El agazapado
Hace unos d¨ªas le¨ª en el peri¨®dico que a la audiencia p¨²blica convocada por el Ayuntamiento de Barcelona para explicar a los ciudadanos los aumentos de los impuestos para el pr¨®ximo a?o, hab¨ªa asistido ¨²nicamente una vecina. Y ello pese a que hab¨ªan sido enviadas 4.000 invitaciones y se hab¨ªa gastado un considerable dinero en anuncios publicitarios ?Una vecina!: ni siquiera, por tanto, se logr¨® que acudieran los padres, madres, amigos, esposos o amantes de quienes hab¨ªan suscrito la convocatoria.
Una sola, ¨²nica e intransferible vecina. Mi primera reacci¨®n fue pensar que esto era un esc¨¢ndalo que exig¨ªa dimisiones. Pero luego me calm¨¦ al recordar que esta no es tierra de dimisiones y que adem¨¢s no hab¨ªa duda de que el Ayuntamiento hab¨ªa conseguido el escenario ideal de una democracia sin ciudadanos.
Muchos de nuestros representantes est¨¢n agazapados en alg¨²n rinc¨®n del poder trabajando en secreto
Esto tiene su inter¨¦s. Ya s¨¦ que polit¨®logos, soci¨®logos e incluso psic¨®logos est¨¢n preocupados por la apat¨ªa ciudadana ante la pol¨ªtica, que se ilustra perfectamente en el caso de la heroica vecina y de la espectral audiencia municipal. A m¨ª, adem¨¢s de esto, me resulta llamativa la tendencia creciente a la ocultaci¨®n y al camuflaje de nuestros pol¨ªticos. No es que no den la cara, es que aparentan no tenerla, y quiz¨¢ por eso la ceden tan gustosamente a los c¨®micos que los imitan (creo que hay ciudadanos que conocen mucho m¨¢s a los parodiadores que a los parodiados). En cierto modo, el avestruz de otro tiempo ha dado paso directamente al topo.
Topo, y ya no s¨®lo avestruz, es el Ayuntamiento de Barcelona ante cualquier conflicto que se presente. Da lo mismo que se vaya la luz, o que no vengan los trenes; igual da que la invasi¨®n sea de lumpenturistas o de lumpenaficionados al f¨²tbol, aquella simp¨¢tica escoria que en los buenos tiempos de Stevenson o Conrad era embarcada en buques mercantes cuyas traves¨ªas duraban dos o tres a?os y que ahora nosotros recibimos hospitalariamente; lo mismo da si de repente somos una de las ciudades m¨¢s contaminadas del mundo o si de pronto se nos descubre que el agua que consumimos nos liquidar¨¢.
Nunca hay dimisiones porque esta no es tierra de dimisiones. Pero ?por qu¨¦ se ocultan como los topos? El alcalde de Barcelona ha manifestado que ¨¦l no trabaja para las hemerotecas y que por eso lo hemos visto en prudente silencio ante los sucesivos desastres que el hado nos ha proporcionado.
Esto nos ayuda a entender las vicisitudes de nuestros dirigentes. Fij¨¦monos en el hecho de que el hado se ha convertido en algo importante, no quiz¨¢ con este t¨¦rmino excesivamente culto y pretencioso, pero s¨ª como mala suerte, mala pata o mal fario. Que se nos hunda una estaci¨®n es mala pata, as¨ª como que nos toque el Glasgow Rangers es un mal fario.
El destino, tenebroso, act¨²a mientras nuestros gobernantes nos defienden en secreto. Esta es la consigna: trabajar en secreto. As¨ª deben interpretarse las soledades de las audiencias municipales o las fantasmagor¨ªas del Parlament, donde con frecuencia el trabajo es tan secreto que los no mal remunerados fantasmas se ocultan de s¨ª mismos y dejan vac¨ªos los democr¨¢ticos asientos.
La mayor¨ªa de nuestros representantes est¨¢n agazapados en alg¨²n rinc¨®n del poder trabajando secretamente para nosotros. Naturalmente, el agazapado par exc¨¦llence es el se?or Montilla, presidente de la Generalitat, un hombre que, digan lo que digan, ha creado un estilo propio que los otros se ven obligados a imitar. Es posible que si el se?or Montilla, campe¨®n del anticarisma, convocara espont¨¢neamente una audiencia p¨²blica no consiguiera ni siquiera a la vecina que consigui¨® el se?or Hereu, pero, como contrapartida, hay que reconocerle una tan singular capacidad para el topismo pol¨ªticamente que ha obtenido que los dem¨¢s, incluso aquellos que tienen vocaci¨®n de pavos reales, se muevan como topos.
A todo eso podr¨ªamos preguntarnos el porqu¨¦ de estas conductas subterr¨¢neas. ?Falta de ideas? Eso parece a juzgar por la mediocridad ?Miedo a los ciudadanos? Tambi¨¦n podr¨ªa ser, una consecuencia de la falta de ideas. Sin embargo, hay una tercera raz¨®n que no se deber¨ªa desestimar: a estas alturas casi todos nuestros pol¨ªticos son hombres de aparato que no han visto la vida p¨²blica sino a trav¨¦s de la servidumbre de sus partidos, mundos con poca transparencia y escasa luz en los que el disimulo y la astucia acaban siendo m¨¢s decisivos que el talento o la pasi¨®n por las ideas. Es una cuesti¨®n de aire libre.
Diccionario. Gazapo: hombre disimulado y astuto. Agazapar: agacharse, encogiendo el cuerpo contra la tierra, como lo hace el gazapo cuando quiere ocultarse de los que le persiguen.
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