Pesimista certero y dubitativo
May¨¦utico, dubitativo, pas¨® por la vida haciendo creer que estaba seguro de todo. Y sin embargo s¨®lo estaba seguro de lo que acaba de ocurrirle. Su indignaci¨®n, cuando le importunaron, que fue muchas veces, era su modo de tachar el mundo que ven¨ªa, un mundo en el que ya estuvo definitivamente inc¨®modo: el de las preguntas est¨²pidas, el de la intimidad asaltada por un titular de basura, es decir, de mierda.
Tengo algunas im¨¢genes suyas. La primera, ¨¦l est¨¢ en un autom¨®vil peque?o, de madrugada, por la Castellana, en Madrid. Ya es mayor y tiene sus ojos fijos en un papel; es un gui¨®n. Le espera el final de la madrugada en una pel¨ªcula que se hace en la sierra. A ¨¦l le toca decir una frase y volver, y la memoriza, a los 80 a?os, como si fuera a perder el empleo.
Ahora est¨¢, en esta otra imagen, recibiendo un encargo para escribir una serie de radio. Es tarde, pero ¨¦l sigue preguntando y dudando, y al final se pone un dedo en la sien, ha tenido una idea, est¨¢ feliz; retira de su alrededor todas las cenizas y los platos y dibuja sobre el mantel lo que va a hacer luego, Las bicicletas son para el verano. Nadie le interrumpe; cuando acaba su entusiasmo dice: "Bah, luego todo es para nada".
Carta de un editor
Esta vez recibe una carta de un editor. Le piden que sea cualquier cosa en una pel¨ªcula, La lengua de las mariposas, a partir de un cuento del escritor Manuel Rivas, gui¨®n de su amigo Rafael Azcona y de su amigo Jos¨¦ Luis Cuerda. "Puede ser aqu¨ª el ni?o, el maestro, el director". Fue el maestro, acaso su ¨²ltimo gran papel, un s¨ªmbolo de su modo de estar, muchas veces, en este mundo en el que se apedrea a los maestros con piedras y tambi¨¦n con preguntas est¨²pidas.
Ahora est¨¢, en esta memoria con im¨¢genes, empu?ando un vaso de whisky. Se acaba de estrenar Pepe Guindo, ¨¦l es el actor solitario que busca refugio a partir de la nada. Antonio Resines hace apuestas con ¨¦l: qui¨¦n la va a ver. "Nadie", dice Fernando. Acierta.
Su pesimismo acert¨® siempre. Su risa era triste, como si le pesara el pasado. En esta imagen est¨¢ ¨¦l jugando de ni?o, bajo la guerra, junto a Eduardo Haro, su amigo. All¨ª se hel¨® la sonrisa, all¨ª naci¨® la rabia de un caballero contra las piedras y contra las preguntas est¨²pidas.
Babelia
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