La ONG de un "iluminado"
Ex trabajadores de Global Infantil denuncian los excesos de Gil Lossada - Una cooperante defiende la labor humanitaria que realiza en Etiop¨ªa
El hombre de la bata blanca y el fonendoscopio al cuello no estaba ayer en Global Infantil, la ONG que dirige en Addis Abeba desde hace cinco a?os. Sus ex empleados y algunos de los espa?oles que han tenido alg¨²n contacto con ¨¦l en los ¨²ltimos a?os describen siempre con esa vestimenta a Gil Lossada, fundador y presidente de esta organizaci¨®n, acusado de haber maltratado y abusado sexualmente de los ni?os de la calle que acoge en el centro. No es una mera descripci¨®n f¨ªsica.
"Creo que est¨¢ loco. Act¨²a como un militar", afirma un trabajador
La AECI no ha recibido los 141.000 euros que la ONG dice haber devuelto
El disfraz simboliza para muchos el car¨¢cter mesi¨¢nico del personaje, capaz de diagnosticar enfermedades sin poseer ning¨²n t¨ªtulo de medicina, "un iluminado" convencido de que sus reglas son las mejores para arreglar la situaci¨®n de los ni?os et¨ªopes. ?l se autodefine como pintor y humanista.
Aunque ayer no estaba all¨ª, Gil Lossada hab¨ªa dejado un comunicado para desmentir todas esas acusaciones: "Ante la publicaci¨®n en distintos medios de la denuncia formulada por los dos cooperantes en la que se me imputa falsamente la comisi¨®n de varios hechos, me veo en la obligaci¨®n de salir al paso de tan calumniosas como falsas imputaciones".
El hogar de Global Infantil se alza en una colina sobre la acera izquierda de la carretera que conduce a Kotabe, un barrio de casas bajas de colores chillones y techos de chapa de aluminio, rodeadas por un bosque que da de comer a la peque?a industria maderera de la zona. La cancela de la ONG est¨¢ flanqueada por dos carteles que dan cuenta de las actividades de la organizaci¨®n: "Fundaci¨®n Gil Lossada" y "Centro de Recepci¨®n de menores". La casa de acogida, seg¨²n esos carteles, es adem¨¢s un centro de formaci¨®n, un centro de atenci¨®n a moribundos, un taller de electr¨®nica, una granja, una cl¨ªnica, un laboratorio, un colegio y un centro de formaci¨®n de cultura hisp¨¢nica. Tras la cancela, tres banderas: la de Etiop¨ªa, la de Espa?a y la de la Uni¨®n Europea. En primer plano, un grupo de obreros trabajan a destajo encaramados en unas vigas de madera que dar¨¢n soporte al techo del nuevo hogar, una construcci¨®n de cemento armado de 1.400 metros y tres plantas que se ha levantado en ocho meses.
Un grupo de chicos llegan de una excursi¨®n por el monte acompa?ados de una de las pocas cooperantes espa?olas que trabajan en el centro. La mujer, que prefiere no dar su nombre, accede a ense?ar el hogar que acoge a 159 ni?os recogidos de la calle. "Est¨¢n aqu¨ª porque quieren. No tratamos de salvar vidas, sino de aliviar el sufrimiento. Yo llegu¨¦ hace cinco meses. Me enamor¨¦ de la filosof¨ªa del centro y me qued¨¦. No trabajo con ning¨²n monstruo. Estoy convencida de que todas las acusaciones son falsas", explica la cooperante.
La filosof¨ªa que encierra esa casa est¨¢ basada, seg¨²n la mujer, en la idea de que los ni?os de la calle no reciban un trato diferente al del resto de ni?os et¨ªopes. "No queremos educar a burgueses", dice, "son et¨ªopes y viven como tales". Su relato contin¨²a con una diatriba contra el resto de ONG que trabajan en el territorio: "Nadie investiga a esas, a las grandes. Ellos les imponen otra cultura que no es la suya. Van en los mejores coches y cobran 5.000 euros al mes".
Una riada de ni?os peque?os atraviesa un vest¨ªbulo amplio decorado con l¨¢minas de cuadros de Van Gogh para acceder al comedor. Hoy hay arroz. Los ni?os saludan. Algunos tienen sarna y moluscus, un virus contagioso que provoca granos en la piel que causan un fuerte picor. "Es l¨®gico. Son ni?os de la calle y tienen virus. Les trata un m¨¦dico", explica la cooperante.
"Todo est¨¢ bajo su control. ?l es el m¨¦dico, el cocinero, el profesor, el carpintero... Castiga a los ni?os a pasar horas al sol, sin comer y con las rodillas hincadas en el suelo o les obliga a trabajar duramente transportando grandes piedras. Creo que est¨¢ loco de alguna manera. Act¨²a como un militar", relata un trabajador que no quiere dar su nombre por otra raz¨®n: "Tiene contactos con la polic¨ªa y m¨¢s de una vez me ha dicho lo f¨¢cil que es matar en este pa¨ªs. Por 50 birrs puede contratar a alguien para que lo haga".
Algunos cuentan que Gil Lossada se presenta con la bata blanca y el fonendoscopio y suelta frases del tipo: "Si vieras con la cantidad de enfermedades que me encuentro cada vez que hago exploraciones ginecol¨®gicas. Cada noche estudio medicina". Para los cooperantes, esa actitud, adem¨¢s de los castigos, es la que ha hecho que Tom¨¢s Jover y Petra Garc¨ªa hayan presentado la querella que el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande Marlaska ha admitido a tr¨¢mite. Estas dos personas grabaron un v¨ªdeo en el que una joven relata los abusos sexuales a los que, supestamente, la someti¨® el fundador de la ONG.
La otra pata de este asunto es el dinero con el que la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional (AECI), ¨®rgano dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, subvencion¨® a la ONG, dos partidas de 120.000 y 21.000 euros. La primera fue abonada el pasado febrero y la segunda, en 2005. Ambas cantidades fueron devueltas, seg¨²n un comunicado en la web de Global Infantil. Sin embargo, seg¨²n la AECI, el pasado viernes no se ten¨ªa constancia de que hubiesen sido reembolsadas.
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