El 'reality show' de la cumbre Iberoamericana
El Rey Juan Carlos salv¨® la Cumbre.
De no ser por Su Majestad, la ¨²ltima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado en Santiago de Chile hubiese sido otro aburrido encuentro donde los participantes intentan persuadir al mundo de que est¨¢n haciendo historia y el mundo responde con un bostezo.
Esta vez, gracias a Su Majestad, tuvimos una dosis de reality show que, adem¨¢s de hacer la cumbre m¨¢s divertida
[ya esta circulando en Internet una versi¨®n del "Por qu¨¦ no te callas" en pasodoble], revel¨® importantes tendencias de Am¨¦rica Latina.
La primera es que los jefes de Estado de Am¨¦rica Latina est¨¢n hartos de Hugo Ch¨¢vez. Su narcisismo ya fastidia hasta a sus aliados. Varios participantes en la reuni¨®n me dijeron que el comentario general despu¨¦s del evento fue que el rey Juan Carlos simplemente expres¨® lo que la mayor¨ªa de los presentes sent¨ªan pero no se atrev¨ªan a decir.
El narcisismo de Hugo Ch¨¢vez ya fastidia hasta a sus aliados
Y he aqu¨ª la segunda tendencia a notar: No se atrev¨ªan a discrepar de Ch¨¢vez porque esto es peligroso. El teniente coronel es conocido por su generosa disposici¨®n a financiar abiertamente los gobiernos que lo aplauden y subrepticiamente a los movimientos de oposici¨®n interna contra los presidentes que lo enfrentan. Y sabemos que Ch¨¢vez no se destaca por su temperamento democr¨¢tico hacia quienes discrepan de ¨¦l. "Les voy a poner el ojo a las empresas espa?olas en Venezuela", ha sido su respuesta al intento conciliador del canciller Moratinos.
El agresivo intervencionismo de Ch¨¢vez en los asuntos de otros pa¨ªses explica, por ejemplo, por qu¨¦ los presidentes de Brasil y Colombia intentaron hacerse invisibles durante esta cumbre. Ambos son vecinos de Venezuela y conocen bien los m¨¦todos de Ch¨¢vez para premiar a sus amigos y penalizar a sus adversarios: sin escr¨²pulos.
Los ex presidentes Vicente Fox, de M¨¦xico; Jorge Quiroga, de Bolivia; los actuales presidentes Oscar Arias, de Costa Rica, o El¨ªas Antonio Saca, de El Salvador, tienen mucho que contar sobre las consecuencias internas que enfrentaron por no tolerar pasivamente los atropellos del presidente venezolano.
Pero quiz¨¢s lo m¨¢s parad¨®jico y revelador del incidente de Santiago es que la Cumbre, cuyo tema era la cohesi¨®n social, desvel¨® ante el mundo la profunda fractura ideol¨®gica que divide a Am¨¦rica Latina. No se trata de derecha e izquierda, socialismo o capitalismo, o de populismo y neoliberalismo. Estas categor¨ªas confunden. Es m¨¢s bien que el continente se ha vuelto un campo de batalla entre el chavismo y el chilenismo.
El chavismo econ¨®mico se basa en una gran confianza en el Estado como principal generador de empleos, aunado al desd¨¦n por el mercado, los empresarios y la globalizaci¨®n. La bandera del chavismo pol¨ªtico es la defensa de los pobres y los excluidos, el ataque a las oligarqu¨ªas al mismo tiempo que promueve la necesidad de concentrar poder en el jefe del Estado a trav¨¦s de cambios constitucionales y darle a los militares un papel protag¨®nico. Internacionalmente, el chavismo es rabiosamente antiestadounidense y antieuropeo.
En contraste, el chilenismo se basa en la idea de que un pa¨ªs latinoamericano puede beneficiarse de las oportunidades de la globalizaci¨®n, que el comercio internacional crea prosperidad y que el mercado, combinado con el Estado, es una potente fuerza en favor del desarrollo social y la igualdad.
En las ultimas dos d¨¦cadas, el chilenismo tambi¨¦n ha sido profundamente democr¨¢tico y ha basado su legitimidad m¨¢s en instituciones fuertes que en hombres fuertes.
Claro est¨¢, el chilenismo, en su m¨¢s pura expresi¨®n, existe solamente en Chile y el chavismo puro s¨®lo en Venezuela. Pero son las variaciones de estos dos enfoques las que chocan cada vez que se re¨²nen los presidentes de Am¨¦rica Latina. Y lo que vimos la semana pasada fue s¨®lo un cap¨ªtulo m¨¢s de esta serie.
Sin embargo, este cap¨ªtulo revel¨® dos importantes paradojas que hoy definen a Am¨¦rica Latina. La primera es que a pesar de que el chavismo se base en ideas ya probadamente fracasadas, que dependa del petr¨®leo y que muestre claras preferencias autoritarias en sus formas de actuar y en los aliados internacionales que corteja, es la orientaci¨®n que m¨¢s entusiasma a las grandes mayor¨ªas. El chilenismo, en cambio, demostradamente exitoso y sumamente eficaz en combatir la pobreza, profundamente democr¨¢tico y progresista, s¨®lo logra entusiasmar a menguadas minor¨ªas.
En los barrios pobres de Am¨¦rica Latina a quien se conoce y admira es a Hugo Ch¨¢vez; nadie sabe en qu¨¦ consiste el milagro chileno. Y esta es la segunda gran paradoja: En la Am¨¦rica Latina de hoy las ideas fracasadas de ayer tienen un l¨ªder que entusiasma a las mayor¨ªas. En cambio, las ideas exitosas ni tienen l¨ªder, ni mensaje ni muchos seguidores. Contra esto tropez¨® el rey Juan Carlos en Santiago mientras la sala, atemorizada, callaba.
mnaim@elpais.es
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