que no deja t¨ªtere con cabeza, incluyendo en primer¨ªsimo lugar a todas las instituciones del Estado, con el Tribunal Constitucional en un estado, al decir de un magistrado, de "apaga y v¨¢monos".
La vanguardia en la lucha para que la Monarqu¨ªa no se salve de esa quema, o para garantizar que ser¨¢ pasto del fuego, seg¨²n se mire, ha correspondido a la cadena Cope, propiedad de la Conferencia Episcopal. La batalla del periodista Federico Jim¨¦nez Losantos no se ha limitado a pedir, a partir de noviembre de 2005, la abdicaci¨®n del Rey, quien, seg¨²n el periodista, "s¨®lo se lleva bien con los socialistas y muy mal con la derecha".
No. Ha sumado la Monarqu¨ªa a la crisis que ha propiciado el Partido Popular en el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, como si se tratasen de frentes de guerra contra el Gobierno. Para vender la imagen de la Espa?a rota
Fue en ese contexto en el que, el pasado verano, el pr¨ªncipe Felipe sinti¨®, seg¨²n fuentes informadas, su paciencia colmada a ra¨ªz de una caricatura publicada en la revista sat¨ªrica El Jueves sobre ¨¦l y la princesa Letizia. Llov¨ªa sobre mojado. Don Felipe ya hab¨ªa tragado quina por la intromisi¨®n en la vida de su peque?a Leonor.
El Pr¨ªncipe pudo estimar que su inmunidad legal se trocaba en indefensi¨®n.
La respuesta en este tipo de situaciones ha sido un tab¨² para la Casa del Rey. Primaba el criterio de mirar hacia otro lado. La Fiscal¨ªa, en el caso de la caricatura, interpret¨® que se deseaba una acci¨®n para poner l¨ªmites. No es, como denunci¨® el PP, que la Fiscal¨ªa metiera en un l¨ªo a la Monarqu¨ªa. No. En la Casa del Rey algunos consideraron, seg¨²n fuentes consultadas, que de vez en cuando puede ser inevitable pegar un pu?etazo sobre la mesa. Y esa ocasi¨®n lleg¨® con la caricatura sobre los Pr¨ªncipes.
Al calor de este caso, un grupo de independentistas catalanes encapuchados quemaron en septiembre una fotograf¨ªa de los Reyes en la plaza del Vino de Girona para protestar por la visita de Don Juan Carlos a la ciudad.
Los grup¨²sculos independentistas, por una parte, y sectores de la derecha por la otra, a trav¨¦s del periodista Jim¨¦nez Losantos, atacaban d¨ªa s¨ª, d¨ªa no, un mismo objetivo: la Corona. La abdicaci¨®n volvi¨® a las ondas.
A primeros de octubre, el Rey defendi¨® a la Monarqu¨ªa y a todo el andamiaje institucional de la transici¨®n, en solfa precisamente por la lucha pol¨ªtica encarnizada en este pa¨ªs. El l¨ªder del PP, Mariano Rajoy, a horcajadas de la campa?a de las banderas, fue, d¨ªas m¨¢s tarde, el actor de un v¨ªdeo en el que, muy al estilo real, ped¨ªa a los espa?oles que hicieron alg¨²n tipo de gesto en su amor a la patria el d¨ªa de la Fiesta Nacional.
Precisamente, un d¨ªa antes, el 11 de octubre, en un almuerzo celebrado en el Palacio Real, el Rey, en una mesa con la Reina y ocho comensales m¨¢s, se lament¨® por el estado de crispaci¨®n existente en v¨ªsperas del 12 de octubre. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, puso en pr¨¢ctica su objetivo de reinserci¨®n de Jim¨¦nez Losantos en el paisaje medi¨¢tico, y solicit¨® al rey Juan Carlos que profesara un "trato humano" al citado periodista.
El Rey reaccion¨® sin complejos. "?C¨®mo? ?M¨¢s trato humano que yo doy a todos. A todos por igual, sin discriminaci¨®n... Es a m¨ª a quien tiene que dar trato humano". A?adi¨® m¨¢s: "Le he dicho a Rouco Varela que recen menos por m¨ª y la Monarqu¨ªa y se ocupen m¨¢s de la Conferencia Episcopal que controla a la Cope".
Cuando el asunto parec¨ªa zanjado, Aguirre, antes de finalizar el almuerzo, volvi¨® al punto de partida sobre la crispaci¨®n: "Bueno, vamos a ver qu¨¦ pasa ma?ana en el desfile". El Rey no se reprimi¨®. Hizo un gesto despreciativo con sus dos manos y pronunci¨® tres duras palabras.
Esperanza Aguirre, pues, fue protagonista en aquella comida de una escena que varias semanas m¨¢s tarde se repetir¨ªa en otro pa¨ªs y con otro personaje. En Chile y con Hugo Ch¨¢vez.
Pero antes habr¨ªa de ocurrir otro hecho significativo, seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas. El Rey ven¨ªa acariciando la idea de materializar un viejo proyecto de su reinado pr¨®ximo a los 32 a?os. Hab¨ªa visto que la pol¨ªtica del Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero supuso una ruptura total en relaci¨®n a Marruecos con la pol¨ªtica de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Los viajes de Rodr¨ªguez Zapatero a Marruecos fueron seguidos de una visita excepcional, la que el presidente del Gobierno espa?ol realiz¨® a Ceuta y Melilla a finales de enero y primeros de febrero de 2006.
Al Rey nadie le quitaba de la cabeza, seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas, que era el momento para realizar la visita a las dos ciudades. ?Por qu¨¦ era el momento? Por dos razones: las relaciones con Marruecos atravesaban por una luna de miel y la Monarqu¨ªa quer¨ªa una imagen que valiera m¨¢s que mil palabras.
El Gobierno estudi¨® el deseo del Rey, y a¨²n cuando estimaba que todav¨ªa pod¨ªa ser prematuro someter las excelentes relaciones con Marruecos a una prueba como la del viaje de los Reyes, se puso manos a la obra.
"No se trat¨® de una imposici¨®n de la Casa del Rey como tal o de un capricho. Lo que el Gobierno hizo fue determinar primero si las relaciones pod¨ªan encajar o aguantar esa prueba", dijo la misma fuente. Las gestiones con Marruecos indicaron que habr¨ªa conflicto como resultado de la visita real. Pero la sangre no llegar¨ªa al r¨ªo. El Gobierno, pues, apoy¨® el viaje con la seguridad de que se pod¨ªan controlar los da?os. Y lo logr¨®.
El Rey, pues, llegaba a la Cumbre Iberoamericana despu¨¦s de un per¨ªodo turbulento y con la preocupaci¨®n a?adida de la inminente separaci¨®n de su hija mayor, la infanta Elena, pero con un viaje triunfal en la mano que permit¨ªa elevar sus acciones de manera espectacular en una Espa?a m¨¢s polarizada que nunca -con la crisis del Tribunal Constitucional ahora en el epicentro del hurac¨¢n-, pero, a todo esto, hay otra pregunta: ?y c¨®mo llegaba Hugo Ch¨¢vez?
La principal preocupaci¨®n del l¨ªder bolivariano era y es el refer¨¦ndum constitucional del 2 de diciembre, en el que se le ven menos seguridades que en otras citas electorales. Su m¨¢ximo deseo era, por tanto, aprovechar el liderazgo latinoamericano para reforzar su imagen interna en Venezuela.
He aqu¨ª una escena que ayuda a entender su obsesi¨®n. Estamos en Santiago, d¨ªas antes del fin de semana del 10 y 11 de noviembre. Los expertos de los 22 pa¨ªses que debaten los comunicados que la Cumbre har¨¢ p¨²blicos reciben una iniciativa de los responsables de Venezuela en la capital chilena. Como todos los a?os, se renovar¨¢ la condena del embargo de Estados Unidos a Cuba. Pero los venezolanos sugieren otro comunicado especial. La Cumbre deb¨ªa respaldar la reforma constitucional propuesta por el presidente Ch¨¢vez, ya que, dijeron, promueve la transformaci¨®n econ¨®mica, social y pol¨ªtica del pa¨ªs en l¨ªnea con las necesidades latinoamericanas. Los expertos dijeron que no era posible. ?C¨®mo inmiscuirse en los asuntos internos de un pa¨ªs de ese modo?
El proyecto de bolivarianizar la Cumbre no hab¨ªa colado. Ch¨¢vez utiliz¨®, pues, los ataques sistem¨¢ticos que le propina en sus giras el ex presidente del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y se los ech¨® en cara a Espa?a. No esperaba la reacci¨®n de Zapatero. El presidente del Gobierno espa?ol iba mentalizado, seg¨²n fuentes gubernamentales, de que saldr¨ªa al paso si Ch¨¢vez - que ya hab¨ªa aventado el fantasma de Aznar en la ma?ana del d¨ªa anterior, el viernes 9, cuando el presidente espa?ol manten¨ªa fuera de la sala una reuni¨®n bilateral - volv¨ªa por los fueros. Y as¨ª lo hizo, solicitando un nuevo turno de palabra a la presidenta Michelle Bachelet. Ch¨¢vez le interrumpi¨® exigiendo respeto. El Rey salt¨® como un resorte se?alando a Ch¨¢vez, esto es, que era ¨¦l quien deb¨ªa respetar. Ch¨¢vez pidi¨® que se lo transmitieran a Aznar. Zapatero dijo: "Por supuesto, por supuesto". Mientras eso ocurr¨ªa, el Rey consult¨® dos veces con Zapatero si deb¨ªa intervenir. Pero el presidente espa?ol sugiri¨® que se mantuviera la calma. En su tercer impulso, el Rey ya no consult¨®. Adelant¨® su cuerpo hacia el centro y alarg¨® su mano izquierda mientras le espetaba, crispado, a Ch¨¢vez por qu¨¦ no se callaba. Fue su manera de defender el turno de Zapatero.
Ch¨¢vez se qued¨® helado, sin reaccionar. Ahora justifica su estado de congelaci¨®n porque, dice, no le escuch¨®. Si hasta Michelle Bachelet, al otro extremo de la mesa, escuch¨®, ?c¨®mo no iba Ch¨¢vez a hacerlo cuando estaba muy cerca? Es una explicaci¨®n de consumo interno para disipar la humillaci¨®n que siente.
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