De ilusi¨®n tambi¨¦n se vive
El primer Premio Nacional de C¨®mic, que se falla hoy, es un reconocimiento expl¨ªcito al tebeo como forma cultural
Para los aficionados al c¨®mic, la reuni¨®n del Congreso de los Diputados del 4 de abril de 2006 fue lo m¨¢s parecido a un cuento de hadas hecho realidad. Uno tras otro, los representantes de los diferentes partidos demostraban una desconocida unanimidad para elogiar y alabar la historieta, recordando y reivindicando el tebeo como una forma cultural y art¨ªstica con los mismos derechos y alcance que cualquier otra, creando el Premio Nacional de C¨®mic como expl¨ªcito reconocimiento de esa realidad. Un a?o y medio despu¨¦s, aquello que parec¨ªa una utop¨ªa inalcanzable ha dejado de serlo, y hoy se re¨²ne el jurado que debe dar a conocer el primer receptor de este galard¨®n.
Un premio que llega en un momento crucial para el tebeo en nuestro pa¨ªs. En este momento, el c¨®mic goza de una presencia en los medios de comunicaci¨®n como nunca antes ha vivido. El impulso de las grandes producciones cinematogr¨¢ficas americanas, el arrasador ¨¦xito del manga, la entrada de grandes grupos editoriales y, evidentemente, la creaci¨®n de este premio, han conseguido que el tebeo comience a salir del reducto de coleccionistas y aficionados para, por primera vez en d¨¦cadas, volver a intentar recuperar su perdido puesto en la cultura popular de este pa¨ªs.
El premio llega en un momento crucial para el tebeo en nuestro pa¨ªs
Para un autor espa?ol, vivir de su trabajo es un sue?o imposible
Una situaci¨®n aparentemente dorada, pero que no debe esconder las terribles debilidades que todav¨ªa sufre el medio. Si bien es cierto que las ventas est¨¢n creciendo, siguen en cifras m¨ªnimas, sostenidas siempre por el todopoderoso manga.
Unos n¨²meros que se transforman en deprimentes si nos centramos en el tebeo espa?ol, que muestra un panorama desolador: de las casi 2.500 novedades que llegaron a las librer¨ªas el a?o pasado, apenas un 10% era de autores espa?oles. Un porcentaje exiguo que llega a la ridiculez si tenemos en cuenta la gran cantidad de reediciones incluidas en esa estad¨ªstica. Para un autor espa?ol, vivir de su trabajo es un sue?o imposible. S¨®lo una ilusi¨®n y amor por la historieta inasequible al desaliento pueden justificar que sigan dedic¨¢ndose a ella, apoyados siempre en un pu?ado de editores que siguen creyendo en la necesidad de apostar por ellos con la misma ilusi¨®n.
Para una industria que precisa los mismos apoyos institucionales que cualquier otra, el Premio Nacional que hoy se falla puede suponer un impulso de valor incalculable, a partir del cual nombres como Max, Keko, Luis Dur¨¢n, Carlos Gim¨¦nez, David Rub¨ªn, Santiago Monteys, Manel Fontdevila, Santiago Valenzuela o Sonia Pulido (por citar s¨®lo algunos de los autores que publicaron el a?o pasado y que pueden optar a este premio) sean reivindicados como parte fundamental de la cultura de este pa¨ªs.
Quiz¨¢, s¨®lo quiz¨¢, la ilusi¨®n se est¨¦ convirtiendo en realidad.
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