Nuestra nostridad
?Hay alguna palabra que en el Pa¨ªs Vasco se use m¨¢s que "Pueblo vasco", m¨¢s que "identidad", m¨¢s que "di¨¢logo y negociaci¨®n"? ?M¨¢s incluso que "futuro ilusionante", "derecho a decidir" o "normalizaci¨®n pol¨ªtica"? Aunque parezca mentira, la hay: es el vocablo "nuestro", que inunda el lenguaje vasco, es omnipresente, el coraz¨®n idiom¨¢tico de nuestra vasquidad. Tenemos que degustar nuestro txakol¨ª, apoyar a nuestro Athletic, defender lo nuestro, apoyar nuestro deporte rural, nuestra txalaparta, sostener nuestras reivindicaciones, nuestro euskera, nuestra cultura, nuestra ikurri?a, a?orar nuestro pasado, "decidir nuestro futuro" (nuestro lehendakari dixit), "defender a nuestro pueblo", nuestros presos, nuestros j¨®venes, nuestro Concierto, nuestros derechos hist¨®ricos, leer nuestra prensa, apoyar a nuestros ciclistas, nuestros arrantzales, nuestra cultura, nuestros equipos, nuestra selecci¨®n, nuestras costumbres y nuestras tradiciones, a nuestra Euskal Herria, as¨ª como expresar nuestras ansias de paz, admirar nuestro caser¨ªo y sostener a nuestros baserritarras. "Es muy importante que hagamos un diagn¨®stico pastoral certero de la situaci¨®n de nuestro pueblo vasco" empezaban nuestros curas vascos una de sus on¨ªricos sermones. Nuestro, nuestro, nuestro, todo es nuestro. La idea de lo nuestro nos obsesiona.
La sobreabundancia del "nuestro" es una singularidad "nuestra", vasca
Se dice "nuestro Lehendakari" como se dice "gure Jaungoikua"
La mejor forma de vender en nuestro Pa¨ªs Vasco es convencer a nuestra gente de que compra nuestro caf¨¦, nuestra telefon¨ªa m¨®vil, nuestras alubias, nuestros kiwis, nuestra merlucita, nuestra tecnolog¨ªa, nuestra literatura, nuestra televisi¨®n, nuestros electrodom¨¦sticos, nuestra caja de ahorros, nuestros bancos, nuestras cooperativas -es "en Guip¨²zcoa donde mayor peso tienen nuestras cooperativas"-, en este caso intentando que por Espa?a no se enteren de que son tan nuestras. Nuestra lucha publicitaria y pol¨ªtica consiste en la pelea por demostrar que se es el nuestro, de aqu¨ª, del pa¨ªs, de nuestra Euskal Herria. Si una empresa lograra persuadirnos de que al importar ornitorrincos y canguros de Australia nos trae nuestros ornitorrincos y nuestros canguros se forra. La competici¨®n p¨²blica en el Pa¨ªs Vasco es un combate por definir lo nuestro, conquistarlo y acapararlo. Ya lo dijo el PNV, que es "de obediencia vasca". O sea, nuestro.
Nuestro lehendakari mismo tiene dificultades para hablar sin pronunciar la palabra nuestro. Esta misma semana: cuando ha estado en Biarritz (jueves 15) para hablar de trenes se extasi¨® por "hacer y decidir nuestro futuro". Dos d¨ªas antes (martes 13) llamaba a "defender nuestros intereses" metiendo al Concierto de ep¨ªtome del Tratado de Lisboa, idea chocante pero muy nuestra.
La clave del discurso pol¨ªtico nacionalista -e ¨ªndice inigualable de su capacidad persuasiva, pues lo ha convertido en valor social generalizado- es ese "nuestro" que nos cerca. Crea proximidad y sugiere propiedad, en un curioso doble sentido: cuando el nacionalismo habla de "nuestro Pueblo vasco" no queda claro si el pueblo vasco es de todos los vascos, o s¨®lo de los nacionalistas, que es lo literal. El equ¨ªvoco le es irrelevante, pues tanto le viene a dar lo uno como lo otro.
Nuestro "nuestro" esboza un espacio simb¨®lico colectivo, en el que estamos "nosotros" y lo que nos pertenece, material o figuradamente; y no est¨¢n "ellos". En este territorio mental nuestro se separa de forma n¨ªtida lo propio y lo ajeno, y se trata de eso. Lo fundamental es el concepto separador que nos construye como un imaginario privativo: nuestro, y en todos los ¨®rdenes de la vida, sean nuestros robles, nuestra prehistoria o nuestras convicciones ¨¦ticas. Cuando nuestro lehendakari dice: "tenemos en nuestra mano la posibilidad de decidir nuestro propio futuro", lo importante no es la idea de mano, ni de decidir ni de futuro. El enunciado bascula sobre "el nuestro", repetido, que por ser nuestro no se nos puede arrebatar y que implica un "nosotros".
Somos pues muy nuestros. Esta sobreabundancia del "nuestro" es una singularidad vasca. Si en cualquier lugar de Espa?a alguien dice "nuestro Rey" se hace raro. Nadie utiliza "nuestro presidente" para referirse a Zapatero, a no ser alg¨²n pelota del partido; en todo caso, no es de uso com¨²n. En este art¨ªculo he colado ya tres veces "nuestro lehendakari" y apenas va forzado. Y es que se usa tan normal, casi como jaculatoria. Como si en ese "nuestro" tel¨²rico que define nuestra nostridad el puesto de lehendakari jugase un papel espiritual, y cerrase el universo mental que formamos nosotros, lo nuestro, el repudio de lo ajeno y la conciencia de pertenecer a algo distinto. Se dice "nuestro lehendakari" como en el Padrenuestro se dice gure Jaungoikoa. Con la misma reverencia pero m¨¢s fervor, porque est¨¢ m¨¢s cerca.
Nuestro lehendakari mismamente usa el "nuestro" con pasi¨®n. Siempre la ha tenido, pero le va a m¨¢s. Cuando le invistieron por vez primera sorprendi¨® la cantidad de veces que emple¨® en el discurso el nuestro/a. Nadie hab¨ªa conseguido tal marca: 56 veces, para ser exactos. En la investidura de 2001 la bord¨®, nuevo r¨¦cord: 87. La ¨²ltima, la de 2005, parece insuperable, 102 veces. La nostridad va calando en nuestro lehendakari. No es s¨®lo cuesti¨®n de n¨²mero, tambi¨¦n de calidad. En 1999 el nuestro de nuestro lehendakari era t¨¦cnico, inmediato, no visionario ni mesi¨¢nico: nuestro proyecto, nuestras preferencias, nuestra econom¨ªa, nuestra Comunidad, nuestra riqueza, nuestra alternativa, nuestro pa¨ªs. Los nuestros que enunci¨® en 2005 irradian confianza y creatividad: nuestros objetivos colectivos, nuestro compromiso ¨¦tico, nuestra mano tendida, nuestra historia, nuestra identidad colectiva, nuestra sociedad que quiere la Paz y la Normalizaci¨®n Pol¨ªtica, nuestra permanente disposici¨®n al di¨¢logo y al acuerdo.
El tiempo cambia tambi¨¦n a nuestro lehendakari. Le pervive el "nuestro" como se?a de identidad verbal, pero ahora con un toque ¨¦pico.
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